《《 Janet 》》
[Este lugar es un verdadero paraíso. Puedo observar cómo el mar se encuentra con la costa, y la belleza es indescriptible. Al ingresar a mi habitación, me pongo un bikini de dos piezas en color negro, aplico bloqueador solar y me dirijo al comedor. Tomo una manzana y salgo de la casa, caminando hacia la orilla del mar. Desde este ángulo, mi hogar se revela como una pequeña maravilla: es de dos pisos, cuenta con una hermosa terraza en la entrada y varios pilares. Además, tiene una piscina que se alza directo hacia el mar; su simple vista es asombrosa. Los colores neutros de la casa la hacen resplandecer a través de sus ventanas.]
Cuando me fui ayer del palacio, vine a vivir aquí. Esta casa me la compró mi padre antes de casarme con Alex. Yo solía venir aquí a pasar muchos fines de semana. Me gusta mucho esta isla.
Hace mucho que no venía aquí desde la muerte de Lucía. El solía acompañarme y solíamos pasar horas hablando, cantando, bailando y cocinando. Siempre hacíamos algo; lo extraño tanto.
Aún recuerdo su voz, su calor, su risa, la manera de ver el lado bueno de lo malo. Era una persona extraordinaria, era mi lugar seguro. Formó parte de mi vida de una manera que nunca nadie podrá igualar.
El último abrazo que compartimos fue en el aeropuerto, cuando me despedí para viajar a Estados Unidos tras recibir el diagnóstico de cáncer.
Los únicos que sabían de mi enfermedad eran mis padres y suegros. Solo tuve el valor de contárselo a Lucian; yo no quería que Alex lo supiera porque odiaba la idea de ver que él me mirara con lástima.
Cuando me enteré de que Lucian había fallecido, yo ya estaba en Estados Unidos. Sentí que me derrumbaba. No pude estar en su funeral, quería regresar, quería darle el último adiós, quería decirle algunas palabras, quería ver su rostro, quería tocarlo, sentir su calor, pero no pude. Yo solo quería estar ahí y no pude.
De acuerdo a lo que supe, Alex se encontraba muy afectado. Me dolió profundamente no poder estar a su lado, consolarlo ni ayudarlo a sobrellevar su dolor. Estaba a punto de regresar, pero ya había comenzado con el tratamiento y no podía hacerlo.
—¿Te gusta la playa? —me pregunta Mayer.
—Sí, me gusta mucho. Cuando era pequeña, mi padre me llevaba a la playa y yo jugaba a ser sirena.
—Bueno, no eres la única. Yo también jugaba en la playa; sin embargo, a diferencia de ti, no era una sirena, ¡yo era un tiburón! —dijo, mientras yo soltaba una pequeña carcajada.
- Lo siento, pero es muy gracioso.
- Bueno, sí lo es -dice, y también se ríe- me gusta tu risa.
Siento mis mejillas arder, estoy sonrojada.
- Eres hermosa, Janet. De verdad, eres hermosa, y no solo hablo de tu belleza, sino también de tu belleza interior. Eres una gran persona, irradiando luz, y así quiero que sigas. Tú no mereces sufrir por alguien que no te merece. Te mereces todo, incluso más que solo eso -dice, acercándose hacia mí-. Déjame darte todo y aún más.
No digo nada y simplemente le miro a los ojos. Él me observa, se acerca cada vez más y finalmente me besa. Siento una mezcla de emociones; sin embargo, no experimento lo mismo que cuando Alex me besa. Este beso está impregnado de dulzura y, aunque me gusta, este beso los de Alex también tienen su encanto.
Mayer rodea mi cintura con sus brazos y, tras unos segundos, comenzamos a separarnos lentamente.
- Te quiero, Janet - dice. No sé cómo responder, ya que estoy confusa sobre lo que siento en este momento.
- Mayer, yo... - me interrumpe.
- Yo sé que amas a Alex, pero no me rendiré. - y nos volvimos a besar.
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《《 Alexander》》He llegado a la mansión de los padres de Janet, donde se renovarán sus votos matrimoniales. No he tenido la oportunidad de ver a Janet desde que comenzó esta celebración; todos me saludan cordialmente, y yo solo asiento con la cabeza en señal de aprobación. De repente, mi teléfono suena, así que salgo al jardín para poder hablar con mayor claridad.
—¿Qué sucede? —pregunto.
—Señor, la reina se encuentra en la isla privada sin ningún guardia que la proteja; solo está ella y un hombre.
—Dime qué están haciendo —respondo, con tono molesto.
— Su Majestad, hace un momento el hombre y ella se besaron, y en este instante se encuentran sentados a la orilla de la playa.
— ¡Maldición! —grité, arrojando el teléfono al suelo.
Ya no sé qué estoy haciendo. Solo sé que estoy en un helicóptero en camino a la isla donde se encuentra Janet. Quisiera poder pensar con claridad, pero lo único que tengo claro es que detesto este agobiante sentimiento que me oprime el pecho. Al descender del helicóptero, solo tengo ganas de acabar con todos.
Y especialmente con ella, esa maldita mujer que cree que puede serme infiel y salir ilesa de mi ira.
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La Realidad De Ti
RomanceTodos tienen una parte que nadie conoce pero siempre hay alguien que descubre todos tus secretos y los contempla de la manera tan destructible Cada quien idealisa a la persona que cree ser el amor de vida