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1 semana después

Ya ha pasado una semana desde que estoy aquí y algo que he notado es que Mattia no pasa en la mansión, hoy escuché el el "jefe" salió temprano.
Así que decido explorar la mansión.

Voy a escaleras a bajo y lo primero que encuentro es la sala de estar, paso de largo y voy a la cocina, cojo una manzana que veo en una frutera, decido volver a subir ya que se me quitaron las ganas de recorrer la casa.

Asi de bipolar soy.

Voy subiendo las escaleras y me encamino hacia mi habitación.
Pero veo una habitación entre abierta, la curiosidad me mata y entro.
Observo una habitación amplia pero hay una cosa que me llama mucho la atención.

Un reproductor de música... Grito internamente.
Me encanta la música, me encanta bailar, es lo único bueno que he visto en el tiempo que he estado aquí.

Aparte de Mattia.

Prendo el reproductor y empiezo a mover mis caderas.
No se cuánto tiempo pasa cuando oigo que me hablan.

—¿No me bailas a mi?— me dice Mattia.

Debo de tener la cara roja como un tomate, creí que llegaría tarde.

—yo... Yo no estaba bailando..

—¿No? Entonces¿estabas volando?—dice con sarcasmo.

Me quedo callada, es obvio que estaba bailando.
Sonríe... Si sonríe y tengo el privilegio de desir que es la sonrisa más hermosa que he visto, parece que se dió cuenta que me quedé embobada viendo su sonrisa porque vuelve a poner su rostro neutro.
No se que más decir ya que se me ha quedado viendo fijamente, y suelto lo primero que se me viene a la mente.

—y Ale ¿Dónde está? No lo he visto hoy— no sé si dije algo mal porque su mirada se oscureció.

—¿Por qué preguntas por el?¿Te gustan? Si es porque te gusta no le hables, después se desconcentra y no hace bien su trabajo.

—No me gusta y si me gustará tampoco te diría—trato de pasar por su lado para ir a mi cuarto pero me coje del brazo, no tan fuerte para no lastimarme, me acorrala contra la pared quedando su rostro a centímetros del mío.

—El no te puede gustar.

—¿Por qué?—pregunto cuando sus labios están casi rozando los míos.

—le gusta alguien más—dice alzando su mirada a mi ojos y la vuelve a bajar mirando mis labios —¿Puedo?—al principio no le entiendo, pero luego caigo en cuanta que me está pidiendo permiso para besarme, iba a responder pero alguien toca a la puerta, Mattia suelta una maldición.

—¿Quien es? Estoy ocupado.

—señor, la señorita Sara lo busca— dice una voz femenina detrás de la puerta.

—dile que ya la voy a atender en unos minutos, que estoy en algo mucho más importante.

—como ordene jefe.

—bueno yo me voy a mi habitación y usted señor tiene que irse—digo con la mirada abajo dispuesta a irme, pero me vuelve a detener.

—primero, no bajes la mirada ante nadie y segundo no me digas señor, así solo me llaman mis empleados tu dime Mattia ¿entendido?—asiento con la cabeza— con palabras hermosa.

— Entendido,¿ya me puedo ir?

—si.

Ya estoy pasando el marco de la puerta cuando, siento las grandes manos de Mattia en mi cintura jalando me, y volviendo a cerrar la puerta, posicionado me contra ella, hacerca su rostro al mío.

—¿ahora que?—pregunto.

—no me respondiste una pregunta.

—¿Cuál?—claramente que sabía pero me quise hacer la loca.

—la vuelvo a repetir¿Me permites hermosa?

—¿Qué te voy a permitir?— me estoy divirtiendo.

—besarte hermosa, si puedo besarte.

Apenas y lo conozco pero ya que, el que tenga miedo a morir que no nasca.

—si, pero uno solo—vuelve a sonreír... Esa sonrisa.

No espera más y me da un beso apasionado, con lujuria,deseo, hambre, como si hubiera estado esperando este momento hace tiempo, yo soy la que me separo primero, los labios me arden por los mordiscos y la forma tan desesperada en la que me beso, debo admitir que me gustó.

—yo.. ya me voy—me roba un pico.

—te llevo la cena más tarde hermosa.

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Nota
En esta historia van haber saltos de tiempo.
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