Desperté por los rayos de sol que entraban por mi ventana y al abrir los ojos me encontré con los de Rubén pero los suyos estaban cerrados porque aún seguía dormido. Bajé la mirada y su nariz estaba pegada a la mía, sus labios casi rozando los míos. Me encantaría probarlos, saber a que saben, sus labios son gorditos y rositas, me parecen unos labios preciosos. Quiero morderlos y rozarlos con los míos. Cerré los ojos, para hacer que estaba durmiendo y acerqué mi cara más a la suya, estaba repleta de nervios en aquel momento. No sé por qué quería besarlo, sólo éramos amigos. Poco a poco junté sus labios con los míos, son tan carnosos que no quiero dejar de besarlos pero tuve que dejar de hacerlo, ya que, se movió y comenzó a despertarse. Yo seguí haciéndome la dormida. Noté su mano en mi mejilla y como se acercaba para besarme la frente, después la nariz, las mejillas y justo cuando pensaba que iba a besarme en los labios, se acomodó y me abrazó fuerte.
Abrí mis ojos lentamente, bostezando y lo miré, sus ojos verdes penetraban en mí cada vez que me miraba. Seguía teniendo esa mirada al igual que cuando éramos pequeños. De pequeña me gustaba pero ahora... Aunque me guste, solo somos amigos, seguro que ya tiene varias chicas por ahí.
- Buenos días -Dije bostezando.
- Buenos días. -Dijo mirándome mientras acariciaba mi brazo.- ¿Has dormido bien?
- Sí, ¿y tú?
- Mejor que nunca, he dormido del tirón. -Dijo agarrándome por la cintura, cada vez me estaba poniendo más nerviosa.
Y así transcurrieron los días hasta que mi pie se recuperó totalmente. Rubén me hacía compañía, dormía conmigo todas las noches por si Izan volvía a aparecer, Bea venía todas las mañanas a charlar conmigo y a traernos el desayuno.
Tres meses después...
Estoy incorporada al trabajo en el supermercado, reponiendo los pasillos de la tienda. Mientras colocó los productos, escucho una voz de mujer detrás de mí que se me hace familiar.
- Perdona. -Dice tocándome el hombro, me giro para poder atenderla bien y descubro a la señora mayor que venía buscando bacon para su nieto la otra vez.
- Dígame señora, ¿en qué puedo ayudarle? -Dije esbozando una sonrisa.
- Necesito ésta especia y no la encuentro. Ya no veo bien, si fueras tan amable de ayudarme. -Dijo enseñándome una lista donde estaban escritos todos los productos que quería comprar.
- Claro. -Dije sonriendo.
Acompañé amablemente a la señora hasta el pasillo de las especias, le busqué la que pedía y se lo dí.
- Si necesita algo más, no dude en preguntarme. -Dije mirándola.
- Gracias muchacha. Mi nieto Rubén se va a poner muy contento hoy. -Dijo dándose la vuelta y yendo a por las demás cosas de su lista.
¿Ha dicho Rubén? No puede ser, Rubén está fuera por trabajo. Ha tenido que irse a Canadá durante unas semanas, exactamente cuatro semanas. Seguí mi trabajo como siempre y pensando en aquella señora mayor, Rubén no podía ser porque se fue hace dos días. Dejé de pensarlo para poder seguir haciendo mi trabajo, seguí pasillo por pasillo reponiendo lo que hacía falta. Mi móvil vibró dentro de mi bolsillo, lo cogí y lo desbloqueé descubriendo que Bea me había mandado un mensaje.
**Whatsapp**
Bea: Nena, esta noche salimos de fiesta, ponte tu mejor conjunto.
Yo: ¡Por fin! Hace meses que no salgo de fiesta. ¿A qué hora vienes a por mí?
Bea: A las 22:00. Estate preparada.
Yo: ¡Hecho!
**Whatsapp**
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Desde siempre.
RomanceAmelia y Rubén se conocen desde que tenían seis años, viven en Texas y siempre han sido compañeros de clase hasta el instituto, dónde se les separó, y con ello también su amistad. En esta historia, se volverán a reencontrar y recordarán los buenos...