Capítulo 49 - Supongo Que Ella No Confió En Mí Lo Suficiente

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"¿Estás bien?" 

Preguntó Glara. 

"...Sí".

Respondió finalmente Rosemond. 

Glara parecía dudosa, pero volvió a su trabajo. 

Rosemond se mecía lentamente en una mecedora mientras se quedaba inmersa en suspensamientos.

Se sentó en tranquila contemplación más tiempo que de costumbre, ya quetenía que considerar el estado de los asuntos del palacio para cuando se fuera.

"Glara". 

Después de un tiempo, Rosemond llamó a su dama de compañía. 

"Sí, señorita Rosemond". 

"Consigue un bolígrafo y un papel. Necesito escribir una carta". 

Glara hizo lo que se le ordenó y trajo los artículos solicitados. 

Rosemond llevó el bolígrafo alpapel y comenzó a escribir algo. 

Su expresión era seria al principio, pero pronto parecióagradable de nuevo. 

Cuando terminó, dobló la carta, la puso en un sobre y la selló. 

"Diles que la carta debe ser enviada como de costumbre".

Dijo Rosemond, entregando lacarta a Glara. 

"No se preocupe, señorita Rosemond. ¿No hacen siempre eso?" 

Glara tomó la carta, peroRosemond no dijo nada en respuesta con respecto al destinatario.

"Señorita Rosemond, ¿Cuándo necesita que le entreguen la carta?"

Preguntó Glara.

"Cuanto antes mejor y tan secretamente como sea posible. ¿Entiendes?"

Glara sonrió con astucia. 

"No se preocupe, señorita Rosemond. Siempre ha sido así." 

La confianza de la dama de compañía relajó un poco a Rosemond. 

Glara era una mujerinteligente, y no haría nada que la preocupara. 

Una sonrisa se extendió por los labios de Rosemond. 

*** 

Como estaba previsto, Rosemond dejó el palacio a la mañana siguiente. 

La distancia a la fincaDarrow era considerable, y se esperaba que volviera al Palacio Imperial en unas dos o tressemanas. 

Después de una semana desde que Rosemond se fue, Patrizia sintió una sensación de aliviocomo si le hubieran sacado un diente dolorido. 

Estaba claro que la concubina causaba un grandaño a su salud mental. 

Lucio no acompañó a Rosemond en su viaje, pero la despidió y le deseó un buen viaje. 

Después, volvió a su oficina como de costumbre. 

Se instaló frente a su escritorio lleno depapeles, y luego tomó un bolígrafo para comenzar su trabajo atrasado. 

"¡Ah!"

Un dolor agudo atravesó su muñeca, y usó su otra mano para agarrarla. 

Una sirvienta queestaba de pie fuera oyó el ruido, y se precipitó a su oficina. 

"Su Majestad, ¿Qué pasa?" 

"Haaah..." 

Lucio se tragó su gemido de dolor. 

Dama A ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora