Capítulo 31.

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No podía ver dónde íbamos y eso me ponía cada vez más nerviosa, tampoco supe el tiempo que estuvimos en el coche pero se me hizo largo el camino al no poder ver.

Rubén paró el coche, oí dos puertas abriese y cerrarse, aún no podía destaparme los ojos. Noté que mi puerta se habría al rato.

- Agarra mis manos. -La voz de Rubén me puso nerviosa.- Sal despacio.

Obedecí y salí con cuidado, una vez fuera del coche me sujetó por la cintura, cerró la puerta y caminó conmigo unos pasos hasta que nos detuvimos.

- No te muevas, voy a quitarte ésto. -Dijo retirando con suavidad el antifaz que no me dejaba ver.

Por fin.

Pestañeé varias veces para acomodar mi vista a la luz del sol, una vez pude ver con claridad, observé que delante de mí tenía el parque donde nos conocimos con seis años. Divisé gente allí, estaban Bea, Marcos, Ellie, Nana, mis padres, Mike, sus compañeros de trabajo con los que se llevaba bien. Estaba sorprendida y no entendía nada. Había una mesa larga y ancha con comida y bebida por toda ella, globos, guirnaldas y música que salía por un gran altavoz.

- ¿Qué es esto? ¿Qué has hecho? -Pregunté abrumada y sonreí.

- Una sorpresa. -Sonrió y puso su brazo en forma de 'L' para que lo agarrase y así hice. Caminamos hasta la gente, saludando a todo el mundo allí.

- Mamá, papá. -Dije abrazándolos.- ¿Qué hacéis aquí?

- Hola hija. -Dijo mi madre sonriente, muy guapa por cierto con ese vestido rojo que resaltaba sus ojos azules como los míos.

Picoteamos y bebimos algunas copas de vino blanco semidulce, mi favorito.

Ru se levantó de su silla, golpeando levemente la copa de vino con la parte trasera de una cuchara.

- Amigos, familia. -Comenzó a decir, yo no sabía qué iba a hacer.- Muchísimas gracias por estar con nosotros en un día tan especial para nosotros, espero que lo estéis pasando tan bien como nosotros con vuestra compañía. He querido haceros partícipes de este día que será inolvidable para todos, sobretodo para nosotros dos. -Dijo mirándome y agarrando mi mano. Desvió su mirada hacia Bea, la cual hizo un gesto que no entendí. La ví sacar su móvil del bolso negro que llevaba colgado al hombro pero Ru me llamó para que lo atendiese. - Amelia.

Me pidió que me levantase de la silla en la que estaba sentada y así hice, me quedé de pie a su lado, mirándolo de frente sin saber cuál sería su próximo movimiento.

- Amelia, todos estos años contigo han sido maravillosos. -Dijo emocionándose.- Te conocí con seis años y fue lo mejor que me pasó en mi vida, siempre deseé estar contigo y tener un futuro juntos. Ahora, veinte años después te he traído aquí, al parque donde nos vimos y jugamos juntos por primera vez para decirte que.. -Metió su mano en el bolsillo, sacando algo que tapó con su puño.

Comenzó a arrodillarse en el césped húmedo, no me lo podía creer. Me lo estaba pidiendo, estaba en shock.

- ¿Quieres casarte conmigo? -Dijo con lágrimas en sus ojos. Mi boca cayó al suelo, mis manos fueron inmediatamente a mi cara por el asombró cuando abrió una pequeña caja negra de terciopelo y dentro de ella había un anillo precioso de oro blanco con un pequeño diamante en el centro de éste.

No me salían las palabras, estaba tan emocionada, las lágrimas caían por mi rostro.

- Sí, Ru. Sí quiero. -Dije asintiendo con la cabeza y llorando aún más cuando acto seguido puso el anillo en mi dedo.

Todos nuestros amigos y familiares gritaban y aplaudían felices. Mi futuro marido se levantó del suelo para poder darle un gran abrazo y besarlo como nunca había hecho.

Desde siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora