Nymeria
En el vasto salón del castillo, los nobles se agolpaban, sus miradas expectantes fijas en el trono del rey Kallias, mi padre, que estando afectado y debilitado debido a una enfermedad desconocida que lo carcomía por dentro, se levantó con dificultad y su voz resonó en la sala, cargada de solemnidad.
- Queridos súbditos, ha llegado el momento de tomar una decisión crucial. Mi tiempo en este mundo se acerca a su fin, y la corona debe pasar a mi sucesor. – la mirada de mi padre se encuentra con la mía, en sus ojos veía reflejada la tristeza y la frustración. Hace unos segundos estaba segura de mi puesto, ya que yo había sido elegida desde mi nacimiento, fui educada en la tradición real, había demostrado valentía en el campo de batalla y sabiduría en los consejos de Estado. Mi destino estaba sellado, pero claro esta que mi pueblo nunca me había aceptado como heredera al trono, pues esperaban que sea un varón quien tomara el ese lugar, y la idea se fortaleció con el nacimiento de mi hermano, pero aun así mi padre había decido no caer ante el pueblo y nombrarme futura heredera al trono de las olas eternas, y nunca había dudado en que fuera a cambiar de opinión pero ahora ya no estoy segura, y eso me asusta.
Respiro hondo esperando el veredicto, los murmullos se propagaron como olas entre los presentes, cada uno con sus expectativas y ambiciones.
- La sucesión no seguirá el camino pactado, mi hijo, el príncipe Blaze, tomará mi lugar cuando deje este mundo. – al terminar, mi hermano se dirige al trono donde es investido como sucesor al trono. – Yo Kallias Gastrell, el primero con el nombre, Rey del mar, señor de las mareas cambiantes, guardián de las islas errantes, duque de las olas bravías, nombro a Blaze Gastrell, príncipe de las mareas, como heredero al trono de las olas eternas.
No me muevo cuando todo el mundo se arrodilla para jurarle lealtad a mi hermano, justo como me la juraron hace siete años. Observo a mi padre con ira. Yo no merecía ser humillada de este modo, nunca me preguntaron, no me tuvieron en cuenta a la hora de quitarme mi derecho por nacimiento, y no, por su puesto que no me voy a arrodillar cuando yo estuve en el mismo lugar.
- Nymeria...por favor. - dice mi madre tomándome de la mano queriendo que me arrodille, pero me niego a hacerlo.
y de inmediato todos los presentes me empiezan a verme con disgusto, cosa que no le voy a dar importancia, yo no merecía esto.
- Arrodíllate Nymeria. - me ordena mi padre cosa a la que le hago caso omiso, y solo me quedo observándolo.
Pensé por un momento que sería suficiente para él, como para confiarme en lo que tanto se esforzó, pero en el ultimo momento me abandona y me deja por el suelo.
- ¡Arrodíllate! – brama molesto, y de pronto me invade la tristeza y el enojo, la traición de mi propio padre, afligía mi alma, ¿Cómo había podido elegir a mi hermano? Yo me prepare toda mi vida para este momento, ¿Cómo algo tan simple fue motivo suficiente para arrebatarme mi derecho al trono? ¿Acaso mi inteligencia y dedicación por el reino no eran suficientes?
Aprieto los puños a los lados de mi vestido y me arrodillo ante mi hermano esperando a que den la orden de levantarse, las lágrimas amenazan con salir, pero me niego a derramarlas. No me seria vista como una víctima, siempre trate de de sobresalir en todo para ser "digna del trono" y que todo ese esfuerzo halla sido remplazado por un niño que apenas tiene seis años, no es justo.
Mi padre me mira con preocupación, me levanto y las miradas de todos los presentes recaen sobre mí, nuevamente, le doy un último vistazo a mi padre y salgo del salón, no estoy preparada para ver a mi hermano tomando el lugar que tanto ansiaba.
Los guardias intentan detenerme sin embargo con toda mi ira, mis poderes se descargan contra los guardias haciendo que se estrellen contra las paredes.
- ¡Nymeria! – el lo ultimo que escucho cuando salgo del salón.
En las leyes del reino de Aeonian esto está prohibido no se puede utilizar lo poderes en contra con de los demás, solo cuando estas siendo atacado puedes utilizarlo en su contra, pero en este caso nadie me estaba atacando, sin embargo, lo utilice.
avanzo el paso, corriendo hacia a los límites del castillo, tomando una embarcación y marcho mar adentro, esperando olvidar aquel momento. Tengo bastante experiencia en el mar, así que no necesito de la ayuda de nadie para guiarme entre las olas.
Luego de estar lo suficientemente alejada de la orilla, busco el ancla y con ayuda de mi poderes la tiro al mar, haciendo que el barco se detenga.
Suelto mi cabello dejándolo caer en sobre mi espalda, con un suspiro, me arrojo al mar, sintiendo la sal en mi piel y el abrazo frío del agua. Esperando que el mar consuma mis pensamientos, que las olas arrastren mis preocupaciones y deseos lejos de la tierra firme.
Mi vestido va quedando en el olvido cuando las telas se funden y se ondulan, transformándola en escamas doradas.
Mis piernas se unen, formando mi cola a totalidad. La piel se me torna iridiscente, brillando contonos dorados y celestes. Las aletas se despliegan, y me siento ligera y ágil. Las espadas rotas y medio fundidas del trono, que antes representaban mi destino de conquista y poder, que ahora se convierten en un recuerdo más, uno el cual nunca olvidare...
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Cenizas de alianzas
FantasíaEn un mundo donde los reinos del fuego y el aire se han fortalecidos con el amor, y los reinos del agua y el fuego se enfrentan en una danza eterna de rivalidades, Nymeria, una intrépida princesa del Reino del mar, y Damon, el valiente príncipe here...