CAPÍTULO 15. NAVIDAD

58 7 1
                                    

JAMES


—¿Quién te manda tantos mensajes? —pregunta Regina divertida, alzando una ceja

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Quién te manda tantos mensajes? —pregunta Regina divertida, alzando una ceja.

Estoy sentado en el sofá y ella está tumbada con su cabeza sobre mi regazo. Está preciosa, como siempre, con el cabello recogido y un ejemplar de Orgullo y Prejuicio en su mano.

Regina Riddle puede ser sádica, letal, una hija de puta en todo el sentido de la palabra, pero cuando tiene un libro de romance entre sus manos, se vuelve una lectora compulsiva. Le encanta la literatura cursi, y de las únicas veces que la he visto llorar es con escenas que para mí son ridículas, pero para ella significan la vida entera.

Y me odio a mí mismo por destrozarle este momento de paz.

—Imogen va a venir esta noche —suelto, de golpe. —Quiere que la acompañe a la fiesta de Navidad del Ministerio, así que tendremos que ir...

Ella se incorpora y me mira con el ceño fruncido.

—Claro, porque si Imogen necesita algo, tienes que dárselo —me fulmina con la mirada.

—Regina... —empiezo.

—¿Ella sabe lo nuestro? —me mira muy seria.

—No... —suspiro.

—¿Y piensas decírselo en algún momento? —se cruza de brazos, y veo cómo la ira empieza a brillar en sus ojos oscuros.

Joder...

Me quedo en silencio, incapaz de responderle.

—¿Qué soy yo para ti, James? —pregunta, ante mi silencio. —¿Una muñeca con la que jugar cuando te sientes aburrido, solo o cachondo? —dice, dolida.

Mi corazón se retuerce con cada palabra que sale de sus labios, consciente del dolor que le estoy causando.

—¿Qué esperas que haga, Regina? ¿Qué lo arriesgue todo de nuevo? ¿Mi trabajo, la vida que me ha costado tanto construir? Lo siento, pero no voy a hacerlo.

—Lo que esperaba era que fueras James Potter —suelta, con desdén. —El chico valiente y apasionado que eras, pero por fin me he dado cuenta de que hace mucho tiempo que dejaste de ser esa persona —su mirada llena de decepción me atraviesa.

—¡Yo no quiero ser esa persona! —le grito. —¡Desde que has vuelto, has puesto mi vida patas arriba de nuevo! ¡No quiero ser el James de antes, a quien no le importaba cruzar cualquier línea por ti! ¿Lo entiendes?

—Perfectamente —sisea, apretando los dientes. —Y ahora, si no te importa, voy a ir a ponerme guapa para tu esposa —suelta, dejándome solo en el salón.

Mientras la veo alejarse, una parte de mí quiere correr tras ella, pero me obligo a mantenerme en mi sitio. No puedo dejar que trastoque mi vida de nuevo... ¿O sí?

El Legado de la Oscuridad (Parte IV): RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora