Parte 33

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"Acuéstate en el césped, quiero enseñarte algo." Hice lo que me pidió y vi cómo se acostó a mi lado. 

"Felix, ¿qué vamos a hacer?"

"Ahora cierra los ojos". Hice eso, y segundos después volví a escuchar su grave voz. 

"Primero, escucha el sonido del viento atravesar la arboleda que nos rodea". Y me enfoqué en lo que me indicó, escuchaba cómo las ramas y hojas de los árboles se movían y tronaban al compás del viento. "Ahora, escucha a los animales de nuestro alrededor" Después de que me dijo eso, escuché los pajaritos cantar sobre nosotros, la manada de lobos hollar la tierra y alguna que otra ardilla trepar por los árboles y saltar de rama en rama. El bosque encantado no solo tenía animales mágicos, sino también animales no mágicos que se internaban desde el bosque normal en busca de alimento. "Como ves, hay muchos sonidos a los que ni les ponemos atención, puede que ni nos enteremos de que existen y nos acompañan día a día". Puse mi mano en el césped y sin querer rozaron nuestros meñiques. Alejé mi mano unos centímetros. "Como ahora, que si escuchas con atención, puedes oír el agua fluir en el estanque que está a un par de metros de nosotros". Acerqué mi mano con la esperanza de sentir su cercanía una vez más, después de seguir escuchándolo hablar mis párpados empezaron a pesar y sentía como poco a poco me iba quedando dormido. Escuchaba su voz a lo lejos, hasta que me trajo a la realidad, alterando mi corazón cuando estrechó su palma junto con la mía."Cuando te sientas triste, ansioso o abrumado, solo debes venir aquí y acostarte en el piso. Conéctate con la naturaleza. Puedes venir a buscarme si es lo que gustas. Mi madre me enseñó este recuerdo hace un tiempo atrás y ahora yo te lo enseño a ti, esperando que te ayude". No tenía palabras ni fuerzas para responder, era como si de un hechizo se tratase. Su sola presencia generaba en mí tanta felicidad y calma que hasta cierto punto era como somnífero para mi cerebro. Me liberaba de mis cargas y pensamientos, sometiéndome a veces a sentirme adormecido o con somnolencia. Sonreí antes de perder completamente mi consciencia.

Después de unas horas o minutos, me levanté del suelo y vi que nuestras manos seguían aún unidas. Me sentía triste por no haber logrado hacer nada para mejorar su ánimo, para poder hacer algo tan simple como lo que haces cada vez sin darte cuenta. Vi cómo sus ojitos mostraban señales de que iba a levantarse. Lo vi ahí tan indefenso en el vasto césped, con su otra mano en el pecho y su cabello moviéndose con el viento. Su fina ropa, hecha a detalle y medida. Felix era simplemente etéreo. "Eres hermoso".

Vi sus ojitos abrirse segundos después y al ver su par de ojos azules, mi duda se aclaró y me levanté del suelo, soltando su mano. "¿Dijiste algo recién?"

Hice una reverencia y extendí mi mano derecha. "Mi príncipe, ¿me concedería usted una pieza?" Vi una sonrisa formarse en sus labios. Se levantó del suelo y nuevamente juntamos nuestras manos, sujetando sus dedos. Antes de cambiar de posición, acerqué su dorso a mis labios y deposité un gentil beso en él. "Sería un placer".

Recuperé mi postura. "El placer es todo mío". En un movimiento lo acerqué a mí, palmeando su espalda y fortaleciendo nuestro agarre. Los árboles seguían sonando junto al riachuelo, formando una hermosa melodía. Lo guié con mis pies y él imitó mi acción.

Pisábamos sin cesar el césped debajo de nosotros en cada movimiento, mis ojos observaban los suyos y los suyos los míos. Estábamos tan cerca que podía ver mi reflejo en su iris. El espacio que separaba nuestros cuerpos cada vez se hacía más confortable y liviano. Y como el tiempo parecía escurrirse de mis manos cuando estábamos juntos, unos leves tonos anaranjados se reflejaban en la pálida piel de Felix, en su vestuario, su cabello; haciéndolo relucir. Con su mano tal timón me guiaba más que yo a él, como en cada momento que pasaba a su lado; dimos suaves vueltas y en una de todas despegué mi mano de su espalda para alejarlo de mí y darle una vuelta. Se rió.

Swan Lake {Hyunlix}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora