Sin perdón

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Cinco años atrás la guerra estaba en su punto las álgido. Y la ciudad tartesa de Cardona estaba siendo atacada por un colosal ejército de más de dos cientos mil hombres que habían logrado entrar a la ciudad. En su interior, los veinte mil hombres del General Viriato y encargados de la puerta sur solo un pequeño Escuadrón de cinco soldados. Dos de estos eran claramente Nikola y Rodri pero había tres más allí. Un chico un poco las bajo que Nikola de cabello corto castaño, tupé, ojos marrones y portando un escudo a la vanguardia. El ocaso ya había llegado y la media noche estaba cerca.

Ro: ¡Rutula ahora!

El chico del escudo en armadura y fular cían se agachó mientras Rodri usaba la carretilla que había tomado para impulsarse en el escudo del mismo y lograr con el impulso del mismo una altura de varios metros. Que con sus hábiles manos pudo lanzar seis cuchillas a la vez acetando de forma certera y casi milagrosa a cuatro guardias que se encontraban en una altura superior al tejado de una casa lanzando flechas con sus arcos bastante diferentes de los Tartesos al ser más largos que estos, así cayeron a plomo desde esa altura directamente al suelo comenzando a caer el pícaro desde esa altura elevada que había logrado sobre un binomio nipon de los cientos que había en la ciudad en ese momento.

Este creía tenerlo todo controlado pero su intuición le pudo, un amarillo cargaba una flecha al final de la calle apuntandolo. Todo estaba perdido ya y el entrecejo del nipon se vio destrozado por una de las flechas del arco de Nikola que se encontraba dando fuego de cobertura desde la almena de al torre por lo que pudo caer sobre uno de estos dos enemigos. De su muñeca emergió una hoja que permanecía oculta en sus ropajes y uno de los amarillos clavando esta en el cuello del mismo directamente a un aorta.

Su compañero obviamente iba a vengar con su katana al pícaro aunque el sable de Carola, un joven delgado de baja estatura y cabello largo pudo atravesar antes el pecho del nipon salvando de momento al pícaro. Sin pensarlo, ofreció su mano a Rodri para ayudarlo a reincorporarse, este sin dudarlo agarró la mano de Carola por el codo para ponerse de pie de un salto mientras con un leve movimiento de cabeza le dió las gracias.

Rápidamente levantaron la mirada, viéndose rodeados completamente por la pared de la puerta cerrada de la ciudad y un grupo de más de veinte amarillos por lo que decidieron replegarse tras Rutula.

Sa: ¡¡Y UNA MIERDA!!

En una poderosa carga, un hombre alto de fuertes músculos, cabello negro y ojos azules armado con un gran Martillo golpeó a más de cuatro de los amarillos dejándolos fuera de combate en el acto.

Ca: ¿¡Donde coño estabas Saria?!

Este, fatigado, agarró nuevamente su poderoso martillo mientras se colocaba en posición defensiva.

Sa: Sacando la basura.

Ro: Me he dado cuenta.

Cuatro más cayeron por las flechas del arquero, aunque los otros dos lograron poner pies en polvorosa, Nikola decidió bajar de un salto sobre un gran fardo de paja. Saliendo del mismo tranquilamente se dirigió al grupo algo fatigado. Mientras empujaba ahora su Claymore de mango blanco.

 Mientras empujaba ahora su Claymore de mango blanco

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Ca: ¿Que haces abajo?

Ni: Sin munición, genio.

Sa: Entonces ahora es cuando comienza la fiesta.

Una solitaria figura se pudo deslumbrar en la distancia. No era una nipona de Cipango, era una elfa pelirroja de ojos verdes armada con una katana y ropajes  color cuero sucios y gastados por el tiempo. Esta apuntó con la punta de su katana, completamente manchada de sangre a la escuadra.

??: Con que escoria humana he...

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