CAPÍTULO 13: SOY TU ESPOSO

99 11 1
                                    

《《Janet 》》

Recientemente, Mayer tuvo que ausentarse debido a una emergencia familiar, ya que su padre lo requería.

Ahora me encuentro sola y deseo disfrutar de un tiempo en el jacuzzi, acompañado de unas copas de vino; durante el tratamiento no me era posible, pero ahora sí puedo.

Decidí no asistir a la fiesta de mis padres ya que no quería encontrarme con Alex. Sin embargo, mañana mis padres vendrán a pasar un rato conmigo, al igual que mis suegros.

Me vuelvo en la cama, tomo un sorbo de vino, cierro los ojos y recuerdo cuando Alex me hizo sexo oral. Fue tan delicioso que, si pudiera regresar el tiempo y traer al Alex de esa noche, lo haría para que me coja.

Estoy tan excitada que mando a la mierda todos mis principios y empiezo a tocarme; por primera vez, mis dedos se abren paso entre mis labios vaginales, subiendo y bajando, sintiendo la calidez y la deliciosa fricción que me genera placer.

- Mmm ¡ahhh! - sonrio con mucho placer, esto es algo que solo puedo describir con jadeos.

Jugueteo con mi clítoris y siento cómo derramo un poquito de mis fluidos. Mi coño palpita; cierro los ojos, recordando cómo Alex me penetró con aquel gigante y grueso que tiene como pene. Gimo cuando me auto-penetro con dos de mis dedos, sacándolos y metiéndome los con rapidez.

Si necesitas más ayuda o alguna modificación adicional, házmelo saber.

—¡Maldita sea! ¡Ahhhh! Te necesito, Alex —digo entre gemidos, sumida en una oleada de un intenso orgasmo.

───────༻✦༺───────
《《 Alexander》》

Uno de los guardias se me acerca.

- Su majestad, el hombre con el que estaba la reina se fue hace una hora.

- ¿CÓMO DICES?

- Su majestad, cálmese.

- ¿Cómo puedo calmarme si un hombre estuvo aquí con mi mujer y ustedes dejaron que se fuera así, sin más? ¡Idiotas! No saben hacer nada bien. Dios, ayúdame a tener paciencia, porque estoy a punto de matarlos por ineptos.- Respiro profundo - Despejen la isla y váyanse. No quiero a absolutamente nadie aquí, además de mi esposa y yo.

El guardia asiente con la cabeza y se va.

El maldito que se atrevió a besar a mi esposa me las pagará, así tenga que matarlo con mis propias manos.

Entré a la casa y todo estaba en completo silencio. Solo se escuchaba una música proveniente de una habitación. Me acerqué al pasillo donde se encontraba esa habitación ruidosa, abrí la puerta y no resultó ser una habitación cualquiera, sino un cuarto de baño.

Todo estaba oscuro, lo único que se veía era la luz proveniente del jacuzzi, donde se reflejaba la espalda de Janet.

- ¿Qué haces aquí, Alexander? - dice ella, dándose la vuelta para verme.

- ¿Acaso no puedo ver a mi esposa? - digo con sarcasmo mientras me acerco poco a poco.

- Suena tan patético que me digas 'esposa' - responde ella con ironía.

- ¿Con quién te estabas besando? - pregunto serio, ya que decir esto me molesta.

- Primero y principal, ¿desde cuándo me vigilas? Segundo, no es de tu incumbencia saber con quién me beso o no. Y tercero, yo te lo dije: tú haces lo que te venga en gana, yo también lo haré. Ahora bien, largo de aquí, no quiero verte - dice ella con un tono firme y demandante, algo que nunca había visto en ella.

Me enoja y me surge una pregunta que no quiero que sea verdad.

- ¿Te acostaste con él? - digo.

- Y qué, si lo hice.

- ¿Qué te pasa? No tienes el derecho a acostarte con otro que no sea yo. Comportate como una reina, no como una zorra - le digo gritándole.

- Pues te aguantas, porque tú a mí no me cumples como esposo. Además, tú te acuestas con Sara, la besas, ¿y yo qué? Dime, porque te diré algo: ya me cansé, Alexander. Yo voy a hacer lo que quiera, cuando quiera; tú no me mandas - dice, saliendo del jacuzzi desnuda.

No se le ve todo, ya que está todo oscuro, pero con la poca luz que hay se puede apreciar su sensual figura. Siento como mi pene se endurece; respiro profundo para poder recuperar la cordura y no cometer una locura, porque estoy deseando arrodillarla y pedirle que me dé una buena mamada por haber estado besando a otro, y que recuerde que solo yo puedo saborear todo de ella.

Observo como se pone una bata cuando está a punto de salir, la tomo del brazo.

- ¿A dónde crees que vas? - le pregunté.

- A un lugar donde no pueda ver tu rostro - respondió, soltándose de mi agarre y saliendo. La seguí hasta que entró en otra habitación.

Sin embargo, esta vez no pude entrar, ya que se encerró y aseguró la puerta. Golpeé con insistencia, pidiéndole que me abriera, pero no lo hizo.

- ¡JANET DARNIER, TE PROHIBO VOLVER A BESAR O TOCAR A OTRO QUE NO SEA YO, TU ESPOSO, TU REY! ¿TE QUEDÓ CLARO? ¡PORQUE SI NO, MATARÉ A TODO AQUEL QUE HAYA BESADO Y TOCADO ALGO QUE YA TIENE DUEÑO, Y ESE SOY YO, TU ESPOSO!

Me voy a otra habitación, me acuesto y suspiro. Por un momento, solo me dejo llevar por mis pensamientos asesinos sobre cómo voy a torturar y matar al maldito que besó a mi mujer.

La Realidad De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora