CAPÍTULO 7. NÉCTAR DE POSEIDÓN

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JAMES


—¡Por fin! —resoplo, cuando Riddle decide aparecer por fin en el comedor de la casa de mis padres, escoltada por Albus y Scorpius.

Ella me lanza una mirada llena de ira que dura solamente un segundo, pero, en lugar de lanzarme una respuesta desafiante y mordaz de las suyas, se sienta en silencio a la mesa.

Mi madre rompe el incómodo silencio que se ha instaurado mientras sirve el almuerzo, intentando crear un ambiente de normalidad, que parece totalmente inalcanzable en esta situación.

Albus y Scorpius salen del comedor con mi madre, dejándonos solos a mi padre, Cole, Regina y a mí.

—Bien... —carraspea mi padre, algo incómodo. —Voy a explicaros el nuevo caso del que debemos ocuparnos. Ha llegado a oídos del Ministerio que se está traficando con una nueva sustancia estupefaciente llamada "Néctar de Poseidón" —explica, con tono profesional. —Esta nueva droga mágica causa alucinaciones extremadamente realistas y vívidas. Los usuarios experimentan visiones de sus deseos más profundos y temores más oscuros, lo que puede llevar a estados de euforia o pánico, causando estragos como magos desnudos en medio de la ciudad lanzando encantamientos, u otros que se lanzan desde lo alto del Big Ben huyendo de un temible basilisco imaginario.

Cole toma notas diligentemente, mostrando su compromiso y profesionalismo, mientras Regina escucha en silencio, con una expresión impasible en su rostro.

Me esfuerzo por mantener mi atención en las palabras de mi padre, pero mi mente sigue divagando hacia la puñetera pequeña Riddle. Su presencia en mi casa, en mi vida, es como un recordatorio constante de las tormentas que puede provocar en mi interior.

Intento mantener mi mirada fija en mi padre, bloqueando cualquier distracción que puedan causarme esos ojos oscuros, que parecen estar siempre librando una lucha con sus demonios internos, pero su mera presencia sigue ejerciendo una jodida atracción magnética sobre mí.

—Debéis encontrar el foco de venta de droga, y desarticular a quién esté moviendo los hilos —finaliza mi padre. —Y sería conveniente que lo hicierais antes de que empiece el Mundial de Quidditch... —suspira, frotándose el puente de la nariz.

***

—Deberíamos salir de fiesta —anuncia Regina, con tono despreocupado, cuando volvemos al salón del Número 12 de Grimmauld Place.

—¿Estás completamente loca? —pregunto, desganado.

—¿Dónde crees que se venden las drogas, James? —pregunta, como si fuera obvio. —Te aseguro que en una biblioteca no. Las drogas se venden en callejones oscuros, y en discotecas.

—Tiene razón —se encoge de hombros Cole.

—Es una idea estúpida —digo, con sinceridad.

Regina me mira con los ojos entrecerrados y una sonrisa ladeada.

—¿Cómo has llegado a convertirte en Jefe de la Oficina de Aurores? Está claro que... —empieza ella.

Merlín, qué ganas de estrangularla.

—Después de todo lo que has hecho, ¿cómo puedes ser tan arrogante cómo...? —la corto.

—¿Y tú como puedes ser tan valiente y estúpido como para llamar arrogante a la Degolladora? —se cruza de brazos, con una sonrisa sarcástica.

—Si me quisieras muerto, estaría muerto, Riddle —suelto con sarcasmo.

—Sí, lo estarías —responde con arrogancia.

El Legado de la Oscuridad (Parte IV): RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora