14 Piel a piel

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Finalmente caí en la cuenta, de qué la coleccionista y todo lo que fue al inicio fue tan solo una fachada para mantener su imagen "no me desobedezcas delante de los empleados que no puedo dejarlo pasar y no quiero castigarte Nirvana, por favor te lo pido, deja de enfrentarme delante de ellos, no puedo mostrarme débil por ti" y eso fue más una súplica que una órden. Dejé de enfrentarla, y ví su lado más humano.

   Verla dormir calmada a mi lado, sonreír genuinamente cuándo se le marcan los hoyuelos en las mejillas y sus ojos brillan es lo mejor del comienzo de mis días. Ya sé con seguridad que no me cae mal.

   Hace un mes que estoy con ella en Grecia y desde hace 22 días me deja detalles como: una flor, una nota, un dibujo. Me prometió que finalmente iríamos por mi hermana, solo me pidió esperar ya que está con exámenes y son importantes si quiere mantener un promedio para la universidad y el shock quizás sea contraproducente, claro que otra vez creí en ella, hasta ahora jamás me ha mentido.

   Hace seis meses estaba cantando en un restaurante, luego me secuestraban y llegaba ella para llevarme a otro país. La odié por un tiempo largo. Cuándo me contó los motivos por los que lo hizo, mi corazón que la había detestado, borró todo de un plumazo, algo en mi interior quería creer en ella y lo hizo. Ahora no tengo dudas de que quizás un día pueda corresponderle los te amo, porque últimamente me gusta demasiado, tenerla cerca.

   —Hola conejita —Llega con bolsas de mercadería—, como me dijiste que sabías hacer galletas de chocolate, traje para hacer ¿Me las cocinarias?

   —Sí, claro.

   Me levanto y me pongo manos a la obra. Desde ahora Electra se pasa todo el día siguiéndome de aquí a allá, incluso se echa en la puerta del baño mientras me baño, así que tengo que andar con cuidado de no pisarla. Me pongo manos a la obra, ella trajo demasiados ingredientes y me hizo hacer bastante mezcla, pronto me dí cuenta el porqué.

   —¿Puedes llevarle tú a los empleados? No quiero que sepan que yo pensé en ellos —niego con la cabeza, tomo la bandeja y le regalo un beso que la deja sonriendo.

   Cuando entro de nuevo en la casa, la veo acostada en sofá tratando de elegir una película para ver, me siento a su lado, ella me da el mando y se rinde acostándose. Encuentro una clásica que es de cultura arcoiris por excelencia "imagine me and you". Le doy play y me acuesto en su pecho, ella larga el aire contenido, besa mi cabeza y me acaricia la espalda y el cabello, es tan lindo que alguien te de mimos. Entonces me percato de que es ella quién siempre me los da. Me enderezo poniendo pausa y la miro seria.

   —¿Qué pasa? ¿No te gusta la película?

   —Siempre me haces cariños.

   —Sí... ¿No te gusta? —pregunta con duda.

   —No es eso —relaja su cuerpo—. Es que... —me acuesto en el otro extremo—, ven —abro los brazos —quiero ser yo quién te mime ahora.

   Con una sonrisa se acomoda sobre mi pecho, y nos acurrucamos mientras que la acaricio suavemente, y de vez en cuándo la beso también. Finalmente sin ser obligada a hacerlo, la beso.

   —Siempre he sido quién da las caricias, se siente bien recibirlas. Soy demasiado melosa a veces, lo siento.

   —A mí no molesta, bueno ahora no molesta —ambas reímos—. Ya no me caes mal, ni te odio.

   —Gracias —suelta el aire—. Era un peso enorme sentir que me odiabas.

   Terminamos de ver la película y nos levantamos, me extiende la mano y subimos a acostarnos, ya nos acostumbramos acostarnos solo en ropa interior. Me meto a la cama con ella y la beso para darle el beso de buenas noches, pero se me hace cada vez más difícil dejar de besarla. Mi mano sube por su abdomen mientras nuestra respiración está errática.

La coleccionista Donde viven las historias. Descúbrelo ahora