DURO ENFRENTAMIENTO

294 38 13
                                    

Bea y yo ya llevábamos un par de semanas saliendo, ahora sí, oficialmente, no «tonteando» como hacíamos antes para picarnos entre nosotros de esa manera... «juguetona» por así decir—aunque quizá yo me excedí un poco en la cafetería aquí día. Pero bueno.

Las cosas estaban yendo bastante bien. Bea y yo quedábamos todos los días, incluso las tardes que me tocaba trabajar en la librería de mamá, Bea me acompañaba por puro placer y me ayudaba allí. Hacía mis tardes en esa librería más amenas. De hecho, llegó hasta ser divertido tenerla conmigo allí puesto que a ella también le gustaba la lectura.

Y bueno, para rematar, le caía bien a toda mi familia ¡A la primera! Emma está fascinada con ella. De hecho, habían intercambiado números y hablaban mucho—tengo miedo que Emma pueda estar contándole cosas a Bea a mis espaldas y me ponga verde—. A mamá también le encantaba, le parecía una chica encantadora. Había algunas tardes en las que Bea y ella cocinaban juntas algún postre. Y a papá también le cayó bien, dijo que era una buena chica para mí—y eso ya es mucho decir para él.

Sí, las cosas estaban yendo sorprendentemente bien. Creo que demasiado bien para ser cierto. Es decir, tengo la novia perfecta y no mentiré, me asusta. Me asusta en el buen sentido, supongo. Aunque, creo que lo que me asusta es perderla, porque dudo que pueda llegar amar a alguna otra chica como la amo a ella. Bea fue mi primer beso y mi primera novia—y espero que sea la primera y la última, porque si todo va bien no quiero separarme de ella, y si Bea me deja... Dudo que pueda volver a estar con alguien.

¿He sonado muy cursi? Creo que sí, pero en fin, tenía que dar detalles, al fin y al cabo es lo que os gusta, los detalles ¿no? Aunque creo que os gustan más otro tipo de detalles... Pero calma y dense una ducha fría, aún no pasó nada. No quiero precipitarme con Bea. Eso y porque soy... virgen. Seguro que Bea se reirá cuando se entere que lo soy—no se burlen ni sean crueles, nunca tuve novia ¿okay?

Pero como dije antes, siempre que viene algo bueno, algo malo pasa después, siempre. Y Bea y yo no fuimos la excepción...

Me encontraba caminando por el pasillo de la universidad. Tenía que ir al baño con urgencia, me daba igual perderme la clase. Lo sé, suena irresponsable por mi parte, pero si me aguantaba un poco más quizá me mease encima en mitad de la clase y creo que mi dignidad me importa más que una clase. Cuando al fin me «descargué» entero, fui a lavarme las manos y...

—Tú, hijo de puta—una voz masculina poco conocida me sobresaltó.

No reconocí quién era hasta que me di la vuelta y vi al orco de Mordor, o sea el ex de Bea.

Me miraba con ojos de asesino. Si las miradas matasen, yo estaría fulminado, hecho cenizas.

—Hey, ¿A qué viene ese ataque gratuito?—Enarqué una ceja.

—¿Gratuito? Es más que bien merecido. No, de hecho, es poco para lo que te mereces.

Bufé.

—Y ¿ahora qué hice supuestamente que perturbó tu paz?

—Os vi. Y quiero que rompas con Bea.

Ou... Ya entiendo, alguien está celoso.

No mentiré, si yo fuera él, también estaría celoso. Ver a esa chica tan increíble con otro... De solo imaginarlo me pone los pelos de punta.

No pienso rebajarme a su nivel.

Chasqueé la lengua.

—Es una lástima, porque eso no va a pasar—me crucé de brazos.

Él soltó una risa seca.

—¿Acaso sabes el daño que le haces a Bea?

—¿Que yo le hago daño? ¿Te fumaste algo o qué?

Es cierto que lastimé a Bea en un par de ocasiones, ¡Pero fue sin querer! Jamás le haría daño intencionadamente.

—Eres una terrible influencia, eres... eres...

—Soy... soy...

—Basura. Bea no merece estar con alguien como tú.

En eso estamos de acuerdo. Bea merece a alguien mejor, alguien digno de ella. Pero no voy a darle en la satisfacción a este troll.

—Mira, no me jodas. No es mi culpa que estés celoso—me encogí de hombros.

Si ese tipo lo que pretendía era intimidarme, le iba a salir mal la jugada, porque yo no soy de esos que son fáciles de manipular ni asustar.

—Así la lastimarás como las otras veces.

¿Cómo sabe las veces que...?

—Déjala en paz. Merece a alguien mejor.

—Sí, exacto, por eso te dejó a ti y me escogió a mí. Es una chica muy lista. Aunque quizá no tanto si decidió salir contigo en su momento.

Eso pareció la gota que colmó el vaso de su paciencia. Él se acercó y me agarró del cuello de la camiseta.

—No tienes ni idea de lo que pasó entre ella y yo.

—Me lo puedo imaginar.

En verdad no sabía al 100% la historia, pero se ve a leguas que este tipo fue el motivo por el que Bea decidió romper con él.

—Bea no es tonta ni ciega. Si ella supiera que yo le haría daño, no estaría conmigo—me zafé de su agarre.

Él bufó.

—Claro, como eres un niñito de papá y mamá, que como son ricos, que tu papá es cirujano y tu mamá una «famosa» escritora a pesar de que la conocen solo cuatro gatos... Ya te crees el rey del mundo.

Vale, una cosa es insultarme a mí y otra insultar a mi familia.

—Mi padre es el mejor cirujano y mi madre ha vendido cientos de miles de ejemplares de sus libros, ¿Qué han hecho tus padres, eh?

Y cómo no, me dio una bofetada. Me lo vi venir a la vez que no, pasó tan rápido... No quise rebajarme a su nivel y juro que me estaba conteniendo, porque mis impulsos de lanzarme hacia él y reventarlo a puñetazos eran grandes.

—Si sabes lo que te conviene, y si de verdad amas a Bea... la dejarás en paz. Sé que los tipos como tú acaban lastimando a chicas como ella.

—¿Y quién coño te crees tú para darme consejos? ¡Eres su jodido ex, maldita sea! Eso ya dice bastante de ti.

—Solo te lo aviso. Déjala en paz si de verdad la quieres.

Dicho esto, me empujó y me hizo a un lado para poder salir del baño.

¿Un chico como yo? ¿Una chica como ella? ¿Qué demonios significa eso? ¿Qué pasa conmigo? Es cierto que no soy la mejor influencia ni el mejor chico para Bea, pero tampoco soy tan malo ¿no? Yo jamás la lastimaría, no intencionadamente al menos. Y por Dios, claro que la amo, ¿Por qué me dijo eso? No entendí que quiso decir con eso último...

¿Realmente Bea merece estar a mi lado? Creo... creo que necesito pensar. La quiero y quiero lo mejor para ella, y no sé si yo soy lo mejor que ella pueda tener...

Un amor inesperado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora