Y, de nuevo, las cosas se restablecieron.«Dios, mi vida parece una montaña rusa alocada». Lo único que es constante y no cambian, son las dichosas clases—bueno, y los ligues de Jaime—.
Pero, adivinen algo... ¡Sorpresa! La maestra Bárbara, alías la Klingon—porque es más fea que pegarle a un padre—, metió a Bea en nuestra optativa de TIC II, ya que por «motivos personales», Bea tuvo que cambiar de grupo.
Jaime me dio dos pequeños codazos en el costado, alzando y bajando varias veces las cejas cuando vio a Bea.
Oh, genial. Las cosas van cada vez a mejor—nótese el sarcasmo—.
—... Eso es lo básico con el uso de arduino.doc, usarán esa plataforma para... ¡Un juego!—exclamó, emocionada.
¿Un juego? ¿Pero qué...?
—¿Eh?—fue la reacción general.
—Sí. Se acerca la feria otoñal de la universidad, y los del departamento de tecnología e ingeniería; hemos pensado en hacer unas casetas de juegos. Trabajaréis por parejas y fabricareis un juego mediante placas de Arduino, con la aplicación que os enseñé.
Jaime y yo intercambiamos una mirada cómplice.
—¿Y si hacemos un juego de laberinto?—me susurró Jaime—. Dios, se lo vi a un chico en internet. ¡Tenemos que hacer una versión mejorada, más mortal!
Todos empezamos a hablar entre nosotros y se acabó formando ruido, elevando nuestras voces. Sin embargo, la señorita Bárbara golpeó la pizarra con la regla, creando un tremendo ruido que hizo que todos nos callasemos al instante.
—He tenido la suficiente experiencia como para saber que no vais a tomaros esto en serio, apesar de ser una gran parte de la nota. Así que, trabajaréis por parejas mixtas.
Oh. Mier-da.
Todos empezamos a quejarnos y a reprocharle a la profesora que no era justo, entonces, de nuevo, golpeó con la enorme regla de madera la mesa.
—¿También queréis que haga yo las parejas? ¿Eh? ¿Eso queréis?
Y bastó eso para que todos guardasemos silencio.
—Muy bien. En lo que resta de clase, les permito que hablen entre ustedes en voz baja—hizo énfasis en estas palabras, con advertencia—,para que hagan las parejas.
Muchos se levantaron y buscaron sus respectivas parejas. Yo no tenía mucho interés la verdad, porque mis posibilidades de crear un gran juego con Jaime, se habían ido a la mierda. Así que ya no me importaba quien fuera mi pareja. ¿Por mí? Iría solo.
—Hola, Jack—se acercó una chica.
Esperaba encontrarme con Bea, pero en su lugar, apareció una chica rubia, de ojos claros e increíblemente alta.
Estaba parada frente mi mesa.
—¿Querrías ir conmigo en el proyecto?—esbozó una pequeña sonrisa coqueta.
Estuve a punto de decirle «me la pela», pero por algún motivo, mis ojos se desviaron hacia la mesa de Bea, quien estaba completamente sola. Nadie iba a su mesa, y ella tampoco hizo el ademán de levantarse y buscarlo. Fue mi oportunidad perfecta para escaquearme.
—Lo siento, ya tengo pareja.
No le di tiempo a responder porque salí corriendo y me dirigí a la mesa de Bea.
—¡Bea!—Mi repentina llegada sobresaltó a Bea—¿Te pondrías conmigo para el proyecto?
Ella abrió los ojos como platos y dejó los labios entreabiertos. Estaba claro que no esperaba algo así de mí—cosa que me ofendió.
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Un amor inesperado
Storie d'amoreJack, un chico despreocupado, sin problemas y sin planes de futuro. Bea, una chica obsesa con la organización y el orden, pero incluso en su mundo tan organizado, está llena de problemas que no paran de desarmar sus planes. Bea solo quiere terminar...