Capítulo 56 - Hace Diez Años, El Día Que Ella Murió

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Era algo cruel, pero él podía hacerlo.

El asalto continuo rompía el sentido del bien y del mal de una persona, y cuando se golpeaba el cuerpo, la moralidad era inútil para salvarlos.

Para el chico de entonces, esa idea era su mecanismo de defensa.

Creía que realmente podría morir si Alisa le pegaba más.

"Su Majestad... pe-pe-perdóneme".

Se las arregló para decir con sus labios magullados.

El azote se detuvo inmediatamente.

Eso no significaba que su cuerpo no doliera como el infierno, y el dolor a menudo llegaba tarde.

La sangre goteaba de las heridas del chico, y Alisa sonrió dulcemente.

"¿Debo parar?"

"Perdonadme, Majestad... por favor perdonadme..."

"Entonces, ¿Matarás por mí?"

Ella puso una espada larga en su mano.

Casi la dejó caer, pero no quería saber qué tipo de castigo le infligiría si lo hacía.

Apretó su mano en el mango de la espada.

La Reina Alisa se inclinó y cantó con una voz melosa.

"¿Quieres que me detenga?"

"Heug... sí, Su Majestad. Por favor",

Suplicó el chico, pero Alisa actuó como si no le importara lo que él dijera.

"Entonces mata".

"..."

"Tienes un minuto para quitarle el aliento a esa mujer".

"Ah..."

El niño miró a su madre desesperada, pero ella parecía completamente tranquila, como si no acabara de hacer una locura al ordenarle a su hijo que matara a alguien.

El corazón del niño se hundió mientras consideraba sus opciones.

Si no mataba a la mujer, los castigos seguramente comenzarían de nuevo, y tal vez realmente moriría.

No quería sufrir más ese terrible dolor.

"Eu-heuheuheug".

Lentamente levantó la hoja del suelo, un sonido se desprendió de su garganta el cual no sonaba ni a humano ni a bestia.

Sus piernas temblaban violentamente de dolor, y se preguntaba si un hueso estaba fracturado.

Las mejillas del chico estaban manchadas de lágrimas y sangre mientras se acercaba a la mujer atada a la silla.

Ella estaba cubierta por la tela blanca, pero también parecía conocer la muerte inminente que tenía ante ella.

El paño blanco estaba mojado donde sus ojos estarían.

"Lo siento".

Dijo el chico.

Quería vivir.

Quería vivir.

Lo sentía.

Nunca podría perdonarse por haberla matado.

Nunca...

*Apuñalar*

*Apuñalar*

*Apuñalar*

*Apuñalar*

Perdió la cuenta de cuántas veces pasó su espada por el cuerpo de la mujer.

Parpadeó mientras la sangre salpicaba su cara.

Dama A ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora