El novio de mi hija. [RadioApple]

Epílogo

Lucifer Morningstar.

Conocido por todo el imperio como el nuevo sol que llevará a la luz al reino que antes se encontraba escondido entre la oscuridad que el anterior regente la había sumido. El primer emperador omega del Nuevo Imperio, ha estado en el trono hace cinco meses y todo ha ido de maravilla en todos lados, el territorio que antes administraba como Marqués quedó en manos de su hija. Charlotte Morningstar, la actual princesa heredera. Aunque digamos que en el territorio han ocurrido algunas cosillas por su mala administración, ella está bajo el cuidado de Zestial, recibiendo su guía para gobernar bien el territorio. Cómo entrenamiento para gobernar un Imperio.

También es esposo de Alastor E. Haworth. Actual consorte del rey, el que siempre lo acompaña a todos lados, dando su mano, brazos y cuerpo para ser de ayuda completa para el rey. Está preñado de un cachorro, tiene seis meses y el pequeño no deja de patalear. Por las noches es peor, pues no deja que papi toque a su mami. Sólo se tranquilizaba cuando ellos dormían en cucharitas con las manos sobre su casa, sintiéndose de esa forma más seguro. Lucifer es un rey excelente, limpio por completo la corte real donde todos los nobles fueron encontrados culpables por malversar los fondos de la familia imperial, aumentando el presupuesto a cantidades que ningún plebeyo común pudiera pagar en un mes. Su dilema siempre es: "¡Si quieres que un reino sea transparente, justo y equilibrado. Primero empieza por quienes tienen el control! Todos ven que actúan de una buena forma. ¿Quién asegura que detrás de esa sonrisa no se esconde el hecho de haber ganado más dinero por haber robado? La justicia de un imperio empieza desde los aliados al trono, si todos los representantes son corruptos. Todo se volverá corrupto por un mal ejemplar." Y de esa forma, los seis nobles que lo cuidan sé convirtieron en cancilleres de confianza para él.

Actualmente, se encuentra caminando con su esposo por los rosales del palacio imperial. Los rosales que el alfa consorte plantó especialmente para el rey como regalo de bodas. Para que en su memoria vivan aquellos momentos, en dónde simplemente era un marqués que tenía como un lindo pasatiempo la jardinería.

— Cielo. — Alastor susurró en su oído.

— ¿Mmm? — alzó la mirada, sonriendo.

Alastor miró de un lado a otro, asegurándose de que nadie los esté viendo o que posiblemente los vean.

— Te amo. — susurró, sosteniendo sus mejillas mientras sus labios presionaban los contrarios — Esto es el cielo.

Murmuraba, dando picos rápidos y otros duraderos mientras dejaba un camino de besos por todo su rostro con una gran sonrisa adornando su rostro. ¿Cuántos días han pasado en dónde ha tenido privacidad con su señor? Ah... ¿Una larga semana o un mes entero? ¡Los seis cancilleres nunca los dejan solos! Y su único momento en paz es por las noches, pero su hijo no los deja tener intimidad en lo absoluto. Besó por última vez sus labios y lo estrechó entre sus brazos, con cuidado para no aplastar la casa de su hijo, sintiendo como el rubio lo envolvía con sus propios brazos. Tan cálido.

Lucifer había comenzado a ronronear, esos ronroneos que demuestran lo cómodo que se siente con su pareja e hijos.

Alastor suspiró, besando nuevamente sus labios hasta el punto de morder suavemente los contrarios. Sintiendo que su exquisito sabor se extiende en su paladar. Tiene la gran fortuna de que su esposo sepa tan exquisito, ese sabor que lo vuelve loco. ¡Alastor se sentía dichoso de poder besarlo y tocarlo algunas veces! Sus manos sostenían la pancita del rey, acariciando suavemente para que el cachorro no se sintiera olvidado. Pues hace poco descubrieron que era un poco resentido.

— Mi rey. ¿Creés que es niño o niña? — sonrió cuando al fin dejó de mordisquear los labios del soberano.

Lucifer sonrió, limpiando un poco el bálsamo que se había quedado en la comisura de los labios del castaño.