Capítulo 11: Injusto

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—¡¿No saben correr o qué!?

El entrenador gritó, yo hice una mueca y seguí.

—¡A su edad yo corría el triple de lo que ustedes lo hacen! ¡Más rápido!

Hace frío y que no haya sol no ayuda en nada. Alrededor de la cancha de fútbol, mientras ellos practican, nosotros corremos como idiotas. Después de un entrenamiento de puras risas, Nekomata (nuestro entrenador) se enojó y nos mandó a correr.

A mí, especialmente. Porque, «¿Cómo puede ser que incluso el capitán se estaba riendo?» Señor, déjeme en paz.

—¡Veremos si en el próximo entrenamiento se siguen riendo, muchachos!

Lev parece que va a morir, por suerte Yaku está a su lado molestándolo para que no se desmaye. El niño se ve pálido, más de lo normal.

Mientras corro, comienzo a pensar en lo que me dijo Kenma en el almuerzo unos días atrás. ¿Realmente quiere que ponga en riesgo mi reputación solo para ir al baile con él? Lo peor es que no debería negarme, sino jamás completaré mi plan y seré un idiota por lo que resta de mi vida.

Pero eso hará que probablemente quede como un romántico promedio si todo el equipo me ve invitándolo. Los chicos me van a molestar y probablemente empiecen a decir que estoy de novio con un Don nadie.

Y como si eso no fuera poco, mi plan está atascado en la mierda.

¡Todo es una mierda!

—¡Eres lento!

Me sorprendo y miro a las gradas al escuchar alguien gritarme. Con una sonrisa divertida, portando una sudadera de la escuela, Kenma me mira sentado.

Podría avergonzarlo ahora mismo. Él no sería capaz de esperarse que lo invite ahora.

Fugazmente busco al entrenador. Justo Nekomata se encarga de reprochar a unos de primer año. Decidí aclarar mi garganta y detenerme justo en su dirección: Por la reacción de Kenma, podría jurar que no se espera lo que está por pasar.

—¿¡Irías al baile conmigo!?

Grité sonriente. Kenma se puso igual de rojo que el uniforme, avergonzándose todavía más al notar que comenzaban a mirarnos. Incluso mis compañeros de equipo.

—¡Kenma Kozume! —volví a gritar. El teñido me miró en pánico—. ¡Ven al baile conmigo, por favor!

Estaba pálido. Rápidamente negó y tomó sus cosas, yéndose rápidamente con la mirada baja, siendo tapada por su cabello. Yo solté una carcajada y me di vuelta; lo molestaré cuando lo vea después.

—¿Y ese quién es?

A mis espaldas me encontré a Yaku. Su mirada seria y sus brazos cruzados me hicieron recordar que todo esto era parte de un plan que estaba olvidándome de cumplir.

—Nadie. Un amigo nuevo —sonreí tomando sus hombros. Yaku alzó una ceja—. En serio, no es nadie importante.

—Oh, así que fue con él con quien te peleaste ayer.

—Mira, su nombre es Kenma —Yaku asintió—. Y quiero llevarlo a mi cama, ¿entiendes?

—¿Lo estás usando?

Preguntó indignado, alejándome. Yo asentí.

—Eres un idiota. Se nota que a ese chico-

—¡Kuroo, Morisuke! —Nekomata lo interrumpió—. ¡Ahora empiecen a correr o los haré estar así por las próximas dos semanas!

Por suerte me libro del moralista de mi amigo y corro. Sé que después será capaz de golpearme pero   intentaré huir de él hasta que sepa que se le pasó el enojo.

El entrenamiento después de eso es eterno. Tengo ansiedad de solo pensar en querer salir y ver a Kenma, necesito su respuesta.

Mientras corro, me sorprendo a mi mismo ante mi hipocresía. Primero quejándome de que seré capaz de perder mi reputación y segundos después, con solo verlo, me olvido de todo y le grito que vaya al baile conmigo. Sinceramente, soy un idiota.

—¡Ahí estás!

Kenma dió un saltito en su lugar y se dió vuelta. Yo acababa de salir de los vestidores, dirigiéndome por el pasillo con el cabello todavía mojado y me encontré con mi tierno amigo extraño.

—Ay no...

—¡Te invité al baile y no me diste una respuesta directa!

—Kuroo, nos están mirando. Me estás avergonzando.

Murmuró tapando su rostro. Yo solté una carcajada.

—Eres tan tierno a veces.

—¿¡A veces!? —me golpeó con fuerza en el hombro. Yo gemí adolorido—. Idiota. Eres tan idiota que me sorprende seguir hablando contigo.

Refunfuñó dándose vuelta y alejándose. Está enojado, ¿¡ahora qué hice!?

—¡Oye, ven aquí!

Me quejé divertido, tirando de él. Sinceramente, amo mis manos en su cintura. Y no lo digo porque pienso con otra cosa, ¿saben? Solo... me gusta tenerlas ahí. ¡Me gusta tenerlo cerca!

—Kenma —hice un puchero, agachándome a su altura. Él miró mis labios y después a mis ojos—. ¿Irás al baile conmigo?

—¿Por qué?

—¿Por qué qué?

—¿Por qué quieres que vaya contigo? Tienes mucha más gente y-

—Pero esa gente no eres tú —sonreí. Kenma me miró apenado—. Vamos, ¡será divertido! La pasaremos bien, lo prometo.

Qué tonto fui.

No debí haberlo dicho porque tiempo después, me daría cuenta que no fui capaz de cumplir esa promesa.

No debí haberlo dicho porque tiempo después, me daría cuenta que no fui capaz de cumplir esa promesa

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tkm tkm tkm

Difícilmente, Kenma¹ | Kuroken Donde viven las historias. Descúbrelo ahora