SUEÑO CUMPLIDO

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Bea


Dos años más tarde...

Emma estaba terminando de arreglar mi cabello, mientras que mi suegra me maquillaba.

—¿Emocionada?—Preguntó Emma, mientras terminaba de ponerme unas horquillas en el pelo.

—De los nervios, más bien.

Tenía el pulso a cien. Seguro que si me ponían ahora mismo un tensiómetro, explotaría.

Emma rio levemente.

—Yo estaba igual. Pero relax. Todo irá bien, ya verás—me sonrió.

De repente, escuché unos llantos y vi entrar a mi suegro...

—No-hay-manera-de-que-se-calle.

Me levanté casi de un salto

—¡Mamá, mamá, mamá!—dijo sollozando y estiró sus brazos hacia mí.

—No para de llamarte y a mí me van a explotar los oídos.

Luna tenía lo que denominábamos «mamitis», o sea, no podía separarse de mí, o mejor dicho, no quería alejarse de mí. La tomé y limpié sus lágrimas.

—¿Qué te pasa, Luna?—La mecí en mis brazos hasta que se calmó.

Luna era la niña de las flores, y aunque le había arreglado un vestido blanco, a juego con el mío, ella no dejaba de llorar e insistir en que quería vestir con el vestido amarillo de la princesa Bella. A Jack no le importó, dijo que si ella era feliz yendo de princesita mejor porque era su princesa. Así que, ahora mismo llevaba una mini Bella de ojos azules y pelo negro entre mis brazos. Llevaba el pelo demasiado corto para poder hacerle algún peinado, pero al final ella quiso ponerse un lazo amarillo.

—Lunita, mi amor, tienes que irte con papá.

Aunque Luna tenía mamitis, le gustaba también estar con Jack ya que él era el «papá divertido» y siempre hacía lo que ella pedía, jugaba a todo lo que Luna quería... Se puede decir que Jack ahora quería complacer también a su niña.

Pero ahora, Luna tenía que irse con Jack, tenía que estar ya allí ya que era la niña de las flores, entraba antes que yo.

—Papá...—Luna se pasó el brazo por la cara, limpiando sus lágrimas.

—Sí, con papá.

—Déjame a mí—Emma tomó a Luna—. Venga cariño, vamos con papá y con tus primitos.

Ambas desaparecieron y yo terminé de ponerme el vestido.

Me sudaban las manos de los nervios e intentaba no manchar el vestido. Creo que voy a vomitar. No entiendo cómo me siento así, es decir, siempre quise esto, siempre quise enamorarme y que ese alguien me amara a mí también, después de años poder casarnos e incluso tener hijos... Pero ahora que ya tengo una princesita y estoy a falta de unos minutos de casarme, siento que me falta el oxígeno. Mi sueño se estaba volviendo muy real.

Inhalé y exhalé varias veces, relajando mi respiración agitada.

Conforme llegábamos con el coche a la iglesia, vi a la gente entrar dentro de ella, incluidos a Jack y a mi princesita.

Un amor inesperado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora