6 Una cena y dormir juntas.

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La cita de la cual no tengo ni voz, ni voto, se lleva a cabo en el restaurante del hotel. Bajo acompañada de uno de los chicos y ella está esperándome ¿Algo nerviosa? Ya que la veo jugar con sus dedos y en cuánto me ve una sonrisa adorna su rostro, se para y me espera llegar, ella tiene un traje y yo un vestido blanco que me dejó para ponerme.

   —Estás hermosa —sonrío, ella me besa y corre la silla para sentarme— ¿Qué quieres comer? —el menú está en alemán, pero también en inglés.

   —Creo que este plato se lee bien rico —una sopa de tómate con camarones.

   Le pasa el menú al mozo y ordena, se la nota algo nerviosa, intenta tomarme de la mano por encima de la mesa entonces las dejo sobre mi regazo o fuera de su alcance.

   —¿Cuántos días vamos a estar aquí?

   —¿Ya quierés irte? —otra vez ese gesto de tristeza. Por favor que deje de hacerlo.

   —En realidad todo lo contrario, me gustaría aprender a andar en snowboard y subir a las sillas para ver el paisaje desde arriba, otra vez —ella sonríe y otra vez ahí están sus hoyuelos— ¿Es verdad lo que me dijiste?

   —No sé sobre que preguntas, pero si te lo dije es verdad. Prefiero la honestidad, después es más trabajo acordarme de la mentira, claro que depende el caso.

   —Me dijiste que era la primera que te habías enamorado.

   —Sí, es verdad. Bueno al menos de la manera en como me siento ahora. No eres la primera persona en realidad, hubo alguien antes.

   Bajo la mirada a mi plato y la miro de nuevo, quería saber si mentía, pero no lo ha hecho, siempre me ha dicho la verdad. En el orfanato era fundamental saber en quién confíar y aprender a leer las mentiras es una habilidad adquirida.

   —Dijiste que me salvaste hace dos años en ese callejón ¿desde ahí te has obsesionado conmigo?

   Ella levanta la cabeza algo cansada, me ha dicho que está enamorada, pero quiero saber cómo es que de salvarme, se enamoró de mí.

   —No estoy obsesionada. Estoy enamorada, ya te lo he dejado bastante en claro, varias veces.

   —Bueno no conozco mucha gente enamorada que conquiste a su amor secuestrandolo, pero supongo que cómo puedo saberlo a ciencia cierta, sino he tenido muchas parejas.

   —Lo sé —me mira y da un trago a su copa de vino—. En realidad te ví cantar varias veces en ese restaurante, incluso cuando lo re inaguraron. Traté de estar desde las sombras, pero cada vez se me hacía más difícil quedarme al margen. Las veces que te "encontrabas corta de dinero" fui yo. El departamento que tu casero te ofreció y dejo al “mismo precio” fui yo, las propinas generosas fui…

  —Fuiste tú —la interrumpo y ella vuelve su mirada a mí— ¿Porqué nunca te acercaste a mí como una persona normal lo haría? —Ella suspira y se deja caer en la silla.

  —La idea era solo cuidarte desde lejos. Aparte ni siquiera me hubieras registrado. De hecho no lo hiciste —sonríe algo triste y da un trago a su copa de vino, la deja en la mesa y toca la base.

   —¿Cómo no iba a hacerlo, si eres una mujer hermosa?

   —¿De verdad lo crees? —ella sonríe y yo me auto golpeo por haberlo dicho.

   —Deberíamos pedir postre.

   Evito contestar y le pido al mozo la carta para pedir el postre. Ella me mira como si fuera una pintura de Vang Gogh, yo la miro como si hubiera pisado mierda.

La coleccionista Donde viven las historias. Descúbrelo ahora