Capítulo 5: Todo me sale mal, ayuda

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—¿No vas a ir por qué?

Bokuto repitió casi indignado por el otro lado de la llamada. Estábamos conversando mientras yo guardaba ropa en mi bolso.

—Me quedaré a ver películas en la casa de alguien que conocí. Lo siento, hermano.

—Qué traidor —soltó con sorpresa. Yo reí asintiendo—. Literalmente eres un traidor. Estás dejando a tu mejor amigo por... alguien.

—Tengo mis razones.

Dije poniéndome la tira del bolso en mi hombro y saliendo de casa.

—Tus razones son con fines sexuales.

—Da igual. El tema es que no puedo.

—Está bien... traidor. ¡Nunca te perdonaré!

—Ya, ya, ¿de qué te quejas? Tú me cancelaste un millón de veces por tu noviecito.

—No hables así de él —refunfuñó. Reí.

Mi amistad con Bokuto ya tenía sus años. Molestarnos el uno al otro era más normal de lo que alguien podría llegar a pensar.

Cambiando drásticamente de tema, tengo que hablar sobre a dónde me estoy dirigiendo en este preciso momento. El gimnasio de Nekoma se reserva durante dos horas cuatro días a la semana porque el equipo de vóley entrena, el cual, por si no recuerdan, soy el capitán.

Aún así, no pasa absolutamente nada interesante en el entrenamiento. Mi equipo se esfuerza y juega bien, Lev sigue sin invitar a Yaku y para cuando me doy cuenta, estoy estirando con mis compañeros a mi lado.

—Entonces, ¿esta noche vamos todos a la fiesta?

—Yo no, caballeros.

Un silencio horrible se plantó en el gimnasio, con los ojos de todos los chicos sobre mí. No me sentí ni un poco cohibido.

—¿Por qué no? —Tora preguntó.

—Tengo una cita.

Y ahí, los infelices, explotaron en carcajadas.

Los detesto.

Es broma.

Cuando el reloj marcó las ocho de la tarde, yo ya estaba en la puerta de Kenma. Tenía mi bolso y ropa claramente limpia, porque me bañé en los vestidores de la escuela. Sinceramente, no tenía ni un poco de emoción por estar con él porque seguramente no le gustan las películas divertidas pero bueno, lo que uno hace por conseguir lo que quiere.

En fin...

—¿Qué haces aquí?

Su pregunta me hace sentir tonto.

—Te dije que vendría.

—No pensé que sería en serio... —suspiró, haciéndose a un lado—. Ni siquiera ordené la casa, Kuroo, por Dios.

—¡No me molesta! Yo también soy desordenado —cerré la puerta—. Y también soy un muerto de hambre. ¿Qué vamos a comer?

—Mi plan era directamente no cenar, pero estando tú aquí... —suspiró—. ¿Qué te parece pizza?

—¿Comprada?

—No. Hecha.

—¡Está bien!

Esto probablemente sea divertido.

Observo a Kenma atar su cabello y ponerse un delantal con la mayor paciencia del mundo. Me pone nervioso la paz que tiene pero hago lo mejor que puedo para no demostrarlo y lavo mis manos.

Difícilmente, Kenma¹ | Kuroken Donde viven las historias. Descúbrelo ahora