《《 Janet 》》
El helicóptero aterriza en la pista principal privada del palacio real. Al descender de la aeronave, un vehículo me espera para trasladarme directamente a la entrada del palacio, que se encuentra a solo unos metros de distancia.
- Buenos días, su majestad -dice mi nuevo jefe de seguridad personal. Es muy joven para estar en este cargo; tiene unos 25 o 28 años. No sé mucho de él, excepto lo más importante: estuvo en el cuerpo militar de la marina como teniente general, pero tuvo un accidente, no sé exactamente de qué fue, pero fue muy grave, lo que le hizo dejar la marina voluntariamente. Claro, el ejército no iba a dejar a uno de sus mejores tenientes a la deriva, así que le ofrecieron ser mi jefe de seguridad y aceptó. Es un moreno de cabello negro y ojos cafés, alto, como de unos 1.90. Acuerpado de manos grandes, brazos tonificados, labios gruesos y mandíbula muy marcada es guapo, no se puede negar.
-Buenos días para ti también, Andrés. Hoy no se requería del auto; la mañana está fresca y muy linda, así que, si me permites, caminaré -digo sin esperar respuesta y empiezo a caminar.
Cuatro guardias están caminando frente a mí y los demás están atrás, siguiendo mi paso.
Atravieso el inmenso jardín que conecta con la pista. Detallo el hermoso lugar, miro los establos; todos los caballos que tenemos son pura sangre y son realmente majestuosos de ver. Todo se siente tan primaveral en pleno verano.
Entro en el palacio y voy subiendo las escaleras cuando una voz me detiene.
- Su Majestad, solicitan permiso en la entrada para dejar pasar a una mujer que dice conocerla - me informa Andrés.
- ¿Quién es?
Andrés presiona el auricular que lleva en la oreja, preguntando el nombre.
- Su Majestad, la mujer se llama Cáliz.
- Déjenla entrar. No quiero que la inspeccionen ni que le hagan preguntas; háganla pasar a mi despacho directamente.
- Como ordene, Su Majestad.
Me marcho y sigo mi camino hasta llegar a mi despacho. Me siento en uno de los suaves sofás que están estratégicamente acomodados en la habitación.
Tocan la puerta.
- Pasen - digo.
Abre la puerta y me deja ver a mi mejor amiga.
- Hola, Su Majestad, así debo llamarte.
Me acerco a ella y la abrazo.
Extrañaba tanto eso, extrañaba a mi mejor amiga. La última vez que la vi, yo tenía 17 años y ella 18. Ella estaba terminando su último año para obtener el título que había estudiado, pero tuvo que regresar a Estados Unidos porque su familia solicitaba su presencia. Tuvo que irse una semana después de haberse graduado de la universidad.
Fue un poco doloroso despedirnos; nos queríamos mucho. Ella me prometió volver, pero después de un año perdí la esperanza. Cuando se fue, al principio teníamos comunicación por teléfono, pero después pasó un mes y ya no respondía mis mensajes ni mis llamadas.
Dejé de abrazarla para poder verla mejor. Ha cambiado, pero no tanto. Su cabello todavía es de color negro, pero ahora es más largo, llegando hasta las nalgas. Lleva un vestido negro de mangas con un pequeño escote en el pecho; el largo de su vestido es unos centímetros arriba de las rodillas, complementándolo con unos tacones de punta fina de color rojo, dándole ese toque sensual pero elegante que siempre porta ella. Y cómo no, si tiene un cuerpazo y una belleza un tanto oscura que cualquier hombre la desearía.
También veo que tiene unos cuantos tatuajes que le dan un toque más sexy. Noto que sus ojos negros también me están escaneando.
- Tomemos asiento.
Nos sentamos en el sofá donde anteriormente estaba sentada.
- ¿Cómo has estado? - me pregunta.
- Bien, como ya sabes, estoy cansada con Alexander y, pues, me ha ido muy bien - miento, porque mi vida de casada es una mierda - y tú, cuéntame, ¿cómo has estado?
- Siendo sincera, estoy bien, pero ya no como antes. Mi vida ha pasado por un sinfín de cosas malas y tengo que ser fuerte para poder soportar y sobrevivir a todo lo que me han hecho y lo que he hecho. - Se silencia - Ya no me conozco.
Empieza a llorar y me mira con melancolía.
- Cariño, no llores.
Le seco las mejillas con mis manos.
- Janet, perdón por no haber estado para ti en todo este tiempo. Soy una pésima amiga.
- Ya estás aquí, y eso es lo que cuenta.
- Te extrañé mucho, de verdad.
- Yo también te extrañé cuando llegaste.
- El sábado por la noche fui a visitar a mi tía y a revisar unos contratos que tengo con algunas empresas, y uno de ellos es con tu hermano mayor, París. Le pregunté por ti y me dio la noticia de que te habías casado con él. Perdóname que te lo diga, idiota, de parte de Alexander. Después decidí venir a visitarte, ya que París también me dijo que mañana viajarás.
- Sí, mañana tengo que ir a un evento de caridad en Mali, después a Etiopía y por último a Somalia.
- Qué bueno, amiga. Cuéntame, ¿cómo está Lowi?
- Pues ella sigue siendo rebelde, pero ¿qué más puedo hacer? Es mi hermana y me toca quererla así. Mamá vive pendiente de ella día y noche por las locuras que a veces comete. Bueno, también ya se graduó en administración y dirección de empresas, y también en ingeniería informática. Es muy lista; ya comenzó a trabajar en una de las empresas de un socio de mi tía.
- Wow, me dejaste sin palabras, pero me alegra mucho que ella sea independiente.
- Sí -dije un poco nostálgica, ya que ni siquiera he podido ejercer mi carrera porque mis deberes como reina me lo impiden.
Tocan la puerta nuevamente; doy la orden de que pasen y entra Andrés.
- Su majestad, disculpe la molestia, pero el rey solicita su presencia en su despacho.
- Andrés, hágale saber al rey que me encuentro ocupada en estos momentos.
- Ya se lo hice saber, pero insistió en que la llamara.
Suelto un suspiro. Alex, de verdad le gusta molestar cuando estoy ocupada.
- Amiga, es mejor que me vaya. Me mantendré en contacto contigo -negó, porque no quería que se fuera.
- No vuelvas a desaparecer, ¿sí?
- Ya no más desapariciones.
Me abraza y la acompaño a la salida del palacio. Nos despedimos y yo vuelvo a adentrarme al palacio con dirección al despacho de Alex.
Toqué la puerta, esperando hasta que dice: 'Adelante.'
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La Realidad De Ti
RomanceTodos tienen una parte que nadie conoce pero siempre hay alguien que descubre todos tus secretos y los contempla de la manera tan destructible Cada quien idealisa a la persona que cree ser el amor de vida