Harry el sucio

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El tumulto era lo único audible en aquel momento, solo todas las personas aquella noche en la taberna disfrutando, sufriendo y celebrando de la llegada de los jóvenes de la guerra al pueblo. Subiendo las escaleras estaría el segundo piso de la taberna donde habría más mesas y justo en la esquina una gran mesa redonda llena de jarras vacías. Una joven camarera de cabello corto, oscuro, piel ligeramente morena y buen ver se acercó a la mesa agarrando cuatro jarras a la vez y poder marchar de allí tranquilamente.

En la mesa se encontraban Saria junto a Mon, Rodri junto a Maria y Rutula. Se encontraban todos bebiendo a pleno son celebrando que estaban vivos. Exaltado, Saria alzó la jarra para brindar con sus amigos.

Sa: ¡Por Tartessos! Y por nosotros coño, ¡y por el equipo!

Rutula pareció acompañar el brindis sin pensarlo dos veces, en cambio Rodri parecía estar más enfadado con la situación, detalle que notó Saria así que curioso decidió preguntar.

Sa: Rodri tío, ¿ha pasado algo?

Ro: Pues si ha pasado, el capullo de Carola ha decidió ir a no se que en lugar de venir a celebrar con nosotros y el tonto de bote de Nikola nos ha puesto una excusa barata para no venir y quedarse en casa como siempre.

Contestó molesto el joven de baja estatura, aunque Rutula ahí decidió contestar.

Ru: Coño no todos quieren salir a beber para celebrar.

Sa: ¿Y que quieres que le hagamos? Si vive encerrado como un viejo abandonado.

La puerta de la taberna se abrió de golpe dejando en silencio a toda la taberna, era una compañía real del ejército. Más de seis soldados armados y firmes entraron en completo silencio más que el provocado por sus armaduras. Uno de ellos que parecía ser sargento por la pluma en su casco color rojo. El sargento  sacó de su bolsa de cuero que tenía colgada al cuello un pergamino que abrió frente a todo el mundo, este decidió dar la noticia directamente y sin muchos tapujos.

Sa: En nombre de su majestad y la corona de Tartessos, decretamos un reclutamiento a todos los mayores de dieciocho años y menores de treinta años a filas. El Imperio del Cipango está atacando por el norte. En cuarenta y ocho horas una columna de carros vendrá por ustedes, pasaremos lista usando el censo comunitario. Muchas gracias, por Santiago y cierra Tartessos.

La compañía desapareció tan rápido y silenciosamente como apareció pero el silencio se mantuvo durante bastante tiempo, en la mesa únicamente se pudo escuchar el sollozo roto de Mon que comenzó a llorar en silencio intentando no hacer ruido debido a la posibilidad de la pérdida de su amado y la mera posibilidad de no verlo durante varios meses. Al ver esto Saria la abrazó con fuerza besando su frente.

Sa: Ya ya tranquila... No me pasará nada ¿si? Te lo prometo.

Los ojos de Rodri estaban completamente redondos, se encontraba temblando de pavor ante la noticia.

Ro: Acabamos de llegar... no es justo...

Ru: Iba a irme unos días con mi familia de viaje a ver a los abuelos a Valaquia...

Dijo Rutula con una cara completamente rota ante la noticia, la de Maria era exactamente igual a la del sureño.

Sa: Deberíamos avisar a Nikola.

Ro: ¿A Nikola? Su padre es un héroe de guerra, lo raro es que ya haya venido a Cardona.

Ru: Es su papá, es normal que lo proteja.

Maria agarró la mano de Rodri para llevarla a su pecho y mirarlo así fijamente a los ojos.

Ma: Amor... ¿me prometes que volverás?

La mirada de Rodri en ese momento se cargo de determinación ante la fe ciega que tenía en si mismo en ese momento.

Ro: Te lo prometo.

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