Capítulo 13 - No Debí Haber Venido

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Petronilla entró en la habitación y miró a Rosemond con una rara y helada expresión en la cara.

Patrizia se sorprendió por el repentino extraño que había tomado el lugar de su hermana gemela.

"Nadie aquí quiere saber sobre su vida privada y la del Emperador." -dijo Petronilla.

"Pensé que todos querían saber."

Respondió Rosemond con una sonrisa, pero la fría expresión de Petronilla no cambió.

"Te equivocas." -dijo Petronilla bruscamente.

"Y como parece no saber nada, le diré que la reina acepta al emperador sólo en días señalados. Ella no puede servirle en todo momento. Ese es el trabajo de alguien menos noble que ella."

"..."

La cara de Rosemond se endureció.

Petronilla parecía insinuar que Rosemond no era nada mejor que una prostituta.

Sin embargo, la expresión de la concubina se relajó ligeramente y rebatió las palabras de Petronilla.

"Sería una tragedia si ella no pudiera ni siquiera servirle en los días señalados."

"Señorita Phelps." -advirtió Patrizia en voz baja.

Debería terminar esto rápidamente antes de que el ambiente de la fiesta de té empeore.

Cuanto más se prolongara esto, más sufriría su propia imagen.

"Incluso aunque sea baronesa, no tiene permitido hablar de la vida privada de la reina."

"..."

"¿Entendido?"

Rosemond puso una mirada pensativa.

"Quién sabe. Si simplemente lo considera un problema privado de Su Majestad... ¿No sería también un problema de sucesión?"

"No es algo de lo que usted, Señorita Phelps, tenga que preocuparse. Entiendo que está más interesada en la Familia Imperial por su proximidad a Su Majestad, pero hay una línea que no puede ser cruzada. Soy la reina del país, y eso significa que soy la esposa oficial de Su Majestad. ¿Hay alguna amante en el mundo que pueda hacerle frente a la legítima esposa de la casa?"

"..."

Era una forma educada de decir "La concubina debería dejar de inmiscuirse en el tema."

Y una sonrisa insincera se formó en la cara de Rosemond.

No dijo ni una palabra más.

Patrizia se preguntaba si era porque no quería o porque no podía.

Patrizia suspiró en su interior.

Trató de mantener su cara calmada, pero su mente estaba agitada.

En cambio, tomó la delicada taza de porcelana que tenía delante, inhaló el aroma del té unas cuantas veces, y luego cambió el tema de conversación.

"Ah, ahora que lo pienso, ¿No se casará pronto la hija del Conde Ayrland?"

***

La conversación de las mujeres duró mucho más de lo que Patrizia esperaba, pero al menos el estado de ánimo mejoró considerablemente desde el principio.

Sorprendentemente, Rosemond se quedó hasta el final de la fiesta, y aunque intervino con algunos comentarios aquí y allá, todas las mujeres de la nobleza la ignoraron.

Por ahora, la posición de Patrizia era más fuerte que la de la concubina, pero sabía que podía ser revertida en un instante.

Si no tenía el favor del Emperador, tenía que fortalecer su propio poder.

Dama A ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora