SIÉNTEME

CAPÍTULO 24

*Narra Patrick

En la mañana logré salir al gimnasio para poderme encontrar con Andrés, él era amigo de casi todos los peleadores y si lograba convencerlo, él se encargaría de convencer a los demás.

—Hola Andrés.

— Hola.
— ¿Estás bien, Patrick? -

—La verdad no, necesito salir de aquí y tengo una idea, pero necesito tu ayuda.

— ¿Para qué?

—Para huir, si logramos que la mayoría de los peleadores se revelen, podríamos tener una oportunidad para salir todos de aquí.

—Pero sabes que también podemos terminar muertos todos, es demasiado peligroso.

—Lo sé, pero creo que vale la pena correr ese riesgo intentando tener una vida… No solo esto.
Sabes que aquí solo es cuestión de tiempo para que termines muerto, en una pelea o simplemente cuando John decida que ya no le sirves.

—Y suponiendo que logré convencerlos… ¿Para cuándo lo haríamos?

—La próxima semana, el viernes, aprovecharemos que no habrá peleas y que habrá menos seguridad para poder huir. Empezaremos una trifulca y saldremos de aquí.

Andrés suspiró fuertemente y analizó la situación unos minutos.

—De acuerdo Patrick, intentaré convencer a los demás peleadores.
—Solo espero que todos podamos salir vivos de esto.

— Así será Andrés, confía en mí.

—Pero deberás perfeccionar el plan que dices tener porque somos demasiados peleadores.

—Si todo resulta bien, a partir de ese día cada uno tendrá la oportunidad de planear su propia vida Andrés.

—Okay, iré a hablar con los demás. Te avisaré a cuántos logró convencer.

Después de eso, volví a mi cuarto para poder descansar un poco porque todavía me dolían los golpes que tenía por mis peleas.

Axel no estaba ahí porque hoy era uno de los días en los que iba a las secundarias a vender drogas. Aunque John accedió a no ponerlo a pelear, debía seguir vendiendo drogas porque si no, John perdería dinero.

Estaba tumbado en la cama muy distraído, pensaba en Agatha y en Denisse, ellas son lo más importante que tengo y aunque conocía los riesgos de mi plan, me llenaba de alegría y esperanza la idea de poder volver con mi familia.

Temía que les pudiera haber pasado algo malo en todo el tiempo que no he estado junto a ellas, temía que Agatha hubiera tenido complicaciones con el embarazo, temía que mi hija no esté lo suficientemente fuerte para llegar a este mundo, pero también estaba preocupado por el resto de mi familia, Antonella, mi tía Dominica, los padres de Agatha y también estaba bastante preocupado por Jeremy, me angustiaba que John lo relacionará con mi huida y que intentará algo en contra de él.

No me percaté del momento en el que me quedé dormido hasta que la puerta se abrió y Axel entró.

— ¿Cómo te fue Axel? -

—Bien, logré vender toda la mercancía que me dieron en dos secundarias. Así, el señor John no se molestará.

—De acuerdo Axel, ahora descansa y en un rato iremos al gimnasio para que practiques.

Como una hora y media después salimos del cuarto y llegando al gimnasio, pude ver a Andrés hablando con otros tres peleadores y pensé que les estaba contando el plan, pero no me acerque.

Le puse los guantes de boxeo a Axel y luego los dos subimos al ring para practicar.

Cuando terminé de practicar con Axel, yo me quedé sobre el cuadrilátero y Andrés subió para que simuláramos un entrenamiento entre nosotros dos mientras Axel se daba un baño.

—Ya hablé con algunos peleadores, pero necesitarán oír un plan bastante bueno para aceptar correr tantos riesgos.

—Pues todos somos libres de andar por la propiedad y en el patio tienen tirados vidrios, varios tubos de metal y de madera, incluso alambres de púas, eso es lo que podemos usar como armas, solo debemos ir a agarrarlos de uno en uno en estos días para que no sospechen, mientras tanto, debemos seguir viniendo al gimnasio e interactuar como solemos hacerlo para no levantar sospechas porque si John empezaba a sospechar, hará que nos encierren a todos en nuestros cuartos y no podremos hacer nada.

—Y ya que estemos armados, dejaremos todas esas armas debajo del cuadrilátero el viernes, para que el sábado en la noche empecemos el alboroto para poder huir, simulando una pelea entre dos bandos en los que estaremos divididos los peleadores.

—Okay Patrick, lo mejor será que tú y el niño sean los primeros en ir por las armas y después iremos los demás.
—Voy a informarles a los otros para tener el orden de cómo vamos a ir lleno por las armas.

—Gracias por tu apoyo Andrés.

—No hay de que Patrick, bien lo dijiste… Si esto resulta será el inicio de nuestras vidas, seremos libres de alejarnos de todo esto.

Nos dimos la mano y Andrés se fue con los demás mientras que yo también fui a las duchas para luego irnos a desayunar al cuarto.

Esa se había vuelto nuestra rutina: entrenar, comer y hablar de nuestras vidas, además, con mi última pelea y gracias a las altas ventas que Axel había logrado con las drogas, John nos había puesto un televisor en el cuarto así que ya teníamos algo con que entretenernos porque ya se nos habían acabado las buenas anécdotas a ambos y ninguno de los dos quería seguir recordando las malas, así que ver la televisión era una buena manera de distraernos de este maldito mundo, aunque sea por unas horas.

Después de eso, salimos al patio por las armas que ocuparemos… Yo agarré un palo de madera y le enredé un alambre de púas para que lastimara más, mientras que Axel tomo unos cuchillos oxidados y los afiló, generalmente esas cosas se usaban cuando algún prisionero intentaba huir o cuando John y sus amigos sentían que las peleas no eran lo suficientemente interesantes solo con el contacto corporal, así que, en esos casos, se hacía una pausa para que los peleadores descansarán un poco y les dieran ese tipo de armas. Estas peleas no eran muy seguido, pero cuando sucedían John, sus invitados y los peleadores sabían que la pelea se había convertido en un duelo a muerte y los peleadores sacaban su lado más oscuro y salvaje porque si alguno de los dos no terminaba muerto en máximo de cinco rounds, John se encargaría de que sus hombres matarán a los dos peleadores en el cuadrilátero, para mayor entretenimiento.

Esas eran las peleas que John más disfrutaba porque cuando esto sucedía, las apuestas hechas por algún peleador eran anuladas y automáticamente él se quedaba con el dinero apostado.

Eso me trajo recuerdos…

Hace tres años (a mis diecinueve), yo tuve que llegar a esos extremos, con un chico llamado Zack,porque ambos ya estábamos cansados después de los doce rounds, así que los hombres de John nos dieron a cada uno un puñal y un bate de madera para atacarnos.

Estuvimos peleando aproximadamente otra hora sin usar las armas hasta que logré tumbar a mi contrincante de una patada en la cara, entonces quedó inconsciente y le rompí la cabeza a punta de batazos. Esa ha sido la peor experiencia de mi vida, me mostró la parte más oscura de mi alma y después de eso intenté quitarme la vida por la culpa.

Intenté colgarme con una soga en las regaderas, pero Andrés me encontró y logró bajarme a tiempo, aunque ya estaba inconsciente. Después de unas horas desperté en mi cuarto, encadenado a la cama y con una camisa de fuerza.

John me dijo lo que intenté hacer y por ello, como castigo me dejó de alimentar por dos semanas. Luego de esas dos semanas en las que únicamente me dediqué a vender drogas, regresé a las peleas y hasta ahora había sido mi segundo intento de escape.

La primera vez que intenté escapar, tenía 15 años y solo logré esconderme dos días antes de que los hombres de John me encontraran. Y la segunda vez que lo intenté fue esta y pensé que ya había logrado escapar al fin, fue cuando conocí a María, Dolores y Carlos, fue cuando intenté tener una relación con Dolores, pero no funcionó y después de unos meses terminamos.

Sabía que la había herido, así que decidí irme de casa de Carlos y anduve vagando por todo México hasta que decidí contactar de nuevo a Christopher. Así llegué a Grinfield y entonces comenzó está historia que aún no encuentra final.