CAPÍTULO 5 : GRAN DIA

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Como de costumbre, Janet se levanta temprano, desayuna, hace ejercicio y después llega al palacio, donde ya la esperaba un grupo de estilistas para empezar a arreglarla. Todos le halagan su esplendorosa belleza.

- ¡Ya, majestad, se ve preciosa! ¡Es toda una diosa!

- Gracias - dice con mucha emoción

- Es que mi nuera es la más hermosa de todas, nadie se compara con su belleza

- Hija, te ves hermosa

- Gracias - dice con lágrimas en los ojos

- Pero mi niña, no llores. Este es tu gran día, no puedes llorar -dice la reina

- OK, las quiero mucho

- A mí también, hermanita -dice Lowi al entrar en la habitación

- Sí, a ti también

- Yo también te quiero mucho, hermana -la abraza

- Es hora de ponerte el vestido -dice la reina. - Salgan todos

- Lowi, quédate

- Está bien, hermanita, me quedaré

Todos salen de la habitación, dejando a Lowi y Janet a solas. Janet se pone el vestido y se mira en el espejo; sonríe, pero después su risa se vuelve triste, como si por un momento recordó que el hombre con el que se casa no la ama.

- ¿Qué tienes?

- Nada, solo recordé algo

- ¿Es verdad?

- ¿Quién?

- Alex, yo sé que él no te quiere ver ni en pintura porque está enamorado de Sara

- ¿Cómo sabes eso?

- Todos en la universidad saben que él tiene algo con ella y que te detesta

- Pero yo a él no le hice nada

- Lo que pasa es que la perra de Sara se la pasa diciendo que tienes algo con León, su rival, y tú más que nadie sabes que te detesta más por lo del matrimonio

- Sí, yo sé que ella dice eso, pero nunca pensé que eso me despreciara tanto

- Pues él es un idiota y un maldito hijo de lo más idiota que pueda haber en toda la tierra. Hermanita, cancela esta porquería, solo terminarás lastimada. No quiero que te pase esto

- Ya no puedo. Yo a él lo amo

- ¿Estás dispuesta a casarte con alguien que no te ama y que además te desprecia con todo su ser? ¿Vas a aceptar que él esté con otra persona mientras está contigo? ¿Estás dispuesta a eso?

- El tiempo lo dirá, y no estoy dispuesta a que él tenga a otra mientras está conmigo

- ¿Qué te asegura que no salirás lastimada? ¿Qué te asegura que cuando te vuelva a ver serás la misma? Si solo con mirarte ya estás cambiando y, además, estás triste en tu gran día. No renuncies a tu felicidad por él

- Él es mi felicidad

- Bien, solo prométeme que, cuando ya no puedas más, te divorciarás y no seguirás a su lado, porque si sigues con él, eso te terminará matando

Janet hace una señal de aprobación y sale de la habitación. Se sube al carruaje que la lleva a la catedral real, que queda muy cerca del palacio. Al llegar, todos los invitados quedaron sorprendidos; cuchicheaban las mujeres y los hombres, y la veían como toda una diosa. El vestido blanco se amoldaba a su figura y, al caminar hacia el altar, el vestido desprendía brillo haciéndola ver esplendorosa, como si realmente un ángel estuviera bajando del cielo y ellos estuvieran presenciando esa belleza sobrenatural.

El maquillaje no era ostentoso ni la hacía ver muy cargada; era ligero y resaltaba sus facciones, haciéndola lucir muy elegante.

Llevaba una corona con detalles en diamantes que evocaban la delicadeza de la nieve, digna de una diosa.

Una vez en el altar, comienza el padre con el discurso y la travesía de la ceremonia para unirlos.

Al final dicen que sus fotos se colocan los anillos. Alex no la había visto desde que ella llegó, y al levantar la mirada se queda sorprendido por lo bella que luce, pero después vuelve a su estado indiferente, algo que a Janet le pareció devastador porque ella, desde que llegó, no ha dejado de detallarlo con la mirada.

En el fondo, ya sabía que era una equivocación casarse con alguien que no la quiere. Se estaba causando tristeza en cada momento; ella misma se estaba haciendo daño, pero se quedó viendo la realidad.

Llega el último momento de la ceremonia y proceden a preguntar si acepta. Por último,

- los declaró marido y mujer. Puede besar a la novia

Se miran a los ojos y, poco a poco, van juntando sus labios. Ella creía que él solo le daría un beso corto, pero Alex, por un momento, se descontroló y se dejó llevar por el dulce sabor de los labios de su nueva esposa. Después de unos minutos, dejan de besarse y salen de la catedral.

Al llegar al salón donde se festejaría la boda, entran nupcialmente como esposo y esposa. Todos los saludan y los aplauden con mucho entusiasmo. Se hace el brindis y llega el momento del primer baile como recién casados. Se Miran de nuevo, se acercan un poco; Janet pone una de sus manos en el hombro de él, mientras que su otra mano la entrelaza con la mano de Alexander. Él, a su vez, coloca la otra mano en su espalda.

Ella se puso nerviosa. No era la primera vez que bailaba con él, pero se sentía totalmente diferente. No sabía qué hacer, cómo moverse o simplemente cómo tratar de relajarse para poder bailar.

Alexander, al ver el estado de Janet, le dio unas palmaditas en la espalda y la miró a los ojos. En ese instante, ella dejó de estar nerviosa y se concentró en la suave melodía que la transportaba a otro mundo.

En un mundo donde solamente eran ellos dos, no existían el tiempo, ni el espacio, ni la luz del día, ni la noche; solo existían dos almas que, en lo profundo de su ser, sabían que estaban destinadas a estar juntas desde un comienzo.

Después de algunos minutos, el tiempo pasa, la canción deja de sonar y llega el momento de irse al palacio, donde tendrían su noche de bodas.

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