CAPÍTULO 3 : DECISIÓN

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El rey Alfonso procede a leer el contrato matrimonial:

— Estarán casados hasta que la muerte los separe. Pero si alguno de ustedes desea separarse, deben saber que si tú, Alexander, quieres divorciarte de Janet, al momento de hacerlo dejarás de ser rey y quedarás desterrado, a menos que sea Janet quien desee divorciarse de ti; en ese caso, podrás seguir siendo rey

Alexander se tensa al oír lo que podría pasar si intenta divorciarse. Por otro lado, Janet ni siquiera prestó atención a las palabras del rey, ya que sentía un leve dolor de cabeza.

—Si tú, Janet, te quieres divorciar de Alexander en algún futuro, no tendrás ningún tipo de consecuencia. Además, seguirá siendo parte de la familia y te apoyaremos en todo, incluso si deseas casarte nuevamente con otra persona

—Bien— dice con la voz baja, ya que se siente muy mal

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《《 Janet 》》

Me siento fatal, no sé qué me pasa. Me duele intensamente la cabeza y tengo un dolor fuerte en mi abdomen. No quiero prestarle tanta atención a eso, pero el dolor me lo impide. Firmo el acta de matrimonio, me levanto de la silla y me dispongo a irme.

- Disculpen, debo irme - digo y salgo. Voy al baño más cercano y veo mi rostro; estoy toda roja y siento dolor en todo mi cuerpo, tanto así que me sostengo del lavamanos y respiro profundo, tratando de no gritar.

Después, el dolor desaparece me mojo la cara tratando de regular lo rojizo de los ojos por el dolor. Pasan unos minutos y vuelvo a mi color normal. Salgo del baño y voy al jardín.

Me gusta la naturaleza; no, pero encuentro paz en ella.

Me quito los tacones y camino descalza por el césped. Siento un cosquilleo en los pies por la fricción del suelo. Camino hasta llegar a un laberinto, toco las paredes y me adentro. Recuerdo que este laberinto es como si nunca hubiera dejado de existir. Cuando era niña, Alex y yo jugábamos a escondidas; era uno de nuestros juegos favoritos. Un día jugamos aquí durante horas, buscándonos, porque un laberinto es muy complicado para que una niña encuentre a otra persona. Pero al final, lo encontré.

Fuimos muy grandes amigos, los mejores, y ahora ni siquiera tolera mi presencia, y no entiendo el porqué.

Cuando éramos niños, jugábamos y él era feliz al estar junto a mí. Luego vino la secundaria, y yo empecé a tener problemas. Cuando iba a comenzar la preparatoria, tuve que irme porque me diagnosticaron cáncer, que, por suerte, estaba en su primera etapa. Pasé dos años combatiendo el cáncer, lo cual no fue fácil, porque vi cómo se me caían los cabellos, hasta el punto en que tuve que raparme lo cual me impactó demasiado al ver cómo mi cuerpo ya no era el mismo; no tenía tanta fuerza. Fue muy duro porque no era la única que tenía cáncer; veía a más personas que también lo tenían, y algunas estaban en etapa terminal.

Después de un tiempo, me hice amiga de una niña que también tenía cáncer. Ella tenía mucho entusiasmo; cuando sonreía, iluminaba todo a su alrededor. Pasábamos mucho tiempo juntas hasta que un día no la vi más.

Después me enteré de que había fallecido en la madrugada y en ese momento sentí que el mundo se me cayó.

Mi amiga había muerto y yo no pude despedirme de ella. Ese día juré que nunca me rendiría y que ganaría esa batalla por las dos, y así fue. Esa victoria se la dediqué a ella. Yo iba a lograr las cosas que ella no pudo, y así lo he hecho. Cuando me gradué de la preparatoria y de una universidad, mandé a grabar su nombre en mis títulos. Todas mis victorias se las he dedicado a ella.

Desde entonces no me arrepiento de haberlo hecho; ha sido mi mejor decisión.

Cuando empecé la universidad, Alex ya la estaba terminando. Él me trataba, pero no como antes, y actuaba extraño conmigo, como si yo le repugnara.

Sinceramente, no tenía idea de por qué estaba tan distante conmigo, y después de un día para otro, me dejó de hablar.

Las chicas de la universidad babeaban por él y yo no era la excepción; besaba a algunas y tenían novias, y una de ellas era Sara. Saqué la conclusión de que tal vez ella le dijo que me dejara de hablar y me dolía, me dolía bastante que no me hablara.

No sé qué fue, pero recuerdo un día en que hicieron una fiesta para celebrar que Alex había regresado después de haber estado dos meses en el equipo de aeronáutica militar del escuadrón especial. Ese día hice algo que no debí hacer.

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