19 Tratando de avanzar

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   —¿Llevas todo?

   —Sí.

   —Empacaste cepillo de dientes, toallas, peines, crema, guantes, siempre los olvidas y hace frío.

   —Sí, sí, y sí. Escúchame Vana, quizás sientas el síndrome del nido vacío, porque voy a volar y...

   —Escúchame bien gorrioncita mía, te me cuidas, no estoy lista para ser tía joven, sino te bajo de un escopetazo al pajarillo que tienes de novio ¿Estamos?

   —Copiado mi general, cambio y fuera.

   Evan toma los últimos bolsos cargándolos en la camioneta. A la final es un buen chico, y me cayó bastante bien, pero me la embaraza y le corto las bolas.

   —¿Estarás bien?

   —Tengo a Electra, no te preocupes, ella sabe cuidarme.

   —Sabes a lo que me refiero, Dex se fue hace unos meses y yo me voy ahora, vas a estar sola en casa y...

   —Tapada de trabajo, sabes que las galerías y los artistas, sobre todo son más demandantes que un hijo —ella sigue mirándome preocupada—. Estaré bien, sino te llamo, aparte sabés que Tessa es un sombra molesta que vive pegada a mí, cuando no está Helen —ella ríe—. Ve tranquila y Sav, de verdad te cuidas, no dejes las pastillas y recuerda sin sombrero no hay vaquero, así que siempre con preservativo.

   —Ay Dios, no necesito la charla de educación sexual a esta edad. Entonces me llamas y en un pin pas, estoy aquí.

   —Se te pegó el dicho de Dex —siempre pensé que terminarían juntos— Insolente, ven.

   Nos abrazamos fuerte, secando nuestras lágrimas, me despido de Evan quien sube algo asustado a la camioneta, luego de mi amenaza al oído.

   Casi un año desde aquel el día, cuatro estaciones, un año nuevo, cumpleaños y sigo aquí un poco menos rota. Me visto para salir a a comprar la arcilla para el taller de esta tarde, y la chica que siempre me atiende me ve entrar dibujando una gran sonrisa en su rostro.

   —Disculpa vienes siempre y bueno... ¿quieres ir a tomar algo? Salgo en media hora.

   Tomo mi collar como siempre hago, o cada vez que siento que necesito sentirme reconfortada. Pienso en ella otra vez, en su recuerdo y quizás ya es tiempo de avanzar.

   —Claro —digo no muy convencida.

   —Wow no pensé que llegaría tan lejos ¿Me esperas? Hay un café nuevo al que he querido ir aunque no sé, si tú tienes pensado ir a tomar un café o algo más fuerte —ella se pone muy nerviosa, y la calmo tomando su mano.

   —Está bien, tranquila. Vamos viendo, podemos ir caminando, y si algún lugar nos gusta paramos, o vamos a ese que querías ir.

   —Genial.

   Se llama Chleo tiene 26 años, y trabaja ahí medio tiempo, no le gustan los perros y ama la música country. No le gustan los perros y yo amo a Electra... quedamos como amigas.

   A Chleo le siguió Tania, Sarah, Michelle, y finalmente Ginni, la amable Ginni que tanto me había negado a conocer y terminé conociendo en el cumpleaños de Helen. Ginni con quien llevo saliendo 2 meses.

   —¿Te quedas a dormir? —me pregunta mientras me visto luego de que tuvimos relaciones.

   —No creo, tengo cosas que hacer mañana temprano.

   —A veces siento que evitas acercate demasiado, que no quieres quererme demasiado, o estar demasiado conmigo. Nunca te has quedado tú a dormir. Siento que vivo a la sombra del fantasma de tu última relación.

La coleccionista Donde viven las historias. Descúbrelo ahora