《《 Janet 》》
Tras los acontecimientos de anoche, me siento renovada. Me levanto de la cama, tomo una ducha, y utilizo maquillaje para disimular los moretones. Se seco el cabello, dejándolo suelto, y aplico un maquillaje sutil, resaltando mis labios con un tono rojo intenso. Opto por un vestido rosa pálido que me queda justo por encima de la rodilla, y como el escote es recto. Elijo accesorios que complementan mejor mi conjunto, y, finalmente, me coloco una corona plateada con zafiros en cada extremo
Justo cuando me preparo para salir, me encuentro con Mayer, quien está desmontando todo el equipo relacionado con mi tratamiento. Al verme, me sonríe y se acerca a mí.
- Te ves hermosa - comenta.
- Gracias - respondo mientras salgo de mi habitación
Al llegar al comedor, encuentro a Alex y Sara comiendo. Decido no prestarles atención y me siento en la cabecera de la mesa, en el extremo opuesto. Me sirven mi desayuno, o más bien mi almuerzo, ya que me he levantado tarde.
Tomo el primer bocado y saboreo su delicioso gusto. Me siento de muy buen humor; no permitiré que ellos arruinen mi día. Continúo disfrutando de la comida mientras escucho la irritante voz de Sara.
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《《 Alexander》》Hace un rato estábamos almorzando y no sé qué he hecho con mi vida. Realmente estaba pensando en el enorme error que he traído al decidir que Sara viviera aquí. Solo yo puedo complicarme más la vida.
Ahora recuerdo que lo hice para no terminar metido quitándole las bragas de Janet.
Pero, ¿de qué serviría? Solo con verla me excita. Hoy, esa corona que lleva puesta la hace parecer toda una diosa
Dios, ayúdame. Qué ganas tengo de cogerme la aquí mismo, sin importarme nada de ni nadie; al fin y al cabo, es mi esposa.
—Alex, ¿me estás escuchando?
—¿Qué? —digo con desdén.
—Como te decía, quiero que muevan mis cosas a tu habitación
No le presto atención a lo que dice Sara porque todo lo que comenta no me interesa ni es importante.
Centro mi mirada en Janet, que está actuando de manera extraña, porque ni me mira ni intenta hablarme.
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《《 Janet 》》Dios, esta no se calla. Hago un sonido con mi garganta para ver si así se calla, pero no lo hace y sigue hablando.
- ¿Podrías hacerme el favor de guardar silencio? Estoy tratando de comer
- Disculpa - responde ella mirándome con furia.
- No has escuchado, quiero que permanezcas en silencio
- Pues no lo haré
Ya no puedo soportar esto más; estoy cansada de la situación.
- Saben que me voy. Disfruten. Adiós - digo mientras salgo de allí.
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《《 Alexander》》- ¿Qué demonios, a dónde vas? - digo, saliendo del comedor y siguiendo a Janet
- Eso a ti no te importa - dice ella.
- Soy el rey, exijo saber a dónde vas
- Yo soy la reina y, así como tú tienes derecho a hacer lo que te plazca sin importar nada, yo también lo tengo
Y bueno, ¿qué le pasa? Es la primera vez que Janet me habla así. La agarro del brazo para detenerla y la acerco a mí, tan cerca que nuestras respiraciones se mezclan. No sé si fue su cercanía, pero no pude resistirme a esos dulces labios rojos que me incitan a probarlos. Ella se resiste al principio, pero luego cede, y nuestras lenguas comienzan un juego danzante entre sí. No sé cómo sentirme; es como si tocara el mismísimo cielo y, al mismo tiempo, el infierno, porque de repente ella me muerde con brusquedad.
Siento un leve sangrado en la lengua, pero no permito que eso me impida seguir besándola; al contrario, intensifico el beso. Sin embargo, de repente, experimento un dolor intenso, probablemente uno de los peores que un hombre pueda sentir. Inmediatamente me separo de ella debido al fuerte golpe que recibí en la pene, que, debido a la excitación del momento, estaba completamente erecto. Me desplomo en el suelo, convaleciendo del dólor.
- ¡QUE TE QUEDE CLARO ALGO: NO SOY UNA DE TUS PUTAS NI TAMPOCO SOY INGENUA! NO ME VUELVAS A FORZAR A BESARTE, ¿TE QUEDÓ CLARO? - dice Moleta, y se va.
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Me encuentro en mi despacho con un millón de pensamientos que me abruman la cabeza.El maldito comportamiento de Janet me frustra y confunde.
¿A dónde se irá?
No tengo ni la más mínima idea.
Quizás se vaya a ver con otro, pero lo descarto; ella es una reina y no me puede engañar, o dañaría su reputación.
(Soy la reina, y así como tú tienes derecho a hacer lo que te plazca sin importar nada, yo también lo tengo).
Maldita sea, quizás sí podría engañarme. Así que decido llamar a uno de mis jefes de seguridad.
- Dígame, Su Majestad
- Quiero que vigilen a la reina. Quiero ser informado de cada paso que dé, ¿te queda claro?
- Sí, Su Majestad. ¿Algo más?
- No, ya puedes retirarte
Sale de mi despacho y, por fin, un poco de paz, pero no dura mucho. Siento unas manos en mi cuello, abro los ojos y es Sara.
- Fuera de mi oficina
- Vamos, amor, ya no está la ridícula esa. Vamos a divertirnos. Hace mucho que no tenemos sexo, por todo un día
- No quiero nada, y mejor vete, no estoy de humor
- No seas así, vamos
- No, y no largo
- Estás así por ella, ¿verdad? Por la...
- ¡Ni siquiera te atrevas a nombrar su nombre! Tú no eres digna. ¡Desaparece de mi vista ya! -digo enojado, y ella se va.
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La Realidad De Ti
RomantikTodos tienen una parte que nadie conoce pero siempre hay alguien que descubre todos tus secretos y los contempla de la manera tan destructible Cada quien idealisa a la persona que cree ser el amor de vida