CAPÍTULO 8: DOLOR

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《《Janet 》

Al despertar, me ducho y me llevan el desayuno a la habitación. Intento comer, pero no tengo apetito.

Salgo del palacio acompañada por un pelotón de guardias para consultar a mi médico de confianza. Se supone que ellos deberían acudir al palacio, pero prefiero que nadie se entere.

Al llegar, me conducen a una sala privada donde realizan un examen físico. Relato lo sucedido y me someten a una radiografía de cuerpo completo, así como a un análisis de sangre.

Posteriormente, se presenta un médico que no reconozco, aunque me parece familiar

- Hola, su majestad. - Sí, lo recordé, es Mayer. Lo conocí cuando estaba tratando mi cáncer; él también tuvo cáncer, pero cuando yo llegué, él ya estaba terminando su quimioterapia. De todas maneras, lo conocía

- Hola, Mayer. - Él me mira y al instante me reconoce

- Janet, ¿eres tú?

- Sí, ¡qué alegría verte!

- A mí también me alegra verte

- Bueno, tengo... - se le borra la sonrisa de inmediato - tengo cáncer otra vez

- No tienes cáncer, pero tienes otra enfermedad

- ¡¿QUÉÉÉÉÉ?!

— Tienes un MER. Se trata de una enfermedad que se presenta similar a un tumor, pero en lugar de contener una masa sólida en su interior, está compuesto por un líquido altamente tóxico. Cuando este líquido se libera en el organismo, no causa la muerte de inmediato, pero su efecto es devastador, ya que va deteriorando progresivamente las funciones del cuerpo, y en menos de seis meses puede resultar fatal.

— Dios, voy a morir

— No permitiré que eso suceda

— ¿Hay cura?

— Digamos que si tienes tratamiento, el cual veremos si tu cuerpo aguanta, te pondremos seis agujas que traerán tu sangre, la purificarán al instante y se ligará con el antídoto, el cual es fuerte y efectivo. Sí, puede que te dé un paro cardíaco por las complicaciones que sufra tu cuerpo. Esto será un proceso un poco lento, no te mentiré, pero si tu cuerpo soporta el tratamiento hasta el final, estarás curada

- ¿Cuándo iniciaré el tratamiento?

- Según lo que observé en tu examen, aún no hay indicios de algo grave; cuanto antes lo abordemos, mejor será

- Muy bien, comencemos mañana, pero tengo que insistir en que esto se mantenga en la más estricta confidencialidad; no deseo que nadie más esté al tanto

- De acuerdo, te lo aseguro, nadie lo sabrá excepto yo y mi asistente

- Esta noche se trasladará todo el equipo necesario para el tratamiento al palacio

Es preferible que todo el equipo destinado al tratamiento se traslade por la noche, de modo que los empleados del Castillo no perciban nada. Solo observarán a mis guardaespaldas y al equipo de vigilancia, quienes no se atreverán a comentar nada, ya que de lo contrario, arriesgarían su empleo y su futuro.

- Entendido, su majestad. Todo se llevará a cabo según sus instrucciones

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Me desperté muy temprano, me duché, comí y me preparé para lo que iba a ocurrir. De ropa, me puse una bata blanca que no transparentaba nada. Tocaron mi puerta y dejé pasar a Mayer y a su asistente, quienes acomodaron todo el equipo que se utilizaría para el tratamiento.

- Hola Janet necesito que firmes este documento

El documento se trata de que asegure de que se incluya en mi declaración que todas las acciones que estoy llevando a cabo son de forma voluntaria. Es importante que se mencione que, en caso de que fallezca, tenía pleno conocimiento del proceso del tratamiento y de los riesgos involucrados. Se me explicó detalladamente cada aspecto del tratamiento y confirmo que todo se realizó con mi consentimiento.

Firmo el documento porque estoy de acuerdo con todo. Yo ya sé todo con respecto al tratamiento y, además, si llego a morir, no quiero que Mayer enfrente consecuencias legales por algo que él ya me había comunicado sobre la situación y sus posibles implicaciones.

- Está listo

- Muy bien, puedes tomar asiento aquí. - Me siento en una silla y me atan los brazos y piernas a la silla - Esto es para asegurar que permanezcas inmóvil durante todo el proceso de purificación y la aplicación del antídoto

Me inyecta un sedante y a los pocos segundos siento el adormecimiento de todo mi cuerpo. Mis párpados pesan y, después de unos minutos más, me dejo llevar por la oscuridad.

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Abro los ojos gradualmente y, para mi desagrado, siento un intenso malestar en todo el cuerpo. No deseo moverme, pero se me hace difícil; estoy sudando, pero al mismo tiempo tengo mucho frío. La sensación de asfixia me invade y, aunque quisiera llorar, no puedo.

A lo lejos, veo que Mayer se acerca a mí.

—Despertaste —me dice, mientras me toca la frente y me observa con preocupación—. Tienes fiebre y necesito bajártela. —Se detiene por un momento antes de continuar—. Voy a meterte en la bañera, ¿me lo permites?

—Sí —respondí con dificultad.

Me levanta con delicadeza y me sumerge en la tina. Siento cómo mi piel arde al entrar en contacto con el agua fría; alivia mi cuerpo, aunque también provoca un temblor. Observo mis brazos y piernas; mi piel está enrojecida y mis brazos presentan las marcas de las agujas utilizadas durante el tratamiento.

—Todo esto pasará, te lo prometo —susurra Mayer

Me siento un poco más aliviada. Ya estoy nuevamente en la cama, con ropa limpia.

Mayer no me cambió, solo me bajó la fiebre, y cuando bajó lo suficiente, llamó a Lisa, su asistente, para que me ayudara a quitarme la ropa mojada y ponerme una pijama. Me siento un tanto incómoda, ya que no me gusta dormir con ropa; prefiero dormir desnuda, pero tendré que acostumbrarme.

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