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El aire en la habitación parecía haberse vuelto espeso después de las sorprendentes palabras de Fyodor. Chuuya se encontraba paralizado, su mente girando en busca de una respuesta adecuada, pero su corazón latía tan fuerte que casi podía escucharlo retumbar en sus oídos. Había una mezcla de emociones que lo embargaban, confusión, incredulidad, y una punzada de dolor que se negaba a desaparecer.

– ¿Estás bien, Chuuya? —preguntó Dazai, con una chispa de burla en los ojos al ver su expresión atónita.

Chuuya luchó por encontrar las palabras adecuadas, su mente aún girando con la sorprendente revelación. — S-sí, Dazai... — pero entonces, como si su mente hubiera captado el error, agregó apresuradamente — ¡Quiero decir, sí, jefe! — su voz estaba entrecortada, apenas podía pronunciar las palabras correctamente.

Dazai pareció satisfecho con la reacción de Chuuya y extendió la mano para recibir el informe que había venido a entregar. — Bueno, entonces, ¿Tienes algo para mí? — preguntó, con un toque de diversión en su tono de voz.

Chuuya asintió, tratando de enfocarse en la tarea en mano a pesar de la tormenta de pensamientos que lo invadía. Extendió el informe que había estado sujetando con fuerza hacia Dazai, su mano temblando ligeramente por la tensión del momento. — Aquí está mi reporte, jefe — dijo, su voz apenas un susurro mientras luchaba por mantener la compostura.

Dazai tomó el informe con una sonrisa satisfecha, pero antes de que Chuuya pudiera retirarse, lo detuvo con una pregunta. — ¿Estás seguro de que estás bien, Chuuya? — preguntó, con una mirada penetrante que dejaba en claro que sabía más de lo que dejaba ver.

Chuuya se obligó a sí mismo a reunir todas sus fuerzas para responder. — S-sí, jefe — dijo, su voz apenas un murmullo mientras trataba de controlar la oleada de emociones que amenazaba con abrumarlo.

Dazai pareció darse cuenta de que había llevado a Chuuya al límite y decidió dejarlo ir. Asintió con la cabeza en señal de despedida — Gracias por tu trabajo, Chuuya.

Chuuya hizo una reverencia hacia Dazai, antes de darse la vuelta y salir de la oficina. Mientras caminaba por los pasillos de la mafia, trataba de mantener la calma y continuar con su trabajo, mientras el mundo a su alrededor parecía derrumbarse.

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El despacho de Dazai quedó sumido en un silencio tenso una vez que Chuuya se retiró. Dejó escapar un suspiro profundo, cerrando los ojos por un momento mientras luchaba por contener las emociones que lo invadían. Los recuerdos del pasado lo asaltaron con una fuerza abrumadora, como un vendaval que amenazaba con arrastrarlo hacia un abismo de dolor y desesperación.

Cada recuerdo era una puñalada en el corazón, cada palabra dicha por Chuuya resonaba en su mente como un eco de sufrimiento. El dolor de aquel día aún lo atormentaba, como una herida que nunca terminaba de cicatrizar. La sensación de ser dejado atrás, descartado como si fuera poco más que un juguete roto, aún lo perseguía en sus peores pesadillas.

A pesar de todos sus esfuerzos por superar aquel momento, la sensación de rechazo y abandono seguía persiguiéndolo, como una sombra oscura que lo acompañaba a cada paso que daba.

Dazai cerró los ojos con fuerza, tratando desesperadamente de bloquear los recuerdos que lo atormentaban. Pero no importaba cuánto lo intentara, no podía escapar de la realidad de lo que había pasado entre él y Chuuya. Aunque quisiera olvidar, el dolor seguía ahí, latente y palpitante, recordándole constantemente las heridas que aún no habían sanado por completo.

Dazai se mordió los labios con fuerza, sintiendo cómo la angustia se apoderaba de su pecho. Se suponía que había superado a Chuuya, se suponía que había dejado atrás todo ese dolor y resentimiento. Entonces, ¿Por qué le afectaba tanto?

I REGRET (SOUKOKU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora