Skyler buscó entre las personas que se encontraban a esa hora en la biblioteca. Vio muchas caras desconocidas, pero no encontraba el rostro familiar que necesitaba. Suspiró con frustración, pensando que él no había llegado, hasta que notó a lo lejos una mirada conocida que se posó sobre ella, incitándola a caminar en su dirección.
—Hola, tú —saludó cuando estuvo posicionada frente a él.
Logan sonrió diminutamente, volviendo su mirada hacia el cuaderno de bocetos en el cual, para no sentir tanto la espera, plasmaba unos nuevos dibujos.
—Hola, chica cielo, pensé que te había tragado la cama —respondió, aun sin verla—. Te dije a las dos y son...
Ella se adelantó en responder.
—Las dos y diez, diez minutos no son mucha diferencia.
—No lo son, pero en diez minutos pueden ocurrir muchas cosas, inclusive en solo segundos.
Ella frunció el ceño, confundida.
—¿Y eso qué tiene que ver?
—Para ti no pueden ser mucha diferencia diez minutos, pero ese tipo de retrasos pueden costarle la vida a alguien, o generar conflictos mayores.
—Logan, esto es una reunión estudiantil, no la sala de espera de un hospital. No exageres, Dios.
—Y tú aprende a respetar el tiempo de las demás personas, hay que tener más sentido de responsabilidad, Bright.
—Agh, eres un fastidio —se quejó, retirando el morral de Logan que ocupaba la única silla disponible en la mesa elegida por él, con la intención de tomar asiento—. Un día sin discutir contigo, no tendría sentido en absoluto.
—Qué bueno que lo sepas —replicó Logan, lanzándole una mirada burlona.
Skyler liberó un hondo suspiro, dejando sobre la mesa su libreta y una pila de plumones, además de unos libros de estudio que había solicitado con anterioridad.
—Y bien, ¿Has encontrado información útil? Yo solo veo las palabras trinucleótido citosina-adenina-guanina (C-A-G) —leyó con detenimiento, pronunciando uno de los cuantos conceptos apuntados en su cuaderno—, y mi mente queda automáticamente en stop.
Logan cerró su cuaderno de bocetos, lo guardó en su morral y sacó del interior su cuaderno de Biología, junto a un libro pequeño, pero con gran cantidad de hojas.
—Sí, esa secuencia que mencionas se repite de manera anormal en el gen HTT, situado en el cromosoma cuatro. Este gen lo que hace es codificar la huntingtina, la cual es una proteína que regula algunas de nuestras funciones neuronales. Además, la enfermedad de Huntington es hereditaria.
Cuando Logan terminó de decir lo que encontró en su búsqueda, ella se quedó callada, intentando asimilar lo que acababa de mencionar. Luego de un momento, negó con frustración, porque en realidad no entendía por qué los conceptos biológicos solían ser tan complicados. No solo los nombres eran extraños, comprender sus significados era otro nivel de complejidad.
—Perdona, pero mi cerebro de maní no puede procesar tanta información —se limitó a contestar, cruzándose de brazos y sintiéndose impotente.
—El gen que codifica la huntingtina tiene dos copias, como todos los genes. —Logan se detuvo, detallando su expresión, pretendiendo determinar debido a sus gestos si estaba comprendiendo lo que él le mencionaba. Ella asintió—. El que se hereda del padre, y el que se hereda de la madre, una de esas dos copias es la que tiene la mutación que le dará lugar a la enfermedad.
—Eso quiere decir que solo se necesita una copia del gen defectuoso para padecer el trastorno —insinuó, dubitativa.
—Así es, eso es lo que significa el hecho de que digan que la enfermedad se hereda de modo autosómico dominante.
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Cuando la muerte sea solo un sueño
Teen Fiction«En ocasiones los hechos del pasado pesan más que las ilusiones de un futuro mejor». Esa era la frase que se repetía constantemente en los pensamientos de Logan Benedetti. Un chico obstinado, e ininteligible. Una secuencia de hechos dolorosos había...