Capítulo 9: Mentiras poco piadosas

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Keeeenma.

Me quejé caminando atrás de él. Mi extraño amigo ni siquiera me contestaba.

—Deja de ignorarme —seguí con un puchero—. Kenma, Kenma... Kenma, Kenma, Kenma, Kenma, Kenma, Ken-

—¡Eres insoportable! —se dió vuelta. Yo le sonreí—. ¿No tienes algo que hacer? Déjame en paz.

—Ni siquiera sé por qué me ignoras.

En ese punto, no sabía que lo había besado. Había bebido tanto que no recordaba llamarlo e ir a su casa. Kenma, en ese momento, era el único que sabía. Y yo, inocente e incapaz de saber la estupidez que hice, intentaba saber qué pasaba.

—Porque tengo ganas —refunfuñó. Su rostro cada vez se tornaba más rojo—. Ahora déjame.

—Vamos, dime qué pasa...

Murmuré quizás más suave, en voz baja, en medio del pasillo. Tomé su cintura y lo volví a dar vuelta, agachándome a su altura. Kenma tenía el ceño fruncido y una mirada que amenazaba con matarme. Por suerte no me importaba.

—¿Qué dirían si vieran al capitán del equipo tan cerca de una persona como yo? —se cruzó de brazos. Yo ni siquiera lo solté, poco inmutado por sus palabras—. Ve y coquetea con alguien más.

—No estoy coqueteando contigo.

—Tu cuerpo me dice otra cosa.

—¿Por qué estás enojado?

Sin dudarlo, tomé su mentón y lo acaricié. Kenma ni siquiera se inmutaba, no parecía reaccionar con mucha emoción por mi toque.

—En serio, déjame en paz.

El timbre sonó y él se soltó de un manotazo. No se tardó en irse, dejándome confundido en el pasillo.

Realmente es una persona difícil de tratar.

—¿Por qué estás tan triste?

—¿Eh?

Alcé la mirada de mi pobre arroz. Luce igual de triste que una mañana lluviosa en un día de verano. ¿Y cómo no estar tan decaído?

Aún así mentí.

—Estás triste —Yaku señaló mi comida—. No has tocado tu plato. ¿Qué pasa?

—Nada —desvié la mirada. Fue en vano—. Bueno, ¡pasa de todo! Él me odia.

—¿Quién? —frunció el ceño. Yo balbuceé.

—Alguien. Una persona poco importante... ¡Pero me odia! Está enojada conmigo y no sé qué hacer para arreglar las cosas porque ni siquiera sé qué hice.

—Si fuera poco importante no te importaría tanto saber por qué está molesta contigo.

Fue como un juego de palabras. Yo suspiré.

—Quiero... Siento —corregí—, siento que debo pedirle disculpas. Y no sé qué hice.

Yaku soltó una risa mirando su comida.

Esa misma tarde, con una increíble tristeza invadiéndome, caminé a su casa abajo de la lluvia. Lo único que me protegía de un posible resfriado era la sudadera roja que llevaba. Si sobrevivía y Kenma me perdonaba por lo que sea que hice, entonces dormiría feliz esa noche.

¿Cuántas veces he golpeado esta puerta?

Otra vez, Kenma respondió. Tenía una camiseta blanca y unos pantalones rojos.

—¿Kuroo?

—Realmente lo siento —me disculpé de golpe—. N-no sé qué hice pero... en serio, lo siento tanto —Ante su mirada confundida, seguí hablando—: Y-y traje tarta de manzana. Sé que te gusta.

Mojado pero a salvo gracias a un plástico, acerco el postre a él. Kenma lo mira y luego regresa su mirada hacia mí.

—¿No recuerdas nada de la noche pasada? —negué con un puchero temblante en mis labios—. ¿Ni siquiera...? En serio, ¿nada?

Lucía apenado, diría que angustiado y nervioso. Yo cada vez me ponía peor.

—¿Qué hice, Kenma?

Susurré. Para ese punto, ni siquiera sentía la lluvia golpeándome. Solo quería saber qué había hecho para poder arreglar las cosas. Sentía esa maldita necesidad de querer estar bien con él.

¡Pero ey, no me gusta!

Kenma se tardó en contestar. Yo pensé que era porque no sabía cómo decirme que lo había besado, porque después de todo, creía que él estaba enojado por eso.

Qué mal estaba.

—Me besaste —murmuró bajando la mirada. Yo no sabía que estaba mintiendo—. Llegaste a casa, me saludaste y me besaste.

—¿¡Qué yo que!?

Mi sangre se heló y no por culpa del frío que estaba sintiendo. Claro que, cuando Kenma notó que mis labios ya estaban poniéndose morados al igual que mis uñas, tomó mi muñeca y me metió a su casa. Era un lugar acogedor.

—¿Te besé? —repetí completamente asustado. Él bajó la mirada avergonzado—. ¿En serio? Ay, Kenma... ¡Cómo lo siento!

Evadía mi mirada. Yo fui demasiado idiota para no notar que claramente mentía. Que Kenma me ocultaba algo.

—Me tomaste por sorpresa, eso es todo...

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soy esta

qué les pareció el capítulo?? cuéntenme!!

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tkm tkm tkm

Difícilmente, Kenma¹ | Kuroken Donde viven las historias. Descúbrelo ahora