19: Los fuertes

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Dicen que amamos a las personas sin importar nada de las cosas malas que podemos encontrarles, pero cuando miras a la persona a que amas levantarse en medio de la madrugada, en la cama que decidieron compartir, las sospechas de que haya más que descubrir abrumarían a cualquiera.

Cuando el pelinegro de ojos morados abandono la cama el omega le siguió con cautelosos pasos por detrás.

Aparecer en medio de la madrugada, ensangrentado y con sonrisas juguetonas, eso sí sería una señal a lo alto con la palabra "Problemas" escrita en neón. El omega no era quien para sospechar del lobo de jongin, pero el mal sabor de los secretos por descubrir eran algo demasiado tentador.

Ignoraba el hecho descabellado que indicaba que compartía la cama y sus besos con un asesino, siquiera con alguien violento. Jongin era la ternura encarnada, abrazaba a sus hijos como si se despidiera para ir a la guerra todos los días, un asesino no podía holear a limón y tierra mojada, no había forma de que aromas tan relajantes quedaran a juego con el de la sangre.

Bueno, como olía un asesino. No es como si supiera algo como eso.

--¿Estas siguiéndome? --La voz juguetona

El omega volteo en un brinco del susto. El alfa estaba de bazos cruzados, luciendo su cuerpo enfundado en la pijama en contra de la pared, a un lado de las escaleras por donde habían recién bajado.

--No --Respondió rápido

--Cuéntame --El alfa relamió sus labios jugando con el piercing en su labio inferior-- ¿A dónde ibas entonces? --Sus ojos morados brillaron bajo la luz de la luna que entraba por la ventana

El omega miro hacia todos lados sin hallar una buena excusa para actuar de aquella forma, aun así, respondió rápido, bueno, lo más rápido que se le vino a la cabeza.

--A beber agua

El alfa asintió con tranquilidad. A paso lento y calculador llego hasta el omega arrinconándolo en contra de uno de los muebles del pasillo al comedor, apenas y su espalda baja golpeo la madera un jadeo se liberó de los labios rojos del castaño, trago duro cuando los ojos morados se ciñeron a sus labios, no pudo evitar relamerlos. El alfa sonrió gustoso.

--Creí que buscabas manzanas

--¡No! --Trago duro reacomodando su tono nervioso-- Nada de manzanas, solo agua

Las respuestas rápidas eran señal de lo poco preparado que se encontraba el omega para una confrontación. Kai no era de los amantes de las conversaciones, de vez en cuando aparecía por la cabeza de jongin para recordarle su existencia o para juzgar una decisión sabiendo que las suyas siempre eran más simples.

Era un narcisista empedernido con aires de superioridad, pero no demostraba eso, le gustaba fingir a ser el que tenía la razón. Kai jamás admitiría que podía caber la posibilidad de que sus decisiones no fueran las mejores, pero al diablo, el no necesitaba de nadie, bueno, de nadie que no fuera jongin.

Y ni hablar de la necesidad inaudita de proteger a todo el mundo como si la carga de lo "Correcto" estuviera en sus hombros, haciendo silencio cada vez que jongin se acercaba al borde del abismo para recordarle que él siempre estaba allí, le gustara o no al pelinegro.

--¿Por qué tan nervioso? --Susurro el alfa posando su mano de la manera a la cintura del omega

Ni hablar de kyungsoo, la variante e inicio de todo el caos. Kai era enamoradizo, sí. Pero jamás le había importado alguien más además de jongin, no tenía espacio para nadie que no fuera el mismo, a eso cualquiera lo llamaría zona de confort. Yo lo llamo burbuja anti bacterias, kai siempre se mantenía en esa burbuja, evitaba las confrontaciones, y a la vez ser abandonado.

Un alfa para, ¡Papá!  | KAISOO |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora