En definitiva, hace días vengo observando, ni más ni menos, que a un rarito.
¿Y por qué?
Simple. Quiero estar con él.
Y saben, el no poder hacerlo es frustrante, convirtiéndose en mi primer problema.
Porque tengo dos.
El segundo es que estar con Ken...
Ya lo sé de todos modos pero recordando lo sucedido; ¿realmente un día después de decirle que jamás me gustaría, me confesé? Ahora entiendo porqué no me cree. Dios mío.
El baile escolar inevitablemente llega. El tiempo no podía pasar más lento y yo deseaba no tener que ir. Sin embargo era como una obligación y ahora mismo estaba vistiéndome.
No quiero ir, no quiero ir, no quiero ir.
Mientras tontamente intento atar el nudo de mi corbata, los pondré al día: Básicamente no he hablado con Kenma hace tiempo. No después de lo que me dijo. Aún así he estado al tanto de su vida y él parece inmutarse por eso, creo que notó como lo miro en los recesos. O la vez que tuve que ir a su clase con unos compañeros para dar una presentación y no le saqué la mirada de encima. Intenté ser sutil.
Aún así él no parece verse interesado en acercarse y preguntarme qué me pasa. Por primera vez en mi vida, cuando alguien se dió cuenta de lo que estoy haciendo y sigue con su vida como si nada me lastima. ¡Deberíamos estar yendo al baile juntos! Pero ahora parece ser que nuestra amistad murió en el intento de serlo. Y yo les juro que me había encariñado.
Por eso me costó confesarme. No porque dijera cosas que al final del día son verdad, ¡claro que no! ¡Cállate!
A veces siento que peleo con la nada misma.
En fin... Respiré hondo y me miré en el espejo.
—¿Y si lo voy a buscar a su casa?
Una idea pasó por mi cabeza. Y una sonrisa apareció en mis labios.
Así que...
—¡Kenma!
Llegué corriendo, con el traje puesto y el corsage que compré para él. Agitado, comencé a golpear la puerta de su casa.
—¡Kenma!
Volví a gritar. Esto se sintió bien, ¡quizás podemos arreglar las cosas!
Desde el segundo piso, por la ventana él me mira confundido. Yo le sonreí cansado y señalé el corsage.
—¡Dame una oportunidad! —grité—. ¡Vine en traje, tengo esto y un corazón muy estúpido para darte!
Ni siquiera lo pensé al abrir la boca. Él me miraba avergonzado, claramente no se esperaba esto.
—¡Me gustas, por favor, ven al baile conmigo!
—¡Estás loco!
—¿¡Eso es un sí o un no!?
Cerró la ventana con fuerza y yo perdí cualquier rastro de esperanza. Mi sonrisa se borró y observé el estúpido arreglo de flores.
Qué idiota que-
—Mira, idiota.
Me asusté al momento que se abrió la puerta. Kenma estaba muy avergonzado con su pijama puesto. Oye, qué lindo.
Yo lo miré estupefacto y escondí el arreglo torpemente atrás de mi espalda.
—Esto no significa que te estoy dando una oportunidad pero... estás mal de la cabeza —suspiró. Yo asentí—. Pero... cielos, eres un idiota.
—Sigo preguntándome si eso significa que irás o no al baile conmigo.
—Significa que si no entras ahora mismo, no iré.
—Ya voy, ya voy.
Entré rápidamente, avergonzado por su actitud. Kenma cerró la puerta y comenzó a dirigirse a su cuarto, supongo. Yo lo seguí torpe.
Hasta que lo escuché quejarse.
Se dió vuelta de golpe y me asustó. Cuando tiró de mi corbata hacia abajo y me besó creo que comprendí que eso significaba que sí iría al baile conmigo.
Bingo.
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BASTA para mí que kuroo y kenma se aman qsy
anyways
HOLA!!! han pasado 84 años... cómo están, amores? espero que la vida los trate bien, a mí me trata como basura!
