Capítulo1: Don Juan

2.8K 316 159
                                    

Entrando por la cafetería e importándole a nadie más que a mí, Kenma Kozume se escabulle entre los alumnos con una bandeja del mismo color que nuestro uniforme. Últimamente noto que come poco, o quizás con eso se llena.

Tiene un cabello rubio que parece que se ha olvidado de mantener, porque sus raíces comienzan a verse y un rostro de muñequito; pequeño y que parece de porcelana. Ojos rasgados al igual que todo asiático y una altura promedio, por más que yo tenga la suerte de sacarle casi veinte centímetros.

Al verlo pienso que seríamos la pareja perfecta —Detente, no me gusta—, porque parece ser que somos opuestos complementarios; observando a Kenma estos ultimos días me he dado cuenta que no le gusta lo que a mí sí. Prefiere quedarse sentado antes que hacer educación física, (cosa que yo preferiría al revés) y  le gusta jugar videojuegos antes que socializar.

En definitiva, hace días vengo observando, ni más ni menos, que a un rarito.

¿Y por qué?

Simple. Quiero estar con él.

Y no, no me refiero a lo romántico. ¡Déjenme explicarles!

Yo soy Kuroo Tetsuro, una celebridad escolar. Bueno, lo pienso así pero no lo digo porque no soy tan idiota. El tema es que siempre tengo suerte con las chicas y chicos; supongo que ser capitán del equipo de vóley es el plus de mí físico y personalidad, haciendo que a todos les atraiga. Sin embargo, he tenido la suerte de estar con todas las personas que quiero tener excepto con Kenma Kozume.

Y saben, el no poder estar con él es frustrante, convirtiéndose en mi primer problema.

Porque tengo dos.

El segundo es que estar con Kenma Kozume es sinónimo de decirle adiós a mi popularidad, porque ese chico está excluido de la sociedad por algo y justo yo, el imbécil de turno, vengo a fijarme en él.

Entonces la situación es una mierda.

—¿Qué hay ahí que miras tanto?

La voz de mi mejor amigo me asusta, sacándome de mi monólogo interno y llevándome de vuelta a la cafetería. Yaku Morisuke, sentado frente a mí, busca con la mirada lo que yo miro y claramente no lo encuentra porque es incapaz de pensar que me fijé en Kenma Kozume.

—Nada. Solo me distraje pensando —sonreí forzado. Yaku asintió—. ¿Emocionado por que queda poco para el baile de primavera?

—No —bufé—. Nadie me va a invitar, no puedo estar emocionado.

—Si nadie lo hace, yo te invito. ¿Qué te parece?

—¿No tienes una cita ya?

—¡Yakkun! —exclamé indignándome—. Yo jamás tengo una cita para los bailes primaverales. ¿Cómo podré bailar con todos si ya tengo a alguien?

—Ah, sí. Olvidé que eres el Don Juan de Nekoma.

Yo reí, desviando mi mirada otra vez a Kenma: Está concentrado en su teléfono, como siempre.

—Sabes, Yakkun... Cambié de opinión —Lo miré una vez más. Mi amigo alzó sus cejas—. Creo que este año si tendré una cita.

—Oh, ¿quién es la afortunada?

—Diría afortunado —murmuré—. Pero te diré cuando me acepte. No quiero hacerme ni hacerte ilusiones.

Yaku soltó una risa amarga, comenzando a comer de su ensalada.

—Lo que digas, Don Juan.

Mi abuela siempre dijo que llamo la atención donde voy. Quizás por mi físico y mi altura; aún así, aunque no me considero realmente atractivo, puedo notar que la gente se me queda viendo y por más que me incomode, actúo normal y camino por el pasillo, ignorando a la multitud de chicas que me observan y a unos cuantos chicos más jóvenes que yo.

Difícilmente, Kenma¹ | Kuroken Donde viven las historias. Descúbrelo ahora