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Prácticamente corría de un lado a otro tratando de buscar la solución.

Lo único que se me ocurrió fue decirle que se escondiera en el lugar más cliché del mundo.

Mi armario.

El me hizo caso y se quedó allí en silencio.

Bajé las escaleras para evitar a toda costa que se acercara a mi cuarto.

— Llegas temprano — dije.

— Me dolía un poco la cabeza así que decidí regresar más temprano hoy — me contestó rápidamente.

— Ve a acostarte, te traeré una pastilla de la farmacia — dije en un intento desesperado de sacar a Wichapas de casa.

— No es necesario — dijo. — Compré algunas en el camino — agrego.

— Bien, entonces te traeré agua — dije.

— Está bien, gracias — contestó.

Mientras caminaba a la cocina pensaba en como iba a sacarlo de mi casa.

Cuando le entregué el vaso de agua a mi madre me quedé con ella hasta que se recostó y me dijo que iba a tomar una siesta.

Cerré su puerta y corrí a mi cuarto

— Vámonos — dije abriendo la puerta del armario.

Me quedé parado cuando me di cuenta de que no había nadie dentro.

— Eras tan lindo de pequeño — oí decir a Wichapas detrás mío.

Cuando voltee el estaba viendo un cuadro familiar que tenía colgado en la pared de mi cuarto.

— Shhh — señale que guardara silencio.

Tome su mano y susurrando le pedí que me acompañará.

Salí de mi cuarto haciendo el menor ruido posible ya que sabía que aún estaba despierta.

— ¿Build? — dijo mi madre desde su habitación.

— ¿Sí? — contesté.

— Tráeme más agua cuando subas — dijo mi madre.

Solté un suspiro de alivio.

— Claro mamá — respondí tranquilamente.

Bajé las escaleras rápidamente con Wichapas y las subí solo al instante solo que esta vez tenía un vaso de agua en mis manos.

— Voy a salir un momento — dije apresurado en cuanto puse el vaso de agua en la mesita de noche de mi madre.

— ¿Vas a salir con alguien?, ¿Por qué vas tan apurado? — dijo.

Ahí estaba otra vez, intentaba sacar información, eso solo me decía que estaba actuando raro.

— No, solo quiero ir a comprar algo dulce — dije.

— Oh, entonces está bien cariño — dijo.

Salí de su cuarto y cuando bajé las escaleras no ví a Wichapas.

— ¿Wichapas? — dije en un susurro.

— Estoy aquí Smily — contestó susurrando.

Lo ví mirando fotografías viejas que mi madre insistía en dejar colgadas justo en la entrada.

Tome su mano y salimos de la casa.

Al alejarnos de casa me invadieron unas inmensa ganas de reír.

— Casi nos atrapan — dije entre carcajadas.

Un beso de Judas | Biblebuild Donde viven las historias. Descúbrelo ahora