5.4.

204 16 2
                                    

[3100 palabras]

—¿Qué hacemos?— Preguntó Leorio.

Kurapika lo miró y apretó su puño, mordió su labio. Se iba a arrepentir, seguramente.

—Vamos allí—. Indicó Kurapika.

Ambos procedieron a repetir el patrón de sonido que habían escuchado, y como por arte de magia, el portón se abrió hacia arriba, dejando paso libre. Se miraron y asintieron, seguros y resguardados uno por el otro.

Habían visto salir a 4 personas. No tenían la información exacta de cuantas personas conformaban el grupo, estarían con cuidado.

Era una galería, bastante normal. La entrada daba pie a un largo y ancho pasillo, con puertas, presuntamente de negocios, cerradas y taponeadas con maderas.

—¿Qué podrían esconder aquí dentro?— Preguntaba Leorio, más por curiosidad que insinuando algo moralmente malo.

—No lo sé. Hay que revisar bien. Es más fácil destruir desde dentro, que desde fuera—. Comentó Kurapika, centrado. Estaba concentrado, tenso. Odiaba al Gen'ei Ryodan, motivos varios.

Ambos utilizaban Zetsu, por lo cual eran vulnerables y estaban altamente expuestos a recibir un gran daño en caso de ser golpeados bajo ese estado.

Pasaron el largo pasillo hasta llegar a una sala, medianamente grande. En la que había objetos y utensilios tirados por doquier, entre ellos distintos muebles y espadas, junto a lo que parecían ser guías y muchos libros de información. Asimismo, hubo uno que captó la atención de ambos; "Viaje al Nuevo Mundo", de un tal Ging Freecss.

—Ese apellido...

—Si. Guárdalo, luego se lo entregas—. Ordenó el rubio. Leorio acató, colocando el libro dentro de su maletín.

Siguieron husmeando, intentando encontrar información sobre sus habilidades, o cualquier cosa que pudiera darles ventaja, pero no encontraron nada. Habían perdido el tiempo, no parecía haber nada interesante.

—¿Dónde habrán ido las Arañas?— Preguntó, nuevamente, Leorio al rubio, que seguía abriendo y cerrando cajones en busca de algún artefacto o algo interesante. Estaban en la boca del lobo, pero no les importaba, porque se tenían a ellos.

—¿Dónde crees que hayan ido?— Repreguntó Kurapika, sin dirigirle la mirada. —Yo no tengo la menor idea—. Admitió, restándole importancia.

Leorio puso una mueca de disgusto, no le agradaba la situación actual. —Deberías irn...

—¿Qué fue eso?— Interrumpió Kurapika. Se escuchó un golpe seco cerca de ellos, al lado casi. Un golpe sonoro y, mediante intuición, muy fuerte, demasiado notorio como para dejarlo pasar.

—No... no lo sé—. Tembló Leorio, muy en el fondo de su corazón, deseaba que Kurapika hubiera dejado la venganza para vivir en paz. Pero la paz a veces se consigue solamente cuando no existe adversidad interna, y era necesario intentar eliminarla para conseguirla. Por eso mismo estaba allí, aunque tuviera miedo.

—Leorio, mantente cerca—. Ordenó Kurapika, que lo notó tenso. Asimismo, el rubio sufrió un cambio radical, realmente pasó de la calma a la tormenta. Previó muchos escenarios y no muchos buenos, estaba siendo negativo. Negó con la cabeza.

Sus pensamientos se volvieron a interrumpir por otro golpe seco. Parecía que el golpe impactaba en alguien, pero no era una certeza. Ambos agudizaron aún más el sentido del escucha, luego de un pequeño lapso de tiempo, el mismo sonido volvió a sonar.

—Creo que viene por allí—. Leorio señaló un mueble.  Kurapika husmeó con interés.

—No creo...—Susurró el más bajo. Pero igualmente ambos van a revisar.

Un Omega Diferente || Wattys 2021 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora