Parte 3

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Cuando fue la fecha de mi cumpleaños, me levanté tarde como casi todos los días y me dispuse a bajar las gradas hasta llegar a la cocina. Busqué a mi madre y la encontré en la cocina preparando el desayuno.

"Hyunjin, ven un momento." Fui hasta donde ella, me dio un abrazo y me dijo que probara la mezcla que tenía en un recipiente.

"¿Qué es?"

"Un pastel, para ti. Feliz cumpleaños"

"Gracias, mamá."

Era la primera vez que probaría un pastel, y sabía que iba a ser el mejor porque lo hacía ella. Su comida era realmente asombrosa. Decía que lograba ese sabor gracias a que siempre cocinaba con amor. Crucé por la sala hasta la puerta y bajé por el pórtico. Más abajo se encontraba mi padre partiendo un tronco con el hacha.

"Déjame ayudarte". No tenía tanta práctica en hacer leña, pero hacía años que tenía el conocimiento.

"Oh, ya te despertaste. Feliz cumpleaños. Ten". Me dio su hacha y puse un pie en el tronco más grande y, con un poco de fuerza, partí por la mitad el tronquito. "Tu madre me dijo que mañana quiere que vayan temprano a la Aldea".

"¿Temprano?" Se me hacía extraño, nunca habíamos ido antes del mediodía. Iba a poder ver a Min-ho antes de lo normal. Solía ir a la Aldea como una vez cada cuatro meses y aunque sabía escribir y leer gracias a mi madre, no teníamos correspondencia. No lo veía necesario.

Más tarde ese día, agarré mi arco y me fui a los adentros del bosque. Me gustaba estar ahí escuchando los pájaros y el arroyo. Solía subirme a un árbol y sentarme en una de sus ramas. De mi bolso saqué mi libreta y mi lápiz de carboncillo. A lo lejos logré ver cómo había un grupo de venados tranquilos alimentándose de la hierba que crecía en el suelo. No solíamos cazar venados, solo como dos veces porque empezamos a notar un aumento en su población. Papá solía estudiar sus comportamientos para no abusar de la naturaleza. Realmente habían pocos cazadores reconocidos por el reino. Casi siempre se pasaba de generación en generación. En la zona Este donde vivíamos solo estábamos nosotros, por lo que me críe con cero contacto humano ajeno a mis padres.

Después de unas horas, terminé mi bosquejo y vi que el día también se había empezado a acabar porque el celaje era anaranjado con pintas rosadas. Agarré mis cosas y bajé del árbol. Cuando empecé a caminar de regreso a mi casa, escuché una rama crujir detrás de mí y me di la vuelta porque creí escuchar algo más. Rápidamente saqué una flecha de mi espalda y la monté en el arco. Era un lobo.

"Tranquilo, muchacho..." Empecé a retroceder lentamente sin quitarle la mirada. Lo escuchaba gruñir y veía cómo caminaba lentamente hacia mí. Sentía cómo mi corazón latía a mil, y no podía respirar con normalidad. Traté de permanecer lo más tranquilo que mi cuerpo me permitió. "Hagamos un trato", saqué mi flecha, "no te hago daño y tú a mí tampoco". Mientras trataba de caminar hacia atrás, eché una mirada rápida en busca de un árbol al cual subirme. No lo vi con indicios de atacarme, por lo que seguí con mi trato y empecé a quitar la flecha. La guardé en mi carcaj que llevaba al hombro y el lobo pareció entender que no lo iba a matar, por lo que relajó su postura y pronto se escuchó un aullido. Se quedó mirándome unos segundos —parecieron minutos— y se fue corriendo. Solté un gran suspiro. "Ahh, pensé que iba a morir por un momento". Nunca había estado tan asustado como ahí.

Empecé a correr de regreso lo más rápido que pude hasta llegar a mi casa. Dejé mi arco y carcaj cerca del asador y entré a la casa. Vi a mi mamá sentada en su mesa de coser y sin dudarlo corrí a abrazarla.

"Hijo, ¿qué pasa? Estás sudando frío".

"Nada, mamá. Estoy bien, solo quería decirte que gracias por todo. Solo eso". En eso vi que mi papá salía de su cuarto. "Papá...". Corrí a abrazarlo también y le dije lo mismo que a mi madre. No los abrazaba mucho ya que no soy de contacto físico, pero después de ver mi vida pasar ante mis ojos no lo pensé dos veces cuando los vi.

Swan Lake {Hyunlix}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora