Capítulo 11. Chocar y arder

1.4K 66 7
                                    

ROWAN

Iba a comer cuando el fantasma de mi padre apareció en el pasillo.

- ¡Dios! —grité, casi cayendo en mi taquilla.

La gente que iba a clase me miraba raro, pero por suerte no más raro de lo normal.

Me preocupaba que los rumores sobre la pesadilla del ático de la noche anterior se extendieran por toda la escuela, pero parecía que todos habían mantenido la boca cerrada.

Hasta ahora, al menos.

- ¿Qué estás haciendo aquí? —susurré, con cuidado de no llamar la atención—. Creí que te habías esfumado ayer cuando me molesté.

- Lo hice. Pensé que necesitabas algo de tiempo para acostumbrarte a la idea de que he vuelto después de tanto tiempo.

Quería decirle, que quería llamarlo anoche. Justo en el momento en que intentaba contactar con el espíritu del hombre que le asesinó.

Pero no lo hice. No quería que papá supiera lo que había pasado con el reloj.

- Bueno, me alegro de verte —dije, dándole una verdad al menos.

A papá se le iluminaron los ojos, lo que fue genial, salvo que pude ver a través de él.

Hasta donde Ava estaba caminando y riendo con su hermana Clarissa.

¿Le habría contado Ava la historia del ático? De ser así, todo el alumnado lo sabría al final del almuerzo.

Se me revolvió el estómago.

- Es bonita —dijo papá, siguiendo mi mirada—. ¿Quién es ella?

- Ava Milton —incluso yo podía oír el anhelo en mi voz.

Dios. Soy tan patético.

- ¿La hija de Mia? ¿Por qué no la invitas a salir? —sugirió papá—. Me enteré del baile de Navidad mientras desayunabais.

La idea de que el fantasma de mi padre me viera comer magdalenas me daba escalofríos.

Y la idea de que me diera consejos para salir era aún peor.

Cerré mi taquilla y me dirigí a la cafetería.

- El baile es el viernes —murmuré en voz baja—. No puedo invitarla a salir ahora, parecerá desesperado.

Además, ayer envié una especie de lodo maligno tras ella, y estoy bastante seguro de que piensa que pertenezco al manicomio.

- ¿Desesperado? —papá sonaba asombrado—. Hijo, debes tener más fe en ti mismo.

A pesar de haberme vigilado durante todos estos años, mi padre parecía saber muy poco de mí.

- Debes tener confianza en ti mismo. Creer que eres alguien a quien hay que prestar atención, y la gente se fijará en ti. Eso es ser... dominante.

- Uf, todo eso de la "dominación" está tan pasado de moda. No voy a ir pavoneándome como el gran Alfa malo.

Papá se rió.

- Eso no es lo que significa ser dominante, hijo. Se trata más bien de dominarte a ti mismo. Dominar tus miedos, tu autocontrol. Saber que eres el mejor lobo de la habitación.

- ¡Pero yo no soy el lobo superior! Soy prácticamente invisible —siseé—. Ava es hermosa y popular. Es una animadora. Nunca saldría conmigo.

Entonces recordé cómo me hablaba en la fiesta, la cálida luz de sus ojos. La forma en que me había agarrado la mano con fuerza en el círculo.

- ¡Has de tener más confianza! —continuó papá—. Levántate con fuerza. Demuestra a todos los que te rodean que eres una fuerza a tener en cuenta.

Lobos milenarios (libro 7; último)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora