Capítulo 29. Sacrificio por amor

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SIENNA

¿Aiden iba a cruzar ahora?

Me costó entender lo que estaba pasando.

Mientras ayudaba a Rowan a sentarse, cada movimiento que hacía me producía ondas de dolor en los huesos.

Juntos miramos la silueta rodeada de luz: Aiden.

Claire y Nina entraron por el muro en ruinas, y Claire suspiró.

- Es un espíritu increíblemente fuerte.

- ¿Cómo está sucediendo esto? —pregunté, con la voz quebrada por los gritos durante la batalla.

- Ha descubierto cómo manifestarse en el mundo físico —dijo Claire—. Es increíblemente raro, pero eso es lo que es un embrujo.

- ¿Aiden? —llamé a la silueta.

Ante mis ojos, se aclaró, las sombras se profundizaron en algunos puntos, se aclararon en otros, revelando su rostro.

- Sienna —dijo.

Me llevé la mano a la boca, con el corazón palpitando.

- Aiden —jadeé.

- Me voy ahora —dijo Aiden—. Puedo sentirme atraído a otro lugar.

Claire asintió.

- Es la luz que está detrás de él.

- No —susurré.

No puedo perder a Aiden de nuevo.

Al mismo tiempo, sabía que estaba mal querer que se quedara.

Debió de sentirse muy solo, permaneciendo cerca de nosotros sin ser nunca una parte real de nuestras vidas.

Pero ahora podía manifestarse.

¿Cómo puedes querer eso para él? Eso no es vida.

Mi respiración se agitó y me llevé una mano al corazón.

Podía sentir que se rompía todo de nuevo.

Fui consciente de que otros venían a unirse a nosotros: Vanessa y River.

No podía mirarlos.

Quería rogarle a Aiden que no se fuera.

Con los brazos encendidos por la agonía, apreté los puños contra mi maltrecha boca, bloqueando las palabras.

- Sienna —dijo Aiden—, te quiero con todo lo que tengo.

Las lágrimas brotaron de mis ojos.

Apreté aún más los puños contra mis labios.

¿No vas a responder? Esta es tu última oportunidad.

Sabía lo que saldría si me dejaba hablar.

- ¡No quiero ir! —dijo Aiden.

Pero se levantó un viento.

No era viento, era una sensación de energía en movimiento.

- No —dijo Aiden, pero pude ver que le tiraba.

El horror me invadió y di un paso hacia él, extendiendo la mano.

- ¡Sienna! —gritó.

- ¡Aiden! —le devolví el llamado, pero lo estaba arrastrando lejos de mí.

- ¡No! ¡Por favor! —grité, acercándome a él, pero sin poder seguirlo ya que la luz lo alejaba.

Pude ver cómo se agitaba, pero se estaba desvaneciendo.

Lobos milenarios (libro 7; último)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora