Estamos sentadas en la sala tomando la merienda juntas, me siento a su lado y la miro mientras toma tranquila su té. Acarició mi collar de caracol, que desde que me lo regaló jamás me saqué y se ha vuelto un acto religioso tocarlo, mi amuleto de la suerte. Ahora cada vez que lo hago pido que ella vuelva a mí, y el milagro sucede.
—¿Conejita?
—Amor —me levanto y me acerco a ella, al fin me ha reconocido.
—Conejita. ¿Cuánto tiempo ha pasado?
—3 meses, mi amor.
—Perdón, perdón amor, yo no quiero olvidarme, pero...
—Lo sé.
Han pasado demasiados años, y mientras el tiempo se depositaba en nuestra piel y en la mente de Lis, demasiadas cosas sucedieron. Electra falleció con 14 años y luego de ella vino nuestra gata Mirly, y Bora, un perrito que adoptamos de un refugio. No tuvimos hijos, pero no hizo falta, Savannah tuvo 5 hijos que junto a los de Helen y Tessa llenaron nuestras vidas y días de colores. También sentimos la partida repentina de Devon 10 años después de que nos casamos por un aneurisma, su partida luego de haber estado todos reunidos la noche anterior, fue aún más devastadora.
Tuvimos altos y bajos en nuestra relación como cualquier pareja incluso pasamos por la mala racha y casi nos divorciamos, hasta pasamos un tiempo separadas, pero recordamos los helechos plateados y lo que siempre habían significado, buscamos nuestra vuelta a casa, a nuestro amor y lo encontramos. Después de esa brecha y prueba de fuego, salimos fortalecidas y ya nunca más, volvimos a tener una crisis tan fuerte como esa o al menos nos mantuvimos aún más juntas a pesar de las crisis.
Nuestros sobrinas y sobrinos nietos nos visitan seguido, a nosotras y a su madre Savannah, quiénes también vienen con sus hijos y aunque Lis a veces no recuerda, algo dentro de ella si, porque ama jugar y estar rodeada de los niños. Ya no me duele que me olvide a veces, pero siempre me habla de su conejita, de lo linda que es, de su carácter desafiante y de cómo ama el color de sus ojos bellos, aunque su conejita soy yo misma con unos varios años encima. Aunque a veces me coquetea y una vez me dio un beso a escondidas y me dijo que le gustaba, yo sonreí y le dije que ella también me gustaba, como la viejita pervertida que es me besó acorralandome en el clóset de la limpieza, el personal sabe que es mi esposa a veces le siguen el juego.
Dejamos de luchar contra las canas y la tintura, y aceptamos la edad, ambas tenemos el cabello color ceniza y blanco, extraño un poco ver su cabello negro que hacía resaltar sus ojos, supongo que si recordara, extrañaría mi cabello colorado.
—¿Nos sentamos frente a la ventana para ver el atardecer?
—Sí —acomodo su silla de ruedas cerca de la ventana y me siento en el sillón a su lado.
Helen y Tessa viajaron por el mundo, ambas siguen juntas luego de divorciarse la primera vez y estar separadas 5 años, se dieron cuenta que no podían vivir la una sin la otra y volvieron a casarse renovando votos cada año. La escuela de arte pasó a dos de los hijos de Savannah, y de las galerías una a Magui la hija de Tessa y Helen, y la otra a una de las nietas de Savannah.
—Conejita —volteo a ver sus ojos grises que con el paso del tiempo se han hecho más claros pero que brillan igual cuando me ven—, te amo, quiero que lo sepas antes que olvide —llora y seco sus lágrimas—. Viví una vida llena y plena a tu lado, fui feliz, muy feliz amé cada minuto. Lamento haberme ido de casa en nuestra mala racha, aunque te prometí que no me iría de nuevo, pero me alegra haber encontrado el camino de vuelta.
—Tambien fui feliz a tu lado Lis, ame nuestra vida juntas. Perdón por haberte alejado y dejado ir en nuestra mala racha y me alegra que encontráramos el camino a casa, mi helecho plateado. Te amo Lis —ambas miramos por la ventana.
Dex y Savannah se separaron, cuándo sus hijos crecieron, aunque volvieron al inicio y su amor se transformó en amistad.
—Conejita, ¿nos tomamos una canción? —Sonrío.
—Mi amor, ya no somos tan jóvenes.
—Solo quiero bailar con mi esposa antes de que se oculte el sol y la olvide de nuevo, por favor.
Llamo a un enfermero y me ayuda a pararla, nos abrazamos y bailamos una canción, meciendonos más que bailando.
Recuerdo nuestra juventud, desde el inicio, como la odiaba, como luego descubrí y ella me dejó ver una faceta de la que me fui enamorando, recuerdo la noticia de su muerte, su regreso, nuestra casa, los desayunos en la cama, nuestras noches de hacer el amor, nuestros viajes, todas las personas que perdimos y la llegada de los niños que amamos como si fueran nuestros, sus ojos grises mirándome con amor, a Electra en nuestro día a día, la despedida dolorosa de ella cuándo no se podía hacer nada y cada una a su lado cuando falleció en casa, recuerdo el árbol que plantamos en el patio sobre su tumba, las mascotas que llegaron después, recuerdo toda nuestra vida juntas. Decido quedarme con todo lo bueno, que fue y pesa mucho más.
Nos sentamos de nuevo, me acerco a besarla suavemente, y miramos el sol ocultarse tras el horizonte, tomadas de las manos, nos miramos una última vez y nos regalamos un te amo antes de cerrar los ojos.
Ambas fallecieron esa tarde yéndose con la puesta de sol, como dijeron en los votos de su casamiento, juntas hasta el final y cómo no existía una sin la otra, se marcharon juntas.
Fin
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La coleccionista
RomanceSe había obsesionado conmigo y me secuestró para hacerme parte de su colección de arte. La vida de Nirvana cambia radicalmente. El día que es secuestrada por una mujer a la que llaman "la coleccionista", ella la aparta de su hermana y la dan por mue...