02: Chocolates y almendras

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El omega saco las llaves de su bolsillo para presionarlas en contra de la puerta, el Alfa incomodo al ser observado por los diablos a sus espaldas, suspiro. Esto saldrá mal, se repetía el pelinegro una y otra vez, su lobo se removió ansioso.

Una vez listo kyungsoo empujo la puerta entrando a su dulce hogar, hacia un par de días que se había mudado a la nueva vivienda, lo que era demostrado por las apiladas cajas sin abrir en medio de la sala, a un lado de las escaleras, en la cocina y también la caja con la que el alfa tropezó al entrar cayendo directamente al suelo de un golpe seco en su trasero.

El alfa abrió los ojos sintiendo su trasero adolorido y de inmediato la risa del mayor de los niños se escuchó a carcajadas, los otros dos también rieron, pero más bajo que su hermano mayor.

—Lunas, lo lamento aun no acomodo todo... —El omega se hinco para ayudar al pelinegro a levantarse, pero este le quito la mano bufando, podía solo.

—Ya, es mi culpa. No lo vi. —Gruño viendo al mocoso mayor quien no dejaba de reír.

Lo que más le llamo la atención al alfa fue el aroma impregnado en el aire, unas de las cualidades de ser un Alfa puro era su olfato, este era muy claro y perceptivo. Sentía un par de aromas claramente, uno rápidamente lo reconoció, era el agradable aroma del Omega, chocolate y almendras.

El omega renegó a su hijo mayor y los mando a ducharse, ya que cubiertos de hollín aún permanecían en la entrada. Los niños subieron corriendo las escaleras, seguro para pelear por quien usaba el baño primero.

Jongin no se dio cuenta que había quedado inmóvil en la sala de la casa, con sus ojos cerrados al sentir el agradable aroma, inhalando profundo el perfume y algo se removió por dentro, y no en sus pantalones, lo que le pareció raro, abrió los ojos intentando explicarlo, pero el Omega hablo acercándose al chico.

—Emm, no soy bueno en esto... —Sonrió tímidamente, lo que contrariaba toda la forma en la que se veía, masculino e intimidante. —Mi nombre es Do Kyungsoo —Le tendió la mano, la cual el alfa miro detenidamente.

—Kim Jongin—Respondió con voz firme, junto sus manos en saludo y una chispa cruzo desde la unión de estas lo que hizo a ambos soltarse, sus ceños se fruncieron y se miraron hasta que un llanto se escuchó desde el piso de arriba y obligo al omega a quitarle su atención al alfa.

—Ya regreso, puedes mirar lo que sea, es tu casa ahora. —Dijo el Omega mientras subía las escaleras dejando al Alfa confundido por lo sucedido.

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Los niños ya estaban cambiados, los mayores jugaban con la consola mientras que el más pequeño de los cachorros jugaba a formar edificios con sus bloques sobre la pequeña mesa ratonera de la sala.

—¡Eso es trampa, Jihoon! —Gruño el mayor, sus hermanos rieron ante eso.

Jongin corto la llamada con su compañero quien le afirmo que antes de volver a casa pasaría por la oficina para sacar un bolso de repuesto que Kim guardaba en el casillero de su trabajo, siempre cauto a sabiendas que siempre sucedía algo con su ropa.

El pelinegro diviso a los niños jugando en la sala, menos ruidosos de lo que suponían los cachorros, suponiendo sus edades porque no sabía siquiera los nombres de quienes habían quemado su casa, y gruño al recordarlo.

Camino lentamente por el pasillo hasta cruzar un pequeño umbral de puerta, donde se encontraba la cocina. Sonrió inconscientemente al ver al Omega allí, y ahora aceptando que aquel aroma le iba a la perfección con su aspecto.

Ya no llevaba ese suéter de cuello de tortuga negro, ni el tapado marrón, los pantalones de vestir y toda esa vestimenta de hombre de negocios. Ahora cargaba una camiseta blanca y unos pantalones cortos, sueltos hasta un poco más arriba de las rodillas. Su cabello desalineado, dejando notar los múltiples rulos moverse junto con él, sin lugar fijo, sin peinar como lo llevaba antes.

Un alfa para, ¡Papá!  | KAISOO |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora