NICHOLAS
- ¿A dónde vamos, mamá? —pregunté.
- Nos vamos de aventura, cariño —dijo mamá.
Su pelo castaño estaba todo asqueroso, y sus ojos estaban grandes y asustados.
El coche iba muy rápido. Estaba conduciendo hacia lo profundo del bosque.
Estaba sentado en el asiento delantero, lo que nunca se me permitía hacer. Y mi ventanilla estaba abierta del todo, lo que normalmente hacía gritar a mamá.
En el asiento trasero, Laurie sostenía al bebé Eddie. Se suponía que debían estar en sus asientos elevados, pero no lo estaban.
Eddie estaba llorando, pero Laurie había dejado de llorar hace mucho tiempo.
El coche dobló una esquina. Estábamos en un puente.
Cerca, a ambos lados, había un lago grande y oscuro.
¿Esta era la aventura? Normalmente, me entusiasmaría ir a una aventura, pero papá estaba muerto y mamá aún estaba cubierta de sangre.
Hacía tres días que lo habían matado, y ella no se lo quería lavar.
La mayoría de las veces, sólo andaba por la casa gritando y rompiendo cosas.
Intenté cocinar para Laurie y Eddie, pero lo único que sabía hacer eran cereales, y la leche olía mal.
Dondequiera que estuviera la aventura, esperaba que hubiera comida allí.
- ¿Sabes cuánto te quiero, cariño? —dijo mamá.
Me miró, con los ojos rojos de tanto llorar.
- Yo también te quiero, mamá —le dije, pero sentí miedo.
El coche iba más rápido.
- Y vosotros Laurie. Y Eddie. Y ahora, es hora de que todos nosotros vayamos a ver a papá, ¿de acuerdo?
- ¿Pa-ii? —Eddie hipó entre lágrimas.
Mamá lloró más fuerte.
- Sí, cariño. Vamos a ir a ver a papá, así que quiero que cierres los ojos, ¿de acuerdo?
Laurie y Eddie cerraron los ojos, pero yo no lo hice.
Estaba mirando cuando mamá tiró del volante con fuerza. El coche chirrió a través de las protecciones metálicas a ambos lados del puente.
Entonces el coche voló.
- Os quiero, chicos —dijo mamá—. Lo siento. Cerrad los ojos.
El coche chocó contra el lago, lanzándonos a todos hacia delante.
La cabeza de mamá golpeó el volante.
El agua empezó a entrar rápidamente por mi ventana abierta.
No sabía qué hacer, pero sabía que tenía que salvar a Laurie y Eddie.
Yo era el hermano mayor. Era mi trabajo mantenerlos a salvo.
Mamá no se movía. La sangre salía de su cabeza.
Me arrastré en el asiento trasero.
- De acuerdo, cuando las ventanas se llenen, podemos salir nadando —le dije a Laurie.
Asintió con la cabeza.
Lo miré.
- Voy a empujaros, y luego os seguiré. ¡No dejes de nadar, y no sueltes a Eddie!
ESTÁS LEYENDO
Lobos milenarios (libro 7; último)
WerewolfHola queridos/as lectores/as!!!! Me llamo Noah y este es el séptimo, y último, libro de lobos milenarios. Como ya dije en los libros anteriores, esta historia no es mía, es originaria de Sapir Englard. Como me gustó tanto, quiero compartirla con to...