UN LIGUE Y UNA GUERRA

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El fin de semana pasó más rápido de lo normal, y lo único que hice básicamente fue quedarme en cama, viendo películas y durmiendo. El plan perfecto. Y como siempre digo: nunca sigan mi ejemplo y sean personas decentes y responsables.

Lunes... Vuelta a la desgracia. Me preparé para irme a clase. A pesar de todo el dinero que puedan tener mis padres; yo soy un chico sencillo, me gusta ir con meros chándals o como mucho unos vaqueros. La gente se piensa que por tener unos padres adinerados me gustan las cosas de marca, pero no, no soy así. No me gustan las pijoterías ni similares. Raramente me visto de manera elegante—ya tiene una ocasión increíblemente especial que merezca mi arreglo—. Pero me desvío del tema principal. Las clases.

Llegué un poco—bastante— tarde, pero como a mi profesor se la suda todo, no le importó en absoluto. Agradezco que sea igual que yo. Jaime me miró extrañado, quizá no me esperaba allí debido a mi tardía. Y solo hay una frase de Jack Ross que me gusta—y que Emma me dijo que me representaba—: “Si no voy, no puedo llegar tarde” y tenía pensado hacer exactamente eso. Pero mamá me mataría si me quedaba en casa. Así que, aquí estoy.

Me senté tan tranquilo, como si nada hubiera pasado y saqué mis cosas. Juro que me esforcé en prestar atención, pero el profesor no puso de su parte en absoluto; con esa voz de abuelo que me mata y por poco me quedo durmiendo. Aún así, logré mantener la postura y fingí que atendía—ya le pediré a Jaime los apuntes luego—.

A la hora de irnos; salimos de clase y fuimos a la cafetería como habíamos hecho hasta ahora. La comida seguía igual de asquerosa, por lo que yo no comí nada, aunque no sé cómo Jaime llegaba a comérsela sin vomitarla—deberían darle un premio por semejante hazaña—. Jaime me contaba que este fin de semana fue a una fiesta de su pueblo y se lió con un tía que resultó ser la mejor amiga de su prima, y se armó un lío porque a otra chica también le gustaba Jaime o yo qué sé. Jaime tiene problemas hasta con sus ligues.

—¿Y tú?

—¿Eh?

—¿Qué hiciste este fin de semana? ¿Algo interesante?

—Si ver películas y dormir te parece interesante...

—Pareces un abuelo—rodeó los ojos.

—¿Qué quieres que haga? Se acabaron las fiestas de mi pueblo. No tengo nada con lo que entretenerme.

—Y ¿Por qué no te vienes conmigo? Hay fiestas todos los fines de semana en mi pueblo.

—Suena interesante...

—Pues listo, iremos a por ti este sábado.

—¿«Iremos»?—Enarqué una ceja—¿Quién más?

—Pues los del otro día: Juan y Pablo, ¿Quién si no?

Ah, esos... Será divertido con esos dos.

—Me parece correcto.

—Y ¿Quién sabe? Puede que hasta ligues—me dio en el hombro.

—No me interesa ahora mismo tener pareja.

—¿Quién habló de tener pareja? Puedes liarte con alguna sin más. Un rollo de una noche.

Eso quizá no esté tan mal... Aunque la última vez que me lié con una en una fiesta, acabó dándome una bofetada su novio. En mi defensa ella dijo que estaba soltera, ¿Qué iba a saber yo? No soy de los que se meten en relaciones ajenas. No soy así de cruel.

—Está bien. Suena divertido.

—Genial, pues nos vemos el sábado.

—¿Sabes que estamos a lunes y aún quedan casi seis días para eso, no?

—Sí, sí, pero las cosas se planean siempre con antelación.

Estuvimos hablando un rato más sobre las fiestas del pueblo de Jaime y más concretamente en la de este sábado. ¿La verdad? Hacía un tiempo que no iba a fiestas, así que tenía muchas ganas de ir a esta, quería también ver cómo eran las fiestas del pueblo de Jaime, quiero decir, él habla de ellas como si fueran increíblemente divertidas e interesantes. Espero no llevarme una decepción luego o lo mataré. Al menos es gratis, así no me dolerá tanto si resulta ser un fracaso.

Y si los lunes de clase no podían ser más tediosos, ¿Adivinen qué? Mamá volvió a dejarme a cargo de la tienda esta tarde para rematar el lunes y convertirlo en algo aún peor.

Bajé de mi moto—sí, me había sacado el carné de la moto, ya tenía edad y así no necesitaba que me llevase nadie—. La dejé junto a la tienda y entré.

Las ventas de hoy fueron desastrosas, es decir, ¿Quién vendría un lunes? A estas horas o están trabajando, o están descansando en casa como una persona normal. Y yo estoy aquí, como un pobre desgraciado
—momentos como estos son los que odio que de todos los regalos del mundo, papá decidiera que regalarle una librería a mamá fuera una buena idea—. Aunque lo bueno de la poca clientela significaba que había menos trabajo para mí.

Y todo iba como la seda, hasta que alguien golpeó el mostrador y me sobresaltó.

—¡Hey!—Alcé la vista y me encontré con el gemelo (feo) del Holandés errante—¿Tú? ¿Qué haces aquí? Espera ¡¿Sabes leer?!—Bromeé aunque eso pareció enfurecerlo más.

—Deja de burlarte, García. Sé que has vuelto a contactar con Bea.

—Uno: Soy un mero trabajador aquí, fue ella la que vino a la librería. Y dos: ella dejó bastante claro que tú eras su ex.

Se pasó una mano por la cara y se mordió el labio.

—No soy su ex—desvió la mirada.

Vale, me están liando estos dos. ¿Están saliendo o no? Porque repito: la última chica que besé porque me dijo que estaba soltera, resultó no estar tan soltera y me llevé una buena bofetada...

—No es lo que dice ella.

—No importa lo que ella diga. Yo mando en la relación y te digo que no te acerques a ella.

—¡Pero si fue ella la que vino a la librería! ¿Qué hago? ¿Echarla?

—Haz lo que sea, pero mantente lejos de ella.

Bueno, esto ya es el colmo.

—A ver, tanque, para empezar; Bea no es tuya. Bea solo le pertenece a ella misma, y...—me levanté, equilibrando nuestras alturas y me crucé de brazos—¿Qué harás si no me da la gana de mantenerme lejos de ella?—Le miré desafiante.

—Entonces tendrás que asumir las consecuencias de tus actos—me devolvió la mirada amenazante.

—Estoy dispuesto a correr el riesgo.

—Bien. Entonces esta es la guerra, García.

Dicho esto, salió furioso de la tienda y dio tal portazo que retumbaron un par de estanterías.

¿Amenazarme? ¿Se atreve a amenazarme a ? Bueno, hasta aquí llegué. Haré lo que me salga de las bolas. No es que me interese Bea, pero si me reta... Como el dicho: “si me buscas, me encuentras”. Si ese cree que puede mandarme y decirme qué hacer, entonces haré justo lo contrario solo por joderle. Y a ver si alguien puede explicarme qué demonios pasa con esos dos.

Un amor inesperado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora