12. Almas huecas

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Todo en mi vida empezaba a sentirse como un nudo tan apretado dentro de mí, imposible de deshacer o aflojar

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Todo en mi vida empezaba a sentirse como un nudo tan apretado dentro de mí, imposible de deshacer o aflojar.

Samuel seguía sin aparecer, lo cual, con el paso de las semanas, me mortificaba cada vez más. Sin embargo, de cierta forma, tener a Derian como un nuevo personaje misterioso en mi vida me mantenía la mente ocupada por un rato.

La mayoría del día recibía cientos de mensajes y llamadas perdidas de Sarah, pues se mostraba totalmente preocupada tras mi decisión de abandonar la escuela. Sarah siempre ha sido una chica que piensa que sin estudios no eres nadie en la vida, lo cual, con mi decisión bien firme, la arrastraba a sentir que yo estaba a la deriva, sin camino, sin sueños o futuro. Me sentía incapaz de responder a aquellos mensajes preocupados, no porque no quisiera hablar con ella, sino porque ni yo mismo comprendía qué me estaba pasando.

¿Acaso estaba bien? ¿Mal?

No lo sabía con certeza, solo sabía que tenía un hueco en el pecho desde que Samuel había desaparecido por completo, y sentía una culpa inevitable por no poder responderle algo a Sarah, sabiendo lo preocupada que estaba por mí. Esto me llevaba a pensar: ¿Acaso así se sentía Arlen conmigo? ¿No sabía qué era lo que sentía al respecto y por eso prefería alejarse sin explicaciones?

No lo entendía, y estoy seguro de que ni ella lo hacía, ya que seguía evitando cualquier pregunta respecto al tema. Mi madre también seguía sermoneándome diariamente, haciendo que este nudo dentro de mí se apretara con más fuerza.

Me sermoneaba intentando que alguno de aquellos sermones por fin entrara en mi cabeza y se quedara ahí, para crearme remordimiento, por tirar todo a la basura, por sentirme devastado por el abandono de Samuel. Cosa que nunca resultaba, pues estaba decidido a no regresar a aquel lugar donde los recuerdos con Samuel me movían el alma completamente y me destruían en un segundo.

Sabía muy bien que, si volvía a cruzar aquellas puertas del infierno de nuevo, esta vez no lo soportaría y perdería la cabeza, pues la ausencia de Samuel era una espada que me atravesaba desde el pecho, pasando por mis costillas, perforando mi corazón y saliendo por la espalda, lo que me derrumbaba en cuestión de segundos.

Y si no quería perder la cordura, tendría que mantenerme firme ante mi decisión sin importar qué.

Aparte de pensar todo el tiempo en Samuel, Derian me hacía sentir que estaba perdiendo la cabeza por completo, ya que era demasiado extraño con los demás y, en especial, conmigo.

Derian tenía una personalidad bastante peculiar. Siempre se comportaba frío cuando se trataba de un cliente y siempre era tan amable y serio a la vez cuando se trataba de mí. Era como si tuviera una guerra interna en la que no sabía qué cara mostrar, en la que no sabía si quería asustarme o agradarme.

No sabía la razón exacta por la que actuaba de esa forma o si así había sido siempre, pero su mirada muchas veces me decía más que sus acciones o palabras. Su mirada, en comparación con su fachada o todo lo demás respecto a él, era algo que me reflejaba una tristeza intensa, lo cual me hacía pensar que Derian estaba igual de roto que yo por dentro.

Si te QuEdAs conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora