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Mientras Chuuya doblaba meticulosamente sus camisas, un destello rojo capturó su atención al caer al suelo. Al recogerlo, sus dedos se encontraron con una cajita de terciopelo, adornada con un lazo delicado, tal vez Ane-san lo dejo ahí sin que se de cuenta. Al abrir la caja, reveló un par de anillos relucientes, un recuerdo de la propuesta de matrimonio de Dazai que él había rechazado vino a su mente.

Un escalofrío recorrió la columna de Chuuya al recordar aquel momento. Sabía que debía apartar esos pensamientos de su mente, así que, sin tomarle mucha importancia, arrojó la cajita a la basura, rechazando cualquier vínculo que lo uniera al pasado.

Una vez terminado de preparar sus pertenencias, Chuuya se dirigió hacia la entrada de su departamento. En ese preciso momento, la puerta se abrió revelando a Kouyou, quien entró con una expresión de tristeza en su rostro.

– ¡ Mi pequeño Chuuya! — exclamó Kouyou, extendiendo sus brazos para abrazarlo.

Chuuya correspondió al abrazo, sintiendo el calor reconfortante . — Ane-san, ¿Qué haces aquí? — preguntó, sorprendido por su visita.

– Vine a despedirme — respondió Kouyou, una sonrisa triste curvando sus labios. — No podía dejarte partir sin un abrazo.

Los dos  se abrazaron por un momento, dejando que el silencio hablara por ellos. Cuando se separaron, Kouyou miró a Chuuya con cariño en sus ojos.

– Cuídate mucho, Chuuya. — dijo Kouyou con sinceridad. — Te llamaré siempre que pueda. Y espero de corazón que encuentres la paz que tanto anhelas.

Chuuya asintió, sintiendo una punzada de tristeza al pensar en la distancia que los separaría. — Te extrañaré, Ane-san — admitió, luchando por contener las emociones que amenazaban con desbordarse.

Después de esto ambos se dirigieron   hacia el auto que los esperaba afuera.

El aeropuerto estaba lleno de actividad mientras Chuuya y Kouyou se dirigían hacia el área de salidas

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El aeropuerto estaba lleno de actividad mientras Chuuya y Kouyou se dirigían hacia el área de salidas. Sin embargo, antes de que Kouyou pudiera decir algo, su teléfono sonó, interrumpiendo cualquier conversación que pudieran tener.

– Lo siento, Chuuya — se disculpó Koyo, mientras contestaba la llamada. — Ve adelante, te alcanzaré en un momento.

Chuuya asintió, comprendiendo la situación, y continuó hacia el mostrador de facturación de equipaje. Allí, entregó sus maletas a unos empleados, quienes le indicaron por dónde debía dirigirse.

Mientras caminaba por el bullicioso aeropuerto, una voz familiar llamó su nombre. Chuuya se detuvo en seco al escucharla, y se volvió para encontrarse con Dazai, quien se acercaba apresuradamente hacia él. El semblante de Dazai estaba desaliñado, su respiración agitada, como si hubiera corrido una larga distancia.

– ¿Qué estás haciendo aquí? — preguntó Chuuya, su tono lleno de sorpresa y desprecio al mismo tiempo.

Dazai se detuvo frente a él, mirándolo con ojos desesperados. — Por favor, no te vayas —  suplicó, con la voz entrecortada.

I REGRET (SOUKOKU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora