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Cuando Valentino llegó a la fiesta de debutantes, esperó a que alguien saliera a recibirlo y le diera la bienvenida, quizás le dieran un agradecimiento acalorado por haber ido a la fiesta. Había llegado hace un par de horas a la mansión, y en el momento que pasó por la puerta fue llevado a un salón aparte del resto. Exclusividad, fue lo que pensó. Las horas comenzaban a pasar y nadie venía para recibirlo como se supone que sería, no, como ha sido siempre. Valentino de Vox, un alfa consorte que desposó a otro alfa por un gran y pequeño accidente en uno de sus experimentos. Es dueño de un prostíbulo instalado en la mansión de Jonathan Vox, el alfa que posee título nobiliario. Su riqueza no ha salido de ese negocio tan carnal, su negocio viene de algo más, se trata de limpiar la basura ilegítima de todos los nobles alfas que no pueden mantener sus pantalones quietos. También es dueño de varías cafeterías, lugar donde citan a quienes serán sus víctimas. ¿Cuántos omegas y fetos no han asesinado ya? Incluso perdió la cuenta, pero, todo el oro que ha conseguido quedará en manos de su cachorra. Este sería su último cliente, el último y los tres se irían a otro lugar más alejado, lejos de la civilización. ¡El último y no se sabrá de ellos tres de nuevo!

Soltó un suspiro cuando comenzó a escuchar pasos.

— Finalmente. ¿Cuánto tiempo más iba a esperar?

La puerta se abrió y él abrió los ojos, congelándose cuando encontró a su socia. La que le envía todos los clientes, a la que obtiene como único beneficio arruinar la reputación de su ex esposo. Stella, ella entró con una sonrisa mientras a su lado aparecía Striker, el mismo que había comenzado a deshacerse de los cuerpos (desde que se llevaron a Thurman) y el mismo que se había vuelto un poco distante los últimos días.

Stella miró al castaño, tenía una expresión de confusión pura. Y en su mente solo apareció una sola palabra, "pobre".

Miró alrededor de la habitación, buscando al otro alfa y a la cachorra que venía con ellos. Sus ojos volvieron al castaño, sonriendo altivamente mientras caminaba hasta el sillón y se dejaba caer. Su busto descubierto por el encaje rebotó bajo la mirada de los dos alfas.

Valentino frunció el ceño.

— ¿Mi cliente eres tú?

— ¿Eh? Jaja, no. — suspiró — Tu cliente es alguien de los altos mandos.

— ...

Valentino observó como cuatro guardias entraban en la sala, parándose detrás de Stella y Striker. Fue capaz de ver cómo la omega sonreía mientras se ponía de pie, caminando a la puerta siendo seguida por el alfa que tiene cara de rata. Ella alzó la mano y los guardias (caballeros) comenzaron a ir hacia Valentino.

El alfa frunció el ceño.

— ¿Qué demonios es esto? — comenzó a forcejear.

Stella lo miró sobre el hombro y sonrió tranquilamente.

— Valentino de Vox, estás arrestado por la muerte de omegas plebeyos. — el mencionado se puso pálido y ella ensanchó más su sonrisa — Bajo órdenes del emperador, no tienes derecho a un juicio, si actúas de forma imprudente o intentas escapar tu condena será la muerte.

Valentino entonces dejó de moverse, mirando con odio a la mujer omega.

— ¡Se me olvidaba! — ella juntó las palmas mientras sonreía — Tu querido Vox también está bajo custodia por sospechas de malversación de impuestos, ahora mismo está siendo llevado al ala este de la mansión.

Un escalofrío recorrió la espalda de Valentino.

— ¿Y Velvette? — preguntó — ¿Dónde está mi cachorra?

El novio de mi hija. [RadioApple]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora