Capítulo 115 - Sería La Reina Viuda, No La Reina

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Rosemond estaba completamente atónita y llena de incredulidad hacia el diagnóstico del doctor.

"¿Por qué mientes? ¿Te atreves a mentir solo para que me maten? Su Majestad, él está mintiendo."

Dijo Rosemond con desesperación.

A pesar de alboroto, el viejo doctor permaneció calmado a su lado.

"Su Majestad el Emperador, no estoy mintiendo. Si usted cree que es un diagnóstico equivocado, puede consultarlo con otros doctores de la corte."

"..."

La cara de Lucio se llenó con emociones conflictivas, entonces habló rápidamente.

"La criminal clama que el doctor del palacio no es fiar, así que, procederemos con más investigaciones para prevenir futuras discrepancias."

Sin embargo, pronto se hizo claro que Dios no estaba del lado de Rosemond.

Un total de cinco doctores la examinaron, pero todos y cada uno concluyeron que no estaba embarazada.

Sin embargo, Rosemond no pudo aceptar este desenlace.

"¡Eso no puede ser posible, su Majestad! Tuve náuseas matutinas y no he menstruado. Ellos están mintiendo para hacer que me maten, su Majestad."

Rogó Rosemond con desesperación.

"Perdóneme, por favor, su Majestad. ¡No, no me importa si no me perdona, pero perdone la vida de su hijo, el descendiente imperial, su Majestad!"

Uno de los doctores la interrumpió.

"Su Majestad, déjeme explicarle lo que ella acaba de decir."

Dijo el doctor mientras miraba a Lucio.

"Nosotros hemos llegado a la conclusión de que ella ha tenido un embarazado fantasma. Es algo que ocurre cuando una mujer quiere con desesperación el estar embarazada."

"..."

"No es una condición poco común."

Dijo el doctor.

Un noble levantó la voz esta vez.

"Entonces, nada está creciendo en su vientre, ¿Correcto?"

"Eso es correcto."

"Entonces, su Majestad, no hay razón para dudar más acerca de la ejecución."

Concluyó el noble.

"No hay razón alguna para mantener a una criminal, la cual ni siquiera pudo concebir a un descendiente imperial, con vida."

"¡No! ¡Estoy embarazada! ¡Estoy embarazada del hijo de su Majestad!"

Chilló Rosemond.

"Muevan a la criminal."

"¡Su Majestad, perdóneme! ¡Argh! ¡Déjenme ir!"

Rosemond fue llevada a la fuerza al patíbulo.

Lucía totalmente fuera de sí cuando se dio cuenta de que de verdad iba a morir.

"¡Su Majestad, perdóneme! No puede hacerme esto."

"..."

"¡Su Majestad!"

Pero no importaba que tanto llamara Rosemond a Lucio, no había nada que él pudiera hacer.

Incluso aunque era el gobernante de este vasto imperio, no podía usar su poder para violar la Ley Imperial.

Eso era equivalente a la tiranía.

Lucio simplemente se quedó mirando a la mujer que amaba con todo su corazón.

Dama A ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora