Capítulo 20 - ¿Estuviste Con El Emperador Anoche?

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El no tener ni una sola dificultad en la vida significaba que la vida era increíblemente aburrida y seca.

A veces, sin embargo, Lucio esperaba no tener que pasar nunca por dificultades.

Eso era un lujo para él.

Lucio abrió los ojos al amanecer.

Para ser exactos, fue justo antes del amanecer, cuando el cielo comenzó a cambiar gradualmente de negro oscuro a azul.

Intuyó que no estaba en su habitación, y sólo por la suave fragancia de las flores en el aire se dio cuenta de que estaba en la cama de la Reina.

"Haaa..."

Lucio suspiró.

Nunca lo había hecho delante de nadie, excepto de Rosemond.

Levantó su mano y apretó su frente palpitante.

Pensó que podría estar resfriado.

Debe haber sido causado por la lluvia de anoche.

Seguía Iloviendo, y las gotas de lluvia seguían golpeando firmemente contra la ventana de cristal.

Pensó en dejar la habitación y volver al palacio, pero no quería mover sus pesados miembros.

Por cierto, la Reina no estaba a la vista.

¿No era esta su cama en la que estaba acostado ahora mismo?

Su frente se arrugó lentamente cuando se dio cuenta.

No podía creer lo que había pasado.

Actuó como un tonto borracho delante de ella.

Cuando decidió que no podía quedarse más tiempo, levantó su pesado cuerpo y se levantó de la cama.

Después de abrir la puerta, Mirya, la dama de compañía de la Reina, se volvió hacia él con sorpresa.

Aclaró su garganta y rápidamente se inclinó.

"Saludos al Emperador. Gloria al Sol del Imperio".

"... ¿La reina me trajo aquí?" -preguntó Lucio.

"Sí, Su Majestad".

"Le he causado un inconveniente".

Mirya dudó antes de hablar con cuidado.

"Su Majestad, puede que no tenga la posición como para decir esto, pero..."

"..."

"Sé que la señorita Phelps es una persona especial para usted, Su Majestad."

"... ¿Y cómo lo sabes?"

Era un lugar intocable.

Nadie podía tocarlo.

Nadie excepto Rosemond, a quien le permitía.

Así que Mirya estaba arriesgando su vida suplicándole.

"Lo siento. Mi difunta madre, una dama de compañía, me lo dijo..."

"..."

"Por favor, no le dé su afecto, aunque no tenga la posición para exigirle nada", - continuó Mirya.

"Pero... ¿Podría ser más amable con Su Majestad?"

"... Qué atrevida eres", -dijo Lucio con voz irónica.

"En nuestra noche de bodas, le dije que no esperara amor de mí, y le hice prometer que no tocaría a la señorita Phelps. Pero, ¿Crees que mi actual yo debería cuidar de la Reina?"

Dama A ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora