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Calor, hace calor.

Lucifer se hacía bolita en el futón de algodón que había en el suelo, la frescura del suelo y la suavidad del colchón le da una pequeña sensación de paz en su momento de calor, es una sensación que no puede interpretar cuando su mente no está del todo clara. El celo es un buen anestesiante para no pensar en nada más que en fornicar, es un recordatorio de lo que solo que está, un mensaje de su naturaleza que le exige un alfa. Pero, cómo se trata de Lucifer, ha bastado con encerrarse y tocar superficialmente su cuerpo. Eso siempre fue así.

— Ah~... — jadeo cuando una extraña extremidad comenzó a subir por sus piernas. Su cuerpo no reaccionó de forma violenta, sus músculos se tensaron por el contacto, sus manos se apretaron al futón cuando una gran sensación le golpeó directamente el rostro. — Ah... ¿Q-quién?... Mmm~ — un gemido se ahogó en su garganta cuando algo similar a una mano sujetó sus glúteos. Manos grandes, de un alfa que las ha usado en trabajos pesados.

Dios...

Apretó los labios cuando otra mano sostuvo su miembro, no veía nada más que oscuridad. Es la tercera noche de su celo y sigue en cautiverio en el sótano de su mansión, con la neblina en su mente no puede pensar en nada más que en el contacto repentino que había sobre su cuerpo. Sus ojos se abrieron cuando algo similar a una lengua se deslizó por la parte interna de su pierna, subiendo hasta su pelvis y volviendo a bajar hasta la base de su pene erecto. Sus manos se alzaron en la oscuridad, tratando de tocar a quien sea que lo estuviera manoseando.

Un escalofrío recorrió su espina dorsal cuando la misma lengua se deslizaba por su lubricada entrada y entraba con facilidad, como si ese lugar fuera perfecto. — Ah~... — se estremeció cuando la lengua comenzó a danzar en su canal.

Sus piernas se apretaron, queriendo atrapar la cabeza de la persona que se había colado en su mansión. — Oh~... Si~... — su cabeza se hizo hacia atrás, revelando su blanquecino cuello. Dónde una lengua también empezó a lamer, sin dejar marcas, su respiración se había vuelto pesada de repente.

Una buena cantidad de lubricante salió de su trasero hasta deslizarse por sus piernas, estas temblaban por la recién descubierta sensación. Esa es la primera vez que sentía algo moverse de esa forma en su canal y que se sintiera tan bien. Lucifer alzó la cadera, invitando a quién fuera el que lo tocará. Finalmente había perdido su racionalidad y se estaba dejando llevar por el calor del celo, su miembro fue rodeado por una mano. Por esa mano, la mano del alfa que no hace mucho se había marchado.

Al~... — Lucifer fue puesto en cuatro, con la cara en el futón mientras que sus piernas flexionadas alzaban su lindo trasero a la sombra, su pene había comenzado a ser estimulado por el extraño, su espalda comenzaba a tener escalofríos. Sus propias piernas comenzaban a perder estabilidad. Todo su cuerpo temblaba, deseoso de poder experimentar nuevas cosas con ese extraño que lo toca.

Ugh~.... Mmm~... — se mordió el labio, sintiendo como algo le daba toquecitos en su agujero reproductor, ser un Omega varón es complicado. Por qué técnicamente usan un agujero para tres cosas. Esos toquecitos comenzaron a ejercer presión en su mojada entrada, comenzando a entrar lentamente. La punta del miembro entraba y salía, como un juego estimulante que lo hacía tener ansias por tenerlo todo.

Esto es una tortura.

Lucifer empujó sus caderas, jadeando mientras se menean queriendo tentar al alfa para que finalmente lo tome. Unas manos grandes separaban sus glúteos, metiendo la mitad de lo que Lucifer asumió era su miembro. Se ahogó con su propia saliva cuando una segunda estocada llegó y la metió toda. Sus piernas temblaron ante la intromisión, su trasero se contrajo alrededor de ese gran miembro. Podía sentir como palpitaba dentro suyo, podía sentir como esas manos acariciaban su cintura mientras sus caderas habían comenzado con un vaivén lento.

El novio de mi hija. [RadioApple]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora